El Novelón

Holandesa y australiano unieron sus caminos para morir en la selva tica

Dos aventureros extranjeros desaparecieron en Talamanca hace 21 años.

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Una holandesa y un australiano no se conocían, pero el destino los unió para compartir una travesía en sus vacaciones en Costa Rica, esa aventura les costó la vida en las montañas de Talamanca.

La siquiatra holandesa Kertin Dennisse Goedbloed, de 33 años, vino al país el 7 de julio de 1999 en un vuelo de la aerolinea KLM, procedente de Holanda, ella viajó sola, su intención era quedarse por 22 días. Ella era muy reconocida en su país por su profesión.

Mientras que el australiano Andrew Murrray Scott, quien era surfista, había llegado al país, el 2 de julio, él entró por tierra desde Nicaragua.

Kertin y Andrew se conocieron cuando ambos llegaron a subir el cerro Chirripó, los dos compartían el amor por la naturaleza y la aventura, por lo que hicieron amistad y decidieron ir a conocer juntos la selva de Talamanca, que era uno de los planes de la mujer, pues Kertin tenía una gran pasión por los pueblos indígenas sobre todo por la religión y la medicina que practican.

No regresó

El último contacto de Goedbloed con su familia fue el 15 de julio, los días empezaron a pasar y el 5 de agosto los familiares de la mujer decidieron dar la alerta a las autoridades judiciales, pues ese día la mujer ya tenía que estar en su país y empezaron a tratar de ver qué había ocurrido con la mujer, para ese momento sus allegados desconocían alguna cercanía con Andrew.

Una de las primeras pistas que hizo empezar la búsqueda en Talamanca fue que la siquiatra alquiló en una habitación a una indígena y dejó algunas de sus pertenencias.

El 23 de julio, los dos turistas llegaron a Talamanca y entraron por Suretka para adentrarse por los senderos, eso sí, poco antes compraron a una indígena de un asentamiento huevos, café, maíz tierno y arroz.

El experto en búsquedas y actual subjefe de la Unidad de Montaña de la Cruz Roja, José Campos, fue uno de los elegidos para colaborar en esa búsqueda.

“Ellos llegaron juntos a Bribri, yo nunca entendí porque fueron a ese lugar, no me explico qué querían ir a hacer ahí, es que es un lugar en el que hay que ser demasiado montañista para querer ir, hay ríos lindísimos, pero no hay un objetivo específico para ir a ver. San José Cabécar es puro monte, es un paraíso en términos de montaña”, dijo Campos.

El rescatista asegura que ellos sabían que los dos extranjeros entraron a la montaña porque los indígenas los observaron. Campos explicó que ese era un sitio peligroso por tráfico de drogas y armas, por lo que también iban oficiales en la búsqueda.

“Ellos caminaron por un sendero donde pueden pasar dos caballos y en verano un cuadraciclo, por donde iban no se necesita brújula ni machete, pero de repente se metieron a la derecha por un cañón en el que había que usar machete para abrir paso”, dijo.

Rastros

Los que saben de montaña usan el termino rastreador, que es la persona que va adelante, que no carga equipo, pero le toca estar con los ojos bien abiertos para ver hojas, ramas, huellas en el barro que les indiquen que las personas pasaron por ahí.

Los indígenas los vieron pasar por una zona y otros devolverse, por lo que por varias horas los rescatistas anduvieron de un lado al otro.

El 9 de agosto el rastreador ubicó las pertenencias de los extranjeros.

“El rastro nos llevó hasta unos resbalones en una parte alta donde está la catarata de unos ocho metros que se podía bajar con cuerda, pero nosotros dimos la vuelta, ellos saltaron desde ahí, y sus bultos estaban por el playón, eran sus pertenencias, salveques, comida, documentos y hasta dinero”, recordó Campos.

Hasta ese momento había unas 12 personas buscándolos, pero el hallazgo les permitió meter más gente a la zona, la cantidad de valientes se duplicó.

“El playón donde empezamos a buscar es en tamaño como la mitad de La Sabana (parque metropolitano) creo que pasamos como tres días ahí, han pasado muchos años, peinamos esa zona completa y cuando todavía estábamos buscando subió el viento por el cañón del río Coen, fue un golpe de viento y nos llegó ese olor a cuerpo putrefacto, el viento venía de abajo hacía arriba, entonces empezamos a buscar para abajo”, dijo Campos.

Escena inolvidable

El experto comentó que como a tres kilómetros de donde encontraron las mochilas localizaron el cuerpo de Kertin.

“Ella estaba sentada en una piedra, afuera del río, a un metro y medio del agua, estaba fallecida, ella se había inmovilizado una de sus piernas, el tobillo, con las varillas de aluminio que traen los salveques, creemos que cuando perdimos el rastro fue porque ellos siguieron el viaje por la corriente del río y llegó hasta ahí”, describió José.

El subjefe de la Unidad de Montaña de la Cruz Roja recuerda el hallazgo porque era el Día de la Madre y pudo hablar con su mamá para saludarla, después de muchos días sin contacto.

“Los del OIJ no bajaron hasta el lugar donde se encontró el cuerpo sino que tomaron varias fotos y dieron permiso de hacer el levantamiento, jalamos varias piedras para que el helicóptero pudiera bajar y llevarse el cuerpo”, contó Campos.

El periodista y fotógrafo del Ministerio de Seguridad Pública Humberto Ballestero, recuerda lo ocurrido, él trabajaba como fotógrafo y le tocó ir a la zona porque en el operativo iban varios oficiales y también participaba Vigilancia Aérea.

“Solo había un helicóptero en ese momento, recuerdo que se hicieron varios sobre vuelos, primero aparecieron algunas de las pertenencias, a mí me tocó hacer las gráficas de donde apareció el cuerpo, ella quedó sentada sobre unas piedras, en esa época no había tantos recursos como ahora, en una camilla improvisada se sacó el cuerpo y se trasladó en el helicóptero”, dijo Ballestero.

Él asegura que fue muy duro para todos cuando el cuerpo de Kertin llegó a la plaza de Bribri y su papá y hermano, quienes tenían mucho días de estar a la espera de noticias, pidieron que los dejaran unos minutos con el cuerpo.

“Ellos lloraron y se abrazaron, creo que quizá estaban haciendo una oración, después el señor se mostró muy agradecido con todos porque siempre tuvieron la esperanza de que la iban a encontrar”, recordó el fotógrafo.

Los equipos de rescate fueron sacados de la zona porque cerca de donde estaba el cuerpo de la siquiatra no encontraron los restos de Andrew, incluso en ese momento empezaron a darse versiones de que él había seguido su camino hasta cruzar la frontera con Panamá.

“En un reingreso a la zona encontramos un pantalón que era del muchacho, nosotros dudábamos que se hubiera ahogado, era un joven de menos de 30 años, surfista y de buena condición, la búsqueda fue suspendida por la cantidad de tiempo que había pasado”, dijo Campos.

Hubo versiones en aquel momento que hicieron pensar que los turistas se salieron del sendero escapando de algo o de alguien, por lo que le hicieron la autopsia al cuerpo de Kertin para determinar si fue asesinada.

Hambre la mató

La autopsia indicó que la muerte no fue violenta y que más bien una infección por la fractura de tobillo y inanición (debilidad física por no comer) sería lo que le quitó la vida, el cuerpo estaba muy descompuesto y no se pudo determinar cuándo falleció.

Los restos de la madre de tres hijos fueron llevados a Holanda.

El 11 de enero del 2000, unos indígenas encontraron a 800 metros de dónde apareció Goedbloed unos restos que después de ser sometidos a pruebas forenses se comprobó que eran del australiano, en su caso no se determinaron las causas de su muerte por el estado de los restos.

Fuertes en el dolor

La Teja trató de contactar por redes sociales a Sven Goedbloed, hermano de la holandesa, pero no hubo respuesta.

En el 2014 él dio declaraciones al medio de su país AD, en las que aseguró que muchas veces tuvieron la esperanza de encontrar a su hermana menor viva.

“No nos hacíamos ilusiones en ese entonces. Claro, teníamos esperanza, pero nos dijimos el uno al otro, ’probablemente esté muerta, pero la encontraremos para sus hijos, para nosotros’”.

“Hasta dos años después de su muerte, discutió con su padre los escenarios de lo que le pudo haber pasado a su hermana. Entonces nos detuvimos. Nos alegramos de haberla encontrado y de haber podido participar en la búsqueda. Eso también ayudó mucho a aceptar su muerte”, agregó.

Esas declaraciones las dio Sven después de decidir acercarse a las familias de dos holandesas desaparecidas en Panamá para compartir la experiencia vivida con su hermana, las jóvenes se llamaban Lisanne Froon y Kris Kremers.

Ellas se extraviaron en abril del 2014 y sus restos aparecieron meses después en Boquete, provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, en avanzado estado de descomposición, las causas de la muerte aún no son claras se habló de que fue accidental y que hasta pudo ser homicida.

José Campos, asegura que la vida lo volvió a reencontrar con el hermano de Kerstein, Sven, en Panamá.

“Cuando dos muchachas holandesas (Lisanne y Kris) desaparecieron la Cruz Roja de Panamá pidió ayuda a la de Costa Rica, porque la familia de Kerstein les había hablado de la labor que hicimos en el caso de su hermana y curiosamente me tocó ir, no las encontramos”, dijo el rescatista.

Campos asegura que ellos sienten mucha emoción cuando encuentran a las personas con vida en este tipo de búsquedas, pero cuando encuentran los restos también sienten la paz de poder devolver a los allegados la tranquilidad de saber qué fue lo qué pasó.

“Hace 3 años (2011) volví a recorrer la ruta consciente por la selva (Talamanca), con los tres hijos de mi hermana y un guía. ‘Cuando vi el lugar donde se subió al bote de bananas para ir a la selva, la entendí. Fue tan increíblemente hermoso “, dijo Sven a AD.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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