Hillary Miranda Mendoza, de 15 años, fue asesinada de manera brutal mientras esperaba a su primer hijo.
A ella la golpearon en múltiples ocasiones; incluso, en su vientre quedaron las marcas de los moretones, por lo que la criatura de siete meses de gestación también sufrió los golpes.
Además, una herida de bala en la cabeza le terminó de arrebatar la vida de forma atroz.
Las autoridades judiciales determinaron que a la joven la atacaron por temor a que fuera testigo del homicidio de un taxista informal de nombre Omar Antonio Hernández Picado, de 22 años.
Hillary estaría cumpliendo 25 años y su hijo estaría próximo a celebrar los 10; sin embargo, no solo les privaron de la vida, sino que por ellos nunca hubo justicia.
En Expediente LT retomamos este caso que conmocionó a la comunidad de La Herediana, de Siquirres, en el Caribe de Costa Rica, y que seguirá siendo recordado, sobre todo por Shirley Mendoza, mamá y abuelita de las víctimas.
Shirley conversó con La Teja sobre este atroz hecho y cómo, en casi una década, ha salido adelante, especialmente por sus otros dos hijos, hermanos menores de Hillary.
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El último recuerdo que dejó Hillary Miranda
La última vez que a la joven se le vio con vida fue el jueves 31 de diciembre del 2015, cuando le dejó unos chocolates a su hermana menor.
“Ella estaba embarazada y le toqué la pancita, le hablé al bebé y él se movió. Mi hijo, que para ese momento era un niño de seis años, decía que el bebé iba a jugar bola con él. Mi hija soltó una carcajada y recuerdo ese momento de verla sonreír con esos dientes grandes y blancos que tenía. Eso fue dos días antes de que ella muriera”, manifestó la mamá.
Ese 31 de diciembre, la futura mamá salió a comprar una gaseosa y luego estuvo hablando con su hermanita, de tan solo un año.
“Mi hija menor en ese momento estaba comenzando a caminar y Hillary le habló con cariño, le dijo: ‘Melany, te traje cocolates (chocolates)’, luego me dijo que iba para el río y asumí que iba al que siempre visitábamos, pero se fue para otro”, agregó.
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Aguacero alertó a la mamá de la joven embarazada
Los temores para la familia llegaron cuando Hillary no se comunicaba con ellos.
“Ella se fue a las dos de la tarde; se vino un aguacero y siempre le he tenido miedo a las cabezas de agua (crecidas repentinas de ríos). La comencé a llamar para que se devolviera y no me contestaba. Se hizo de noche y no me llamaba; sabía que no se había ido de fiesta, porque ella me dijo que el Año Nuevo lo iba a pasar con la familia. Además, era muy coqueta y no se había llevado maquillaje ni ropa para salir”, dijo doña Shirley.
Ese día no hubo alegría en el hogar, más bien preocupación por no saber nada de la joven.
Shirley recuerda que le llegaron mensajes de vecinos deseándole un lindo año; escuchaba bombetas, pero más bien aumentaba la preocupación.
“Llamé a los amigos de mi hija y ninguno sabía de ella. Esperaba que me llamara para decirme que estaba en algún lugar. El único mensaje que quería que me llegara era el de ella. Yo me sentía brava porque ella no contestaba, tampoco llamaba. Del cansancio me dormí, cuando de pronto me desperté y en mi mente solo retumba: ‘Que el año viejo no me la quite’. Me asusté al pensar en esa frase”, exclamó la mamá.
Papás de Hillary hicieron el peor hallazgo
Al amanecer el 1.° de enero, la mamá recuerda que era un día soleado. Salió de la casa para ver si veía a Hillary y tampoco la veía llegar.
Al mediodía decidió irse a buscar a su hija mayor. Se topó con una vecina que le dijo que el día anterior había visto a Hillary junto con dos muchachos más, cerca del río Las Vueltas, en El Silencio de El Cairo de Siquirres.
“Era un lugar solitario. Me dijeron que vieron salir a los hombres, pero a ella no. Sentí un escalofrío en mi cuerpo; llamé a mi esposo y él llegó a donde me encontraba. Fuimos al río. Mi marido solo gritaba, ahí estaba mi hija muerta. Yo no la pude ver, el mundo se me vino encima”, detalló.
La familia no entendía por qué le hicieron daño. Luego escucharon que era porque no querían que hablara sobre otro homicidio; no obstante, Hillary nunca le mencionó a su familia nada sobre ningún asesinato, ni tampoco dijo sentir miedo por amenazas. Este es un dolor que marcó al hogar para siempre y con el que han aprendido a vivir.
Le tenía nombre al hijo que esperaba
Hillary tenía programado dar a luz en febrero del 2016, le preparaban el té de canastilla y la joven hasta el nombre de su hijo escogió con ilusión.
Doña Shirley estaba emocionada por su primer nieto y esperaba que este niño hiciera madurar emocional y mentalmente a Hillary, para que fuera más responsable al convertirse en mamá.
“Se iba a llamar Jair Kenai. Al bebé lo conocimos cuando lo sacaron muerto del cuerpo de mi hija.
“Recuerdo (antes del crimen) cuando mi mamá me dijo que Hillary estaba embarazada. Yo no renegué, tampoco le peleé; más bien pensé que ojalá este fuera a ser el paso para que ella amara su vida y que cambiara, dejando amistades que no le convenían. Porque así es cuando uno se convierte en mamá: uno quiere mejorar, luchar. Pensé que con ella iba a ser igual”, señaló la abuela.
Desde la ventana ve la tumba de su hija
Hillary y el bebé fueron despedidos en el cementerio de La Herediana, que queda cerca de la casa de la familia. Desde allí la mamá puede ver por la ventana de la cocina la tumba; sin embargo, prefiere no ir al cementerio porque le causa mucho dolor.
“Cuando ocurre un accidente y muere un familiar es doloroso, pero uno de alguna manera lo acepta; pero que le maltraten a uno un hijo es una impotencia indescriptible. Cuando fuimos a Medicina Forense la vi muy golpeada; incluso, el bebé tenía una rodilla quebrada. A ella la torturaron hasta morir”, expresó la mamá.
Shirley afirma que el dolor que sintió se lo entregó a Dios y tiene claro que de la justicia divina nadie se escapa.
“La misericordia de Dios es la que me da fuerzas. Al principio yo no quería vivir, quería que me enterraran con mi hija, pero recuerdo que mi hermano menor me dijo que yo tenía dos hijos pequeños. Me pasaron muchas cosas por mi mente, pero gracias a Dios, soy una mujer que no tengo malas amistades. Se me quitaron las malas ideas y, poco a poco, recuperé la paz en medio del dolor”, dijo entre lágrimas.
Las pertenencias del bebé las regalaron de inmediato, y las de Hillary las fueron quitando poco a poco. Esta mamá solo conserva algunas fotos de su hija y los recuerdos en la memoria.
Hubo detenidos, pero la justicia nunca llegó
El OIJ detuvo a los sospechosos de matar a Hillary, el bebé y también al conocido de ella, el taxista informal Omar Hernández, quien fue visto con vida por última vez en enero del 2015.
Omar y Hillary fueron hallados sin vida en el mismo río.
Los sospechosos eran una banda conocida como Los Carpio, integrada por dos hermanos y un primo, quienes llevan ese apellido.
Por estos dos casos, el Ministerio Público pidió prisión preventiva en su contra, pero el Juzgado Penal de Siquirres, por falta de pruebas, los dejó en libertad con medidas cautelares.
Posteriormente, a ambos les levantaron las medidas cautelares y quedaron en libertad.
Uno de los Carpio era menor de edad para el momento de los hechos. Fue juzgado por los homicidios de Hernández y de la menor embarazada, pero fue absuelto, según consta en las sentencias judiciales 888-2016, del Juzgado Penal Juvenil del Segundo Circuito Judicial de Limón, dictada el 15 de diciembre del 2016, y ratificada por el Tribunal de Apelación de Sentencia Penal Juvenil de Goicoechea, en la sentencia 0205-2015, del 25 de mayo del 2017.





