Karina Rodríguez y su esposo Manuel Acuña llevan el sustento a su casa de una forma curiosa: poniendo guapos a los perritos.
Hace doce años, cuando esperaban a su primer hijo, ellos vieron la necesidad de tener un ingreso más estable, ya que para ese momento Manuel se dedicaba a vender carros, pero los vehículos no siempre se colocaban rápido.
“A mi esposo siempre le han apasionado los perros y tiene varios cursos de peluquería canina, entonces decidimos emprender con el servicio de grooming (peluquería canina) a domicilio, porque en aquel momento solo estaba la opción de llevar el perro a las veterinarias para que los atendieran.
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“A los dueños de perros les encantó la idea que nosotros llegáramos hasta las casas con todo lo necesario para bañar a los perros y que ellos pudieran ver como hacíamos todo, ya que decían que cuando llevaban los perros a algún local no podían ver como trataban a sus animales y además tenían que dejarlos horas solos y eso no les gustaba”.
La pareja vive en San José, y en un principio los llamaban para que fueran a bañar perritos a Alajuela, Heredia, Grecia, Cartago y otros lugares, pero con el pasar de los años les fue saliendo competencia así que ahora se concentran en lugares más cercanos a San José.
Épocas duras
Esta pareja ha tenido que pasar momentos duros como por ejemplo la muerte de su primer hijo: Santiago, quien solo vivió nueve días.
Pese al gran dolor que enfrentaron, no abandonaron el negocio y poco a poco aprendieron a vivir con el fugaz recuerdo del angelito.
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Años más tarde, Dios y la vida los premiaron con dos preciosas hijas: Emma y Alma, que ahorita tienen 11 y 9 años respectivamente.
“En este tipo de negocios los clientes se vuelven amigos, porque cuando aprecian el trabajo siguen contratándonos por años. Recuerdo que muchos de los clientes se dieron cuenta de lo que pasó con Santiago y por eso cuando quedé embarazada de Emma me chineaban mucho y algunos hasta me regalaron cositas para ella.
Otro momento complicado fue el inicio de la pandemia, porque la gente dejó de contratarlos, pero por dicha poco a poco se han ido recuperando y ahorita, por la época navideña, tienen más trabajo que nunca.
“Mi esposo es el que el hace los trabajos, yo cuando puedo lo acompaño pero como cuido a la chiquitas me cuesta. En diciembre siempre hay mucho trabajo, gracias a Dios, pero es común que enero y febrero sean meses muy malos, ya en marzo empezamos de nuevo a recibir llamadas de clientes.
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Hasta mordiscos
Debido a que Manuel debe tratar con todo tipo de peluditos: grandes, pequeño, medianos, de pelo largo o corto, cachorritos o viejitos y simpáticos y bravos, le ha tocado vivir de todo.
“Una vez fue donde un perro grande y la señora le dijo que era muy tranquilo, que no había problema con el baño. Mi esposo empezó y se estaba portando bien, pero cuando le tocó una pata lo lastimó porque tenía una uña tan larga que ya se le estaba metiendo en una de las almohaditas de la pata y le tiró un mordisco y se lo pegó en un brazo. La dueña del perro no hallaba qué hacer de la congoja, hasta le mandó a comprar una crema para que se pusiera en la mordida.
“Mi esposo siguió atendiendo al perro que se lastimó de nuevo y trató de morderlo otra vez. Él se quiso quitar pero cayó acostado en el garaje, en fin, fue toda una odisea ese trabajo”, contó Karina.
Otra anécdota que los marcó es que un día los llamó una señora para que bañaran el perrito que tenía 17 años y estaba muy nervioso. La dueña del animalito estaba ahí con ellos pero el peludito estaba muy débil por lo viejito y le dio un paro y murió. “Fue algo muy triste, Manuel le ayudó a la dueña a enterrarlo”.
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También han conocido perritos muy chineados. Una vez fueron a la casa de una señora que tenía un peludito al que quería como a un hijo y cuando se iba a trabajar le dejaba el tele puesto para que se sintiera acompañado, además, el animalito era muy delicado de la pancita así que todos los días en la noche le hacía sopa.
Manuel chinea un montón a sus clientes de cuatro patas, y el dueño del animal decide qué servicio quiere contratar, puede ser: baño, cepillado de pelo, secado, corte de uñas, limpieza de orejas y limpieza de glándulas perianales.
“Por un paquete básico podemos cobrar entre ¢12 mil y ¢13 mil y se puede tardar entre dos o tres horas, todo depende del tamaño del perro y del lugar al que haya que ir.
El dueño del perro no tiene que poner nada, Manuel lleva todo lo necesario, hasta la mesa de trabajo, eso sí, si la mascota tiene problemas de piel y usa un champú especial medicado, el dueño de la mascota debe tenerlo a mano para usar ese.
Si usted desea contratar los servicios de Grooming Kary puede llamar o escribir a los teléfonos: 8670-9182 o 8421-9250.
Manuel también baña gatos pero es necesario que ellos estén acostumbrados a que los bañen desde pequeños para evitar inconvenientes.