Personas sanas, solidarias, que aman la naturaleza, que conocen muchas zonas del país y que esperan ansiosas los fines de semana para hacer lo que más les gusta, así se puede describir a los ciclistas que vemos rodar por todas las calles de Costa Rica.
Hablamos de ellos porque el pasado viernes 3 de junio se festejó el Día Mundial de la Bicicleta y sin duda este fin de semana lo han aprovechado para salir a cletear con amigos, la familia, con la pareja o con quien sea.
Luis Fernando Flores empezó a cletear desde que tenía ocho años y hoy, con 61, asegura que nunca ha dejado de hacerlo y lo considera parte de su vida.
“Para mí la cleta es la catarsis perfecta, es salud mental y física, recreación, es compartir con amigos, aprender de solidaridad. Es salir en grupo y llegar en grupo, nadie se queda botado porque es un deporte solidario, si alguien se quedó sin cadena, se arregla entre todos”, aseguró con orgullo.
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Luis Fernando lamenta no poder ir a trabajar en la cleta, esto no solo porque las pocas ciclovías que hay son usurpadas por motos y hasta carros, sino porque no existe la cultura para hacer de la bici un medio de transporte para ir al brete o a estudiar. Claro, las barreras se han ido rompiendo.
“Yo debo ir de Heredia a Montes de Oca, entonces llegaría sudado y no en todos los trabajos hay duchas para bañarse, cambiarse, desarrollar el trabajo e irse”.
En su caso, trata de pedelear al menos dos veces por semana.
Otro fiebre que ha hecho de la bicicleta un modo de vida es el alajuelense Luis Carlos Gutiérrez. El hombre dice que para él es la principal vía para desahogar el estrés que le produce el brete.
“Significa tantas cosas, solidaridad, amistad. Últimamente nos hemos convertido en guardianes, por ejemplo, un día rescatamos a ocho perritos que abandonaron, puse las fotos en el Face y en una hora los adoptaron”.
También dijo que rescataron a un perro de un hueco.
“El año pasado, en Carrizal de Alajuela, se estaba quemando una casa y le ayudamos a la señora y hace poco le llevamos arroz y frijoles. Esos sentimientos se fomentan en los grupos de ciclismo”, dijo.
Luis Geovanny Díaz descubrió los encantos de este medio de transporte de dos ruedas hace apenas dos años, por la pandemia, pero ahora lo usa todos los días.
“Practico ciclismo todos los días. Soy un trabajador normal, entonces me levanto a las 4 para cletear y a las 6:30 a.m. estoy en la casa. Los miércoles generalmente hacemos nocturnas, llegamos a las 10:30 de la noche y los sábados y domingo hacemos tours en el grupo”, comentó.
Se forjó un grupo
Uno de los grupos más antiguos y consolidados de cleteros en Costa Rica se llama “Pa’ Kletear Heredia”, y uno de sus fundadores, Jorge Zamora, cuenta cómo nació, en el 2008.
Resulta que hubo un reencuentro de compañeros de colegio y universidad y, como pasa muchas veces, vieron que con los años llegaron unos kilitos de más.
“En una conversación allí mismo uno dijo: ‘Yo tengo una bici’, y luego otro dijo que también y salió otro que también. Y así varios. Entonces empezamos a salir.
“En ese entonces era un grupo cerrado y no tenía nombre. Una vez en una carnita asada alguien dijo algo y expresó la frase ‘pa cletear’ y yo dije, allí está, pongamos ese nombre, pero en vez de ponerlo con C lo ponemos con K. Eso fue en el 2012″.
Más seguros. El INS informó que, del 2020 a la fecha, los costarricenses han comprado 1.437 seguros para bicicletas. El precio anual va desde los ¢22.585 hasta más de ¢350.000, dependiendo del valor de la bicicleta, según Karla Huezo, subjefa de la Dirección de Seguros Generales. El seguro lo pueden adquirir en las sedes del INS o con el intermediario de seguros. Siempre deben presentar el detalle de los equipos a asegurar: marca, modelo, serie, año, facturas o DUA, fotografías del marco de la bicicleta y los componentes de las bicicletas (fecha y lugar) y, muy importante, si el valor de la bicicleta es inferior a $3.000 y no se cuenta con factura, se pueden presentar 2 cotizaciones con el desglose de componentes. El monto asegurado será un 80% del valor registrado en la cotización.
Después ocurrió un accidente que casi deshace el grupo, pero don Jorge siguió, consiguió la autorización de los primeros que estuvieron con él para seguir usando el nombre y se estableció más formalmente en el 2013.
De allí en adelante, el grupo ha crecido, se reúne todos los fines de semana para cletear y hoy cuenta con cerca de 6 mil miembros.