Han pasado 406 días en el fútbol costarricense, trece meses en los que se han entregado tres títulos de campeón nacional y todos han terminado en el mismo lugar, en Tibás, en las manos de Saprissa, del rey del futbol de Costa Rica, el tricampeón, el 39 veces campeón, el que ya parece inalcanzable.
La final contra Herediano demostró porque el Monstruo es el mejor equipo en Tiquicia, en una temporada de récords, solo le bastó ganar 1-0 para celebrar tras ganar 3-1 en el global..
Una vez que la S se acomodó a los morados nadie les hizo sombra. En la primera fase con su marca histórica de 55 puntos demostró su solidez, en la semifinal ni que se diga al apabullar al Cartaginés y cerró el tricampeonato en dos partidos, como se espera de un equipo grande.
Saprissa perdió dos partidos durante la fase regular ante Alajuelense y Herediano, adonde tal vez no la pasó bien en algún momento, pero el ADN de este equipo aparece en las finales, adonde más cuenta, donde queda demostrado que este equipo no celebra partidos, sino que celebra campeonatos.
Al Saprissa ningún equipo puede noquearlo, ya debe estar cansado de ser humilde, de que los rivales piensen que tienen una oportunidad contra él, porque al final la cabeza y hombros del Saprissa están sobre todos los demás, este es su show; las cámaras son suyas, lo dirige todo en este fútbol.
No se trata de echarle un mielero al tricampeón, pero es que en los últimos tres torneos ningún equipo ha demostrado que tiene la capacidad para lo contrario, uno que de paso y demuestre que sabe cómo degollar a esta este Monstruo, le han dado golpes fuertes, pero nadie ha podido terminar el trabajo para poder proclamarse en la cabeza de la mesa.
A muchos les dolerá, pueden echar la culpa al arbitraje, a los medios, a la Unafut, a la Fedefútbol, pero en el verde, la S también es un ejemplo de resiliencia, como cuando a los 27 minutos le anulan mal un gol legal de Javon East que liquidaba la final, el atacante morado jamás estaba adelantado. Claro, esos con los años no se recuerdan porque Saprissa tuvo con qué levantarse y ganar.
A otros los fallos arbitrales los desconcentran, los hacen que se caigan o armar un show en su área en la que expulsan a cualquiera, pero Saprissa tiene otro ADN,
Más bien ese momento hizo que se despabilara en un partido en el que los primeros 20-25 minutos el rival se veía mejor, tenía mejor manejo y daba la impresión que tenía con qué igualar el global.
Elías Aguilar jugaba suelto, Jesús Godínez era una amenaza constante, hasta que le cayó el gol, típico en estas mejengas, cuando el que está peor es el que pega primero. Al final Juan Gabriel Calderón y su guardalínea le tiraron un salvavidas a los florenses para mantener el cero en su marco.
No hablamos que Chamorro estaba en el marco morado, volando de palo a palo, conteniendo una tormenta con rayería, pero sí se veía mejor, pero extrañamente después del gol, más bien es al afectado quien pudo nivel las cosas.
Nos fuimos al segundo tiempo y era una mejenga apretadísima, de esos en el que se juega con el cuchillo entre los dientes, pegando de lado y lado, con barridas, sin dar un mínimo de espacio, lo que provocaba que hubiera pocas jugadas de peligro en los marcos.
Los cambios trataban de cambiar las cosas, era una exigencia, especialmente en el Team, el título se le estaba yendo y algo tenía que hacer Jafet que en la final ya dejó las poses, el disimulo y se mostró como el verdadero técnico y líder de su equipo, dejando los cuentos y misterios de hace semanas.
Heredia tuvo hasta que hacer cambio de portero, cuando a los 78 minutos se fue lesionado Aarón Cruz y en su lugar le tocó entrar en un momento calientísimo al joven Alexander Lezcano.
Lo del Team es la otra cara de la moneda, sacó mucho pecho al eliminar a Alajuelense en semifinales, pero al final también se quedó sin nada y lo de los rojiamarillos es literal, se fue en blanco en el semestre, pues mientras el Monstruo reina en Tiquicia, la Liga lo hizo en Centroamérica. Ya son dos años de no ganar el título nacional, con esa planilla también hay que llamarlo fracaso.
Entró Christian Bolaños para despedirse y dar el puntillazo, una asistencia exquisita para Michael Chirinos y que anotara el único gol a los 92, un pase en el que demostró toda la calidad de Bola en 22 años de carrera, quien este domingo dejó el fútbol y una enseñanza que queda apuntada como un credo “Cuando el ADN es de verdad, el amor es eterno”.