El goleador del último torneo que se jugó en Costa Rica con diez clubes, es el papá de un jugador de Saprissa.
Se trata de Erick Rodríguez, papá de Ariel Rodríguez, quien terminó como máximo artillero del campeonato nacional de 1989, con 14 goles, casualmente el dorsal que usa su hijo.
Rodríguez superó a Gilberto Rhoden de Alajuelense, quien llegó a 13 anotaciones, y a Juan Cayasso de Saprissa y Mario Orta, uruguayo, del Herediano, con 12 goles cada uno.
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El Club Sport Uruguay de Coronado hizo un torneo espectacular y se ubicó en el tercer lugar, solo por detrás de Saprissa y Alajuelense.
Una fortaleza
La Teja habló con Rodríguez, quien recordó que ese equipo, dirigido por Leroy Lewis (qdDg), hizo del estadio Pipilo Umaña una fortaleza.
“Creo que para la gente fue una sorpresa la labor del Uruguay, porque era un equipo entre comillas pequeño, pero estaba bien conformado, con un buen entrenador. A los equipos no les gustaba jugar allí, era pequeño y siempre estaba lleno”, comentó.
Anted había más goles, ahora el fútbol es más táctico"
— Erick Rodríguez, exgoleador
Quizás esa circunstancia era una razón que motivaba a Erick y al equipo. Recuerda entre sus compañeros ofensivos al uruguayo James Cantero, quien también hizo una buena cantidad de goles, ocho en total.
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“Esa vez quedé como goleador, pero una de las cosas que tengo que agradecer a Dios es que siempre me fue bien en los equipos que jugué. En Cartago, en Puntarenas, en Uruguay, en todos”, manifestó.
67
— partidos con Uruguay de Coronado en la década de los 80, lo hacen el jugador con más juego con el club en ese lapso.
Eso trajo una consecuencia, que se ha convertido en una de las cosas más bonitas que le dejó el fútbol a Erick.
“El fútbol me dejó en la retina, en la memoria de muchos aficionados, y lo que me pasaba, que es muy lindo, es que cuando iba por la calle muchas veces me paraban para hablar de fútbol, porque me recuerdan”.
El majadero del área
Erick Rodríguez, sin necesidad de ser un delantero alto (1,67 metros), o que impresionara por su gran físico, metió muchos goles de cabeza y le ganaba duelos a defensores como Róger Flores, Mauricio Montero y Rónald González, entre otros.
Rodríguez tiene muy claro por qué sucedía esto, y hasta indicó que esa virtud la heredó su hijo Ariel.
“Es por la insistencia, la majadería en el área, estar jodiendo. Antes había aquel montón de jugadores fuertes, pero aprendí a nunca achicarme, a darle fuerte y a no minimizar nada, porque a uno lo ofendían o me agarraban a patadas. Más bien, eso me encantaba porque daba a entender que uno era importante.
“Es de las cositas que sacó Ariel, la mayoría de los defensas quieren agarrarlo y marcarlo”, manifestó.
Fútbol diferente
Sabe que el fútbol ha cambiado. Antes había más libertad para un delantero, hoy los sistemas tácticos dan menos espacios y, además, los atacantes deben marcar.
“Yo recuerdo que, en Cartago, por ejemplo, Chimi Quirós y Bernal Mullins jugaban abiertos y tiraban centros y uno estaba ahí para meter los goles. Ahora los delanteros deben bajar mucho, no es igual”.
Aquel campeonato dejó un goleador para la historia… y sembró el nombre (Ariel Rodríguez) que hoy vuelve a brillar en Saprissa.