Javier Gutiérrez, un apasionado por los carros, restauró un clásico para su papá y ahora el chuzo roba miradas por donde sea que va.
El amor por los carros lo lleva en la sangre, y en su caso, se convirtió también en un acto de cariño hacia su padre, don Carlos Gutiérrez.
LEA MÁS: Solo hay dos en el mundo: vea el Lotus 2-Eleven que correrá en La Guácima este domingo
Hace cinco años, el joven tomó la decisión de restaurar un clásico Toyota Land Cruiser del 71, modelo FJ40, y hacerlo con sus propias manos como un regalo muy especial.
“Fue un regalo de cumpleaños para mi papá, y lo desarmé y lo armé yo”, nos contó el entusiasta del automovilismo.
Javier no lo hizo solo, pues contó con la ayuda de Tony, un amigo cercano, con quien trabajó a fondo para devolverle la vida a este vehículo legendario.
LEA MÁS: El Yaris morado que encanta con su cola, bigote y full sonido
“Tony lo pintó y entre los dos hicimos la instalación eléctrica, le pusimos piezas nuevas y adaptamos los asientos. Este es modelo FJ40, motor 4.200 gasolina. Tiene solo tres cambios: primera, segunda y tercera, y reversa”, agregó.
Este clásico no solo destaca por su diseño robusto, sino por su sorprendente historia y, a pesar de que no es un vehículo que se use muy seguido, cada vez que sale a la calle, atrae miradas y piropos.
LEA MÁS: Nieto heredó el carro del abuelo, sudó para restaurarlo y ahora luce su joyita soñada
“Es un carro bastante confiable y seguro. Tiene 57 años desde que lo crearon y puede durar unos 50 años más.
“No soy de andarlo mucho, pero hace poquito lo llevé a Puerto Viejo y fue una experiencia muy bonita, nunca lo había disfrutado de esa manera. Le quité la capota y así lo llevé, y fue bastante bonito”, comentó.
El color del carro también fue una elección muy pensada, con el objetivo de hacerlo único y distinto.
“Lo quise pintar de este color para hacerlo un poco distinto a los demás, porque hay muchos en rojo, en blanco, azul, pero en verde cuesta un poquito”, detalló.
Y no faltan quienes se interesan por él apenas lo ven: “Todo el mundo me dice qué lindo, que si no lo vendo, que cuánto vale”.
El mantenimiento que le dan es básico, porque no se usa con frecuencia, ya que a don Carlos le gusta tenerlo guardadito y lo cuida con mucho cariño; incluso, le pasa un pañito todos los días para asegurarse que esté intacto.
“El carro es de mi papá, pero yo lo uso de vez en cuando para calentarlo y también para andarlo”, comentó Javier.
En su familia, el gusto por los carros es común, pero Gutiérrez ha ido más allá; incluso, con experiencia en deportes de motor.
“En la familia casi todos somos amantes de los carros, solo que yo me he metido más a fondo. Del 2010 al 2013 corrí cartismo y automovilismo profesional”, detalló.
Aunque a Javier le encanta manejar el chuzo, no lo saca con frecuencia; de hecho, el único evento al que lo ha llevado fue a los carnavales de San José en 2023.
Este Land Cruiser no es solo una joya sobre ruedas, es una historia de familia, esfuerzo, pasión y un gran regalo.