El planeta fútbol está en shock por las lágrimas de Messi al despedirse del “club de sus amores”, en el que pasó toda su vida deportiva desde niño.
“He estado dándole vueltas a qué podía decir hoy y no me salía nada, como ahora, estoy bloqueado...
“Después de tantos años no estaba preparado. El año pasado sí sabía (quería irme), pero este no”, dijo el futbolista.
Sus lágrimas han empapado al mundo, millones de aficionados están con el corazón destrozado. No estoy entre esos y no porque no lo admire como futbolista, la llamada Pulga es un monstruo en la cancha, dotado de gran técnica y una superior inteligencia y agilidad mental.
También ha sido un monstruo para los negocios, un amante del dinero. El Barcelona lo desarrolló, en todo aspecto, le dio todo, y el equipo catalán también le sacó el jugo al negociazo. Están taco a taco, ninguno le debe al otro, hastá ahí todo bien, todo OK. No olvidemos que Lio y su tata hasta fueron condenados por evadir impuestos, no fueron a la cárcel, pero en el 2016 tuvieron que pagar 12 millones de euros al fisco español.
El llanto, sinceramente no sé sí es por amor al Barcelona o si es por su gran amor a don dinero, a pesar de que desde hace rato tiene toda la plata del mundo. Ni las vidas de sus tataranietos bastarán para gastarla.
El llanto de Messi me hace llorar por lo que es el ser humano, a quien ni la pandemia cambiará. Las lágrimas de Messi no se comparan con el llanto de millones de personas, alrededor del mundo, intempestivamente separadas de sus seres queridos por el covid-19, pero hoy, pera los mercaderes hasta a su llanto le sacarán el jugo.