Alberth Barahona no llegó al Saprissa en yate. Cruzó el golfo en una lanchita con la fe de los que se forjan con sudor. Vino desde isla Venado, con los consejos de su tata bien metidos en el alma y el balón cosido al empeine.
Tiene 20 años y ya se asoma en la cancha como se meten los pescadores al mar en la madrugada: sin miedo. Hace tres años tocó la puerta del monstruo morado y hoy la está abriendo como titular.
En la semifinal contra Herediano no fue promesa, fue presente. El mediocampista se metió al once como quien mete un sueño al corazón, el cual venía pulseando desde chamaco.
Don Ismael Barahona, su padre, habla con la voz salada del mar y el orgullo dulce de un tata bueno. Conversó con La Teja desde la isla, en la Península de Nicoya, que lo vio crecer y hoy lo ve en la tele con lágrimas escondidas.
Alberth no solo juega, representa una comunidad. Es la prueba viviente de que, a veces, con constancia y humildad, se puede saltar de una isla a una final.
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“El domingo anterior escuchaba las palabras del técnico Paulo César Wanchope y no puedo estar más que agradecido, orgulloso, porque es un buen muchacho y sé que por escuchar nuestros consejos le va bien en la vida, contó don Ismael.
“Al inicio, cuando estaba en el equipo, Vladimir (Quesada, exentrenador), nunca lo ponía y me contaba que se ponía bravísimo y yo le decía: ‘enójese ahorita, porque mañana debe entrenar como si fuera titular. Los tiempos de Dios son perfectos y entrene al 200 por ciento, demuestre que quiere ser titular’ y ahora está recogiendo los frutos. El ser humano siempre quiere hacer las cosas rápido, pero Dios tiene un tiempo para todo”, expresó su papá.
Listos para ir a la Cueva. Los papás y hermana de Alberth están listos para el clásico del próximo domingo. Tomarán el ferry de Playa Naranjo, a las 8 a.m. y esperan llegar a San José a eso del mediodía, luego, irán a almorzar a la casa de un familiar, que vive cerca del estadio Saprissa y de ahí se van para el estuche.
Fiebre para mejenguear
Alberth es el menor de dos hermanos y su tata, fiebre para mejenguear contó que desde que su hijo tenía unos 4 años ya lo llevaba a jugar con él.
“Creo que el amor por el fútbol lo heredó de mí, porque soy fiebre para las mejengas, acá en isla Venado he tenido a cargo algunos equipos y desde que estaba chiquitillo lo llevaba a partidos.
“Cuando tenía 8 años lo matriculamos a una escuela de fútbol en Jicaral, lo invitó un conocido y era difícil, porque para llegar allá teníamos que trasladarnos en panga y en esa escuela estuvo hasta los 13 años”, comentó.
Cuando era un adolescente, Alberth fue fichado por Jicaral Sercoba y ahí estuvo hasta los 17 años. Su familia no reparó para apoyarlo y al igual que cuando era un niño, debía cruzar la península en panga y un día, recibió la llamada que cambió su destino.
“Un día jugó una serie contra Saprissa y un domingo, mientras estábamos en la iglesia, recibimos una llamada de Sergio Gila, el gerente deportivo de Saprissa. Estábamos muy felices, pero cuando salimos de la iglesia nos pusimos de acuerdo con él para conversar más seriamente.
“Yo soy liguista y decía vacilando que no lo iba a dejar ir a Saprissa, y las negociaciones salieron muy bien, pero soy una persona agradecida y no quise que Alberth se fuera hasta que terminara el torneo con Jicaral y en Saprissa entendieron y estamos muy agradecidos con la oportunidad”, contó.
Don Ismael es pescador y su esposa, doña Carolina ama de casa. En la casa de la familia Barahona Matarrita han trabajado duro para que al jugador y su hermana Priscilla no les falte nada. De hecho, Alberth ha participado con su papá en pesca, pero no trabajando.
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“Siempre nos esforzamos para que nuestros hijos estudiaran y salieran adelante y he trabajado muy duro, para que no se dedicara a la pesca, porque es un trabajo muy cansado y gracias a Dios Alberth sigue estudiando: sacó la escuela, el colegio y ahora estudia derecho, gracias a una beca que le dieron en Saprissa.
“La verdad es que no tengo queja, tenemos buenos hijos y Alberth es un muchacho educado, respetuoso y siempre ha sido casero, no es de andar en la calle. Ahora que vive en San José, siempre nos pide permiso cuando quiere salir con los compañeros de la casa club”, afirmó.
Con la misma chema
La diferencia de equipo en su casa ha hecho que Ismael y su hijo se vacilen y hasta han apostado, pero ahora, todo eso quedó atrás y al orgulloso papá no le da vergüenza ponerse la camisa morada, con tal de apoyar a su hijo.
“Esta oportunidad la esperamos por mucho tiempo y ahora la está aprovechando. Apenas va a cumplir 3 años en Saprissa y ya está en el primer equipo, ha sido llamado a la Selección Sub-20 y en Jicaral fue muy duro el proceso, pero ahora estamos recogiendo los frutos del esfuerzo de todos”; afirmó.
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¿Qué es lo que le gusta al futbolista fuera de la cancha?
El muchacho es fiebre del Barcelona y fiel seguidor de Lionel Messi. Por el fútbol y los estudios va poco a isla Venado, pero cuando visita a sus papás le gusta que le preparen un buen ceviche de piangua y todos los días se comunica con sus papás, a través de una videollamada.
“Acá en la isla es un ejemplo para todos, un ídolo y cuando juega mi teléfono no para de sonar, pero yo me pongo nervioso cuando lo veo en un partido y casi ni hablo, porque paso muy pendiente de lo que está haciendo”, aseguró.