A don Genaro Blotta desde muy joven le llamaban la atención los carros convertibles, lo que nunca imaginó fue que, gracias a una vez que se perdió en San José centro, descubrió un chuzo al que le dio una nueva vida a punta de esmero y dedicación.
En el Chuzo de la Semana le contamos la historia de este Volkswagen Cabriolet color blanco, modelo 1988, que fue descubierto por la curiosidad de su actual dueño en el 2016.
“Fue una historia rara, me perdí en Sabana Sur; por error me metí en una calle cercana al Costa Rica Tennis Club y cuando llegué a la esquina había un carro tapado con un toldo. Me bajé para ver qué era y se trataba de este convertible con un rótulo de ‘Se vende’, entonces toqué la puerta de la casa donde el carro estaba parqueado y me salió un señor.
“Me comentó que no lo usaba porque era muy mayor. El carro era de una gringa que lo trajo nuevo al país, pero se fue de Costa Rica y se lo regaló, pero él lo estaba vendiendo.
“A mí me interesó y le hice una oferta, pero me respondió que lo consultaría con sus hijos. Días después me llamó para avisarme que aceptaba la oferta y se lo compré”, contó.
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De nuevo a la vida
Ya con las llaves en mano, lo revisó para ver su estado y al observarlo un poco hecho leña, se mandó a restaurarlo y devolverle su brillo, con el fin de dejarlo como si fuera recién sacado de la agencia en la época de los ochenta.
“El carro estaba feo y abandonado, deteriorados los asientos y la pintura, así que me di a la tarea de restaurarlo. Le puse la capota y el cielo raso nuevos, traídos desde Estados Unidos; lo pintamos y le cambiamos las llantas; prácticamente, se hizo nuevo.
“Estuvo un mes en el taller de pintura y el resto se lo hice yo, porque soy medio travieso para la mecánica, le instalé la nueva capota, lo único que no hice fue retapizar los asientos, eso me lo hizo un cubano que andaba de paso por Costa Rica, se ofreció a ayudarme y, de hecho, le quedó muy bien”, explicó.
La única salvada que tuvo fue en el motor, ya que estaba en perfectas condiciones y en dos toques lo volvió a la vida. “Reconozco que en la parte mecánica estaba muy bien y no se le hizo nada, solo se mejoraron los frenos”.
Curioso apodo
Blotta es de los que no le gusta ponerles apodos a sus carros, pero reconoció que se sorprendió cuando un día, en medio de una exhibición de carros antiguos, otras personas le decían a su Cabriolet “La Barbie”.
“Un día me dijeron que es el carro de la Barbie, no sabía que ese carro fue el primero que tuvo la muñeca Barbie hace muchos años, pero en color rosado, por eso le dicen así. Me di cuenta por mi hijo que me contó, hasta me enseñó unas foto y era cierto. A los años cambiaron el modelo del carro a la muñeca, pero el primero fue el Cabriolet”, contó en medio de risas.
Nos confesó que el momento que más disfruta con el auto es cuando asiste a las reuniones de chuzos; principalmente, el del grupo Solo Convertibles y, a veces, le gusta acelerarlo para mostrar que su motor es respondón.
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