Danny Carvajal, portero de San Carlos, tenía más de siete años sin disputar un partido en el estadio Saprissa, escenario en el que festejó títulos y se ganó un lugar como portero del Monstruo.
Por su largo paso en el extranjero no había tenido chance de volver hasta este domingo, ahora defendiendo los colores de los Toros del Norte; sin embargo, el meta no tuvo reparo para reconocer que se trató de un partido muy especial para él por diversas circunstancias.
Carvajal no se anduvo con varas para decir que es saprissista y que la Cueva es su casa, que siente el escenario como si no se hubiera ido nunca, pero que ante todo es un profesional, por eso dio su máximo esfuerzo para que San Carlos pudiera llevarse al menos un punto.
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“Me siento contento, fueron muchas emociones; principalmente, cuando salí a calentar. Son muchos recuerdos de adolescente, me formé aquí y luego vine a primera división acá. Se me vinieron muchos recuerdos a la mente, pero tenía que ser fuerte, controlar eso para poder rendir en el partido. Creo que salió un juego bastante bueno, aceptable.
“Al final del partido la Ultra tuvo un lindo gesto, yo le decía hoy a mi hija que tiene ocho años y es algo muy bonito, yo la hice saprissista, me decía: “Papá, vamos San Carlos y vamos Saprissa” y ahora llego al estadio y me encuentro estas cosas y creo que le da un poco de nostalgia a uno por todo lo que viví, pero también orgulloso por todo lo hice en este club”.
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Sobre el pepino que David Guzmán le metió al ángulo durante el segundo tiempo explicó qué sucedió y por qué ni se tiró.
“Lo que pasa es que no lo veo, es un golazo, ahí tenemos que quebrar la línea y salir para que no le pegue. Conozco a Guzmán de toda la vida, sabía que le iba a pegar, pero la puso en el puro ángulo, es algo así como los goles que metía Colindres de ese lado, no te da chance porque es una bola que no viene girando sino que se va abriendo y es muy complicada para el portero”, explicó.