Mariano Torres podría ser castigado por dos portillos diferentes tras empujar al línea William Chow en el clásico de este miércoles ante Alajuelense por la Recopa, a pesar de haber recibido solo una tarjeta amarilla durante el juego.
El informe arbitral de Marianella Araya, del cual La Teja tiene copia, detalla de manera puntual que el capitán saprissista fue amonestado al minuto 87 por “protestar airadamente”, sin entrar en detalle sobre el motivo de esos reclamos, únicamente dice esas dos palabras.
Lo reportado por la réferi no habla en ningún momento del empujón, sino que la amonestación se da por otro motivo, lo que deja este hecho como una acción no juzgada en el compromiso, lo que da la posibilidad de que se rija una sanción por oficio con el uso del video.
Henry Bejarano, analista arbitral de La Teja y experto arbitral, afirma que además de ese concepto las reglas de la International Board, ente que realiza las reglas del fútbol en el mundo, también deja claro que los árbitros son intocables.
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Existe un concepto que dice que un jugador cuando recibe una tarjeta amarilla, ese ya es el castigo final del árbitro y luego no se puede cambiar, pero eso solo aplica entre jugadores, según Bejarano.
“Eso se aplica cuando ha habido agresión entre jugadores, cuando es contra un árbitro cambia totalmente, la regla dice que los oficiales del partido, en este caso los árbitros, no se les puede tocar ni insultar, ni maltratar, la regla cinco de la International Board lo dice.
“Cuando la amarilla es por una situación con otro jugador y el árbitro toma la decisión disciplinaria que para él es amarilla, aunque era roja, ya ahí no se puede hacer nada porque el árbitro ya tomó una decisión, pero cuando la agresión fue de un jugador a un árbitro, es otro concepto”, explicó.
La regla 12 de la International Board establece que cualquier tipo de agresión contra un miembro del equipo arbitral es meritoria de expulsión al ser considerada una falta grave.
“Si un jugador se emplea o tiene la intención de emplearse con fuerza excesiva o con brutalidad contra un adversario cuando no le está disputando el balón, o contra un compañero de equipo, un miembro del cuerpo técnico, un miembro del equipo arbitral, un espectador o contra cualquier otra persona, independientemente de si se produce o no contacto, la acción será considerada conducta violenta”.
Para Bejarano la manera como está hecho el informe hecho por Araya es lamentable, porque además es poco claro y deja muchas cosas sin responder
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