Uno de los peores torneos del Cartaginés en los últimos años, al mismísimo nivel de un equipo que está peleando por no descender; es más, ni a Grecia le pudimos ganar en la segunda vuelta y eso que ellos no ganaban ni un colectivo entre ellos.
Un torneo donde iniciamos ilusionados con buenos partidos, de la mano del mexicano Mario García, pero solo nos alcanzó para cinco juegos destacables. Luego caimos en picada, con un técnico que se enfocó en su idea de juego y en no salir de ella, y en la cual el trabajo físico era su prioridad.
Llegó 15 días antes del inicio del torneo, solo realizó una contracción, no conocía el medio, trajo un asistente que en su curriculum destacan dos descensos a segunda división en Costa Rica. ¿Qué podría salir mal?
Luego la directiva toma creo que una buena decisión al dejar un entrenador de la casa, como Greivin Mora, con asistentes que aman y defienden al club a capa y espada, como Danny Fonseca y Paolo Jiménez, pero llegan con un equipo que no es un equipo, en el cual sus problemas de camerino se ven evidenciados en la cancha. Al final de cuenta solo lograron una victoria, cinco empates y dos derrotas (33% de rendimiento).
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Durante el torneo también pasaron cosas extra cancha que creo afectaron al grupo y la afición se alejó más; por ejemplo, el cierre del estadio, jugadores que padecen de sueño, por lo que se les ve en la noche hidratándose; jugadores y directivos con “dimes y diretes” ante la prensa y en redes sociales.
Nos estamos convirtiendo de nuevo en el Cartaginés de hace unos años, cuando no competíamos, cuando se hablaba más de las cosas extra cancha que de fútbol. Y si hablamos de objetivos no cumplidos, tan fácil como quedar novenos y fuera de competencias internacionales.
Gracias a Dios se acabó esta pesadilla de torneo, si no hacen nada diferente, se viene lo mismo o hasta peor.
Adrián de Planeta Blanquiazul
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