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Hay momentos en la vida de un fanático de fútbol que nunca se olvidan: Campeonatos vividos, nuestra primera vez en un estadio, el gol que más celebramos, la derrota que más nos ha dolido, etc.
Pero, desgraciadamente, también existen momentos de lucidez, en los que anticipamos catástrofes que se ven a kilómetros de distancia.
El martes pasado vivimos una tragedia futbolística del Saprissa en Nicaragua, que se sentía en el aire. Pasó hace un año, sí, pero el ambiente era otro completamente. Llegamos al país vecino con una actitud derrotista, con discursos de derrota, alzando, de paso, a un rival inexistente en el área. Nos pusimos para ser humillados y expuestos.
El asunto aquí no es la derrota, nos ganaron bien y no hay discusión, es lo que vino después de la humillación.
A más de la mitad del país se le arruinó la semana por el festín de burlas que se nos vino encima, con mucha y justa razón, nada que argumentar. Dos derrotas en Nicaragua en menos de un año es una mancha que no se va a ir y que va a estar de la mano de tantos récords positivos que el equipo ha acumulando.
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La Copa Centroamericana es una obligación y hay que tratarla como tal, como lo hace el equipo de El Llano, ellos sí la toman en serio, ganan, gustan y golean en sus encuentros, y ¿por qué nosotros no podemos?, ¿será porque desmantelaron al equipo y no trajeron refuerzos a la altura?, ¿la crisis después de un gran éxito?
No lo sé, pero lo peor de la semana estaba por venir, tienen el descaro de anunciar con bombos y platillos lo que es el peor uniforme que le he visto a la marca Kappa desde que nos adoptó en el 2015.
Mangas grises, ¿pantaloneta de qué color? Aja, gris también, un uniforme blanco que, como burla del destino, se asemeja en su totalidad al uniforme del Real Estelí.
Para cerrar la semana con broche de oro, nuestro capitán Mariano Torres, con una madurez mental de un quinceañero, decide expulsarse contra Cartaginés y diezmarnos AÚN MÁS para el clásico que se viene. Alguien que ponga a Saprissa en arroz.
