José Mora Treminio tuvo un giro muy grande en su vida en solo un año. Al muchacho de 20 años lo fichó el Cartaginés para la próxima temporada y además podría llegar a la Selección de Costa Rica o de Nicaragua en las próximas semanas.
Al volver a ver atrás, el joven oriundo de barrio México siente alguna nostalgia, pero sobre todo mucho orgullo de ver cómo su esfuerzo se van viendo recompensados los sacrificios en los que se vieron involucrados su círculo más cercano para que pudiera salir adelante.
A inicios del 2024, al quedarse sin equipo luego de dejar Guadalupe FC por diferencias con su dirigencia, hasta pensó en dejar el fútbol, pero al final no quiso renunciar a sus sueños y por seis meses se iba a entrenar solo a las canchas en La Sabana.
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“Yo entrenaba solo en La Sabana, fue una época complicada porque no recibía ningún salario al no estar jugando, pero mucha gente me ayudó, mi novia me daba plata para poder ir a entrenar, además me acompañaba, me grababa mientras entrenaba porque yo no me quería rendir”, comentó a La Teja sobre su historia.
Personas como su novia Scarlett Hernández, su mamá María Florencia Treminio, algunos amigos, su hermano, John Mora y su agente, el brasileño Anderson Andrade, exjugador de Alajuelense, Herediano y Brujas entre otros clubes, han sido los ángeles que se le cruzaron.
“En esos seis meses sin jugar, mi novia me compraba las cosas que necesitaba, nunca me abandonó, mis amigos y hermano también me ayudaron mucho, son los que siempre estuvieron ahí conmigo, yo me iba a entrenar con dos amigos”, comentó.
A mediados del 2024, a José lo contrató Guanacasteca, equipo en el que pudo mostrarse y despertar el interés de diversos equipos nacionales hasta que los brumosos lo contrataron, pero fue apenas una lucha más de las que ha tenido que hacer en su vida.
“Yo en seis meses pensé que iba a dejar de jugar, pero es un tiempo en el que todo dio vueltas. Incluso hubo interés de otros equipos grandes, pero hablé con Anderson y me dijo que lo mejor era Cartago porque allí tendría más minutos y allí me iban a valorar más, pero sí estuvo ese interés”, explicó.
Durante esos meses, José estuvo trabajando en un taller mecánico propiedad de un tío, quien le pagaba diez mil colones diarios para ayudarse con sus gustos, pero él tenía claro que eso no era lo suyo, sino ese amor que tiene desde chico por el fútbol.
Morita tiene claro que el deporte puede ser esa vía que lo ayude a sacar adelante a su familia y a él, quienes son de una humilde cuna en el puro corazón de la capital, en uno de esos barrios bravos en los que siempre hay que andar adelante.
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“Gracias a Dios todo cambio, lo que yo voy a ganar ahora (de salario) jamás pensé que lo iba a ganar en algún momento, no imaginé nunca llegar a eso, pero es una recompensa al esfuerzo, ahora espero solo seguir trabajando por ese mismo camino”, destacó.
Una ilusión con la que sueña el brumoso es poder comprarle una casa a su mamá y ayudarle a que deje de trabajar. Ella toda la vida ha sido una señora muy esforzada, que no le niega el lomo al brete, desde cafetales hasta laborar actualmente en una bodega.
“Yo siempre le he dicho a mi mamá que lo más deseo es poder comprarle una casa, quiero que ya no trabaje y darle todas las cosas que se merece, por lo que por ella voy a seguir trabajando y luchando más para poder cumplirle ese sueño”, destacó.
Ahora que volvió al GAM, un detalle que se planteó es si volvía a vivir con su mamá en barrio México, irse a Cartago o buscar algún apartamento, opción que su agente le sugirió es la mejor, para no estar en ambientes de barrios pesados.
“Tengo mucha ilusión, esperando que esto inicie, es algo que siempre quise, estar en un equipo grande, voy a dar mi máximo, voy a trabajar al máximo para luchar por mis sueños y también para consolidarme y llevar al club a lo más alto”, finalizó.