La historia de Hugo Madrigal le para los pelos al que sea.
El exvolante del Cartaginés estaba llamado a ser el sustituto de Wílmer López en la Selección. Sus números eran muy buenos con los brumosos, pero una ruda lesión le frenó el camino.
Tras un ingreso tardío a la primera división, por falta de recursos, y un retiro aún más prematuro, Hugo habló con La Teja sobre su carrera, sus sueños truncados, sus éxitos, su vida.
Para su fortuna, le hizo una promesa a su padre, también exjugador del Cartaginés, Carlos Madrigal, que estudiaría Derecho para poder jugar fútbol. Era la condición.
Hoy es abogado y trabaja en la Fedefútbol, en el Tribunal de Resolución de Conflictos. Su labor es resolver cuánto monto debe pagar un club a otro, por los derechos de formación de un jugador, por citar un ejemplo.
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La entrevista completa está en el YouTube de La Teja, este es solo un extracto de un testimonio lleno de altibajos emocionales.
Hugo creció en barrio Cuba, en una familia de bajo recursos. Integró equipos infantiles del Deportivo Saprissa, pero dejó de asistir porque no había dinero para pagar cuotas de la escuela de fútbol, árbitros, canchas y demás gastos.
“Me desarrollé con amigos, creciendo donde cada uno elige cómo quiere vivir, pero siempre me gustó el fútbol”, dijo.
Lo de Saprissa le duró hasta los doce años, por las situaciones económicas. “Amaba el fútbol, pero decidimos jugar a nivel de barrio”.
En su juventud integró el equipo de barrio Cuba, que por esos años era un equipazo, al punto que llegó a la final nacional de Linafa, contra el Municipal Barquero de Cartago, en juvenil.
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Hugo se retiró del fútbol y empezó a jugar futbol salón, pero el cuadro de barrio Cuba siguió adelante. Ya no eran juveniles, era una tercera división y se presentó un partido amistoso ante San Ramón.
Los excompañeros de Hugo lo llamaron para que jugara y el volante la rompió.
“Esa noche la volé, metí tres goles, yo era muy delgado y habilidoso, y cuando terminó el partido, me buscó Juan Luis (Hernández)”, dijo.
Eso fue un miércoles en la noche y, el jueves, Hugo ya entrenaba con Ramonense, no dio tiempo para que jugara el fin de semana contra Saprissa, pero quedó habilitado para la siguiente fecha, contra Cartaginés, juego que ganaron 3 a 1.
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El volante empezó a destacar, gol, asistencia, gol. San Ramón ya lo quería por dos años, pero no firmó por sugerencia de Héctor Marchena.
Los poetas, pese al buen paso de Madrigal, descienden y a Hugo lo buscaron Cartaginés, Alajuelense y Saprissa.
“En Cartago me ofrecen tres años de contrato, pero en condiciones diferentes, imagínese lo que era ir a un equipo como ese y todo creció como la espuma”, dijo Madrigal, en eso tenía 21 años.
En ocho meses, ya estaba en la Selección Nacional, con el Mundial de Corea Japón en perspectiva y con una comparación que no se podía obviar, Hugo era el sustituto de Wílmer López, eso se decía a nivel prensa y aficionados.
“Todos decían que yo era el sustituto de Wílmer López y de Paté (Wálter Centeno), nos dabámos codo a codo. El Pato era el líder de asistencias, lo pasaba yo, me pasaba él”.
La desgracia
En su mejor momento, dio una entrevista a La Nación y allí dijo que la carrera del jugador es corta y que una lesión la puede hacer más corta, que estudiar es importante. No faltaba mucho para que esas palabras le cayeran a él y tuvo que cuestionar a Dios, su gran amigo y consejero.
A Hugo se lo querían llevar al extranjero, firmó un contrato con un representante y tenía toda la oportunidad de salir.
Entonces Cartaginés debía visitar al Municipal Osa, en un juego intrascendente, pero fue el que acabó con su impulso y el que le quitó el sueño mundialista.
A Hugo lo fracturó Tony Marín en ese partido en Osa, luego de una barrida. Hugo oyó algo que traqueó, lo revisó el doctor y le dijo que no tenía nada.
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En la noche se le inflamó el pie y llamó al doctor que lo citó a las 7 de la noche al hospital.
Al día siguiente, le hicieron pruebas y estas confirmaron lo peor, fractura de peroné y tibia desplazada. Eran de ocho a nueve meses fuera.
“Se me vino el mundo encima”, dijo al borde de las lágrimas, al recordar.
A Hugo se le fue el Mundial y se le fue el impulso. Regresó al fútbol, pero él mismo dice que ya no fue igual. Jugó unos años más, hasta que ya su pierna no dio más, a los 30 años de edad.
Aquel que soñó con un Mundial y fue comparado con dos leyendas, terminó encontrando su lugar fuera de la cancha, pero cerca del fútbol.La lesión le quebró la pierna, pero no el carácter.