El deseo de una mujer de chinear a su hermano menor por su cumpleaños número 14 terminó por convertirse en el mejor regalo para ese joven, pues esa acción evitó que él falleciera en un trágico accidente.
Cuarenta y tres años han pasado desde ese día y ese muchacho, que ahora es todo un hombre, sigue agradeciendo ese regalo de vida que su hermana le dio.
Esta es la historia de Ronald Umaña Sánchez, quien por muy poco estuvo a punto de convertirse en unas las víctimas mortales de una de las peores tragedias que han ocurrido en el cerro de La Muerte.
Las lágrimas para él son inevitables al recordar como una hermana, de nombre Maruja, evitó que él se montara en un bus con salida en San José con destino al Valle de El General, en una de las temidas curvas de esta carretera, el bus chocó de frente contra una microbús y consecuencia del impacto fallecieron 11 personas.
Esta tragedia ocurrió la tarde del domingo 17 de febrero de 1980, hace más de cuatro décadas.
En la actualidad, Ronald es un orgulloso papá y abuelo de 57 años, vecino de Pérez Zeledón.
A él desde muy pequeño lo adoptó una señora llamada Rumualda, mamá de Maruja; ellas y los demás familiares siempre lo vieron como un integrante más y le fueron muy claros al decirle que él tenía una mamá biológica que vivía en San José y otros hermanos de sangre.
Ronald creció con esa certeza, pero con la bendición de contar con su familia de crianza, para 1980 Maruja vivía en San José, pues estaba formando su propia familia. Para ese entonces no existían los celulares, la televisión era un lujo para pocas casas, la radio y las cartas eran la comunicación más ágil que existía.
“Rumualda es la señora que me crió, para mí es mi mamá, ella siempre me dijo que yo tenía una mamá biológica, sabía que vivía en San José; nosotros vivíamos en Villa Argentina de Platanares”, recordó Ronald.
En febrero de 1980, Ronald iba a cumplir 14 años y recibió una carta de su hermana Maruja en la que le pedía que viajara a San José para que pasara el cumpleaños con ella y además para que conociera a la mamá biológica.
“Mi hermana me escribió porque para ese entonces todo era por cartas y me dijo que viajara a San José para mi cumpleaños y que de paso iba a conocer a mi mamá biológica, me emocioné todo y me mandaron ¢100, el pasaje de bus costaba ¢8.50″, recuerda Ronald.
Él llegó hasta San José y conoció a la mujer que lo trajo al mundo, compartieron un rato y la mañana del día siguiente, el domingo 17 de febrero de 1980, Ronald pasó a comprar el boleto de bus de regreso, para esos años les escribían el nombre del pasajero y la edad.
El bus salía hasta las 2:30 p.m., como tenía mucho tiempo libre se fue a visitar a su hermana Maruja hasta Escazú.
“Pasé a la Musoc para comprar el tiquete para la tarde, me fui para la casa de mi hermana y ella me empezó a decir: ‘mire, no se vaya, no quiero que se vaya, es su cumpleaños’”, recuerda Ronald.
La insistencia de la hermana fue tanta que él no hallaba como decir que no, el tiempo se agotaba y el bus ya estaba por salir de San José.
“Ella había alquilado una casa en San Antonio de Escazú y la dueña se llamaba doña Tina y me quería muchísimo y mi hermana me decía que me iba a llevar donde doña Tina”.
La hermana le ofreció plata con tal de que no se fuera, ella quería que pasara con ellos una o dos noches más, esa insistencia le salvó la vida.
“Mi hermana me repetía y hasta me dijo que ella me daba plata: ‘yo le regalo ¢50 para que compre otro tiquete y se vaya, vea que doña Tina y los hijos de ella lo quieren ver, mejor quédese y se va luego’, también recuerdo que me llevó a la iglesia de San Antonio de Escazú porque había una presentación y estaba una televisora, sino me equivoco era canal 13, yo me quedé en la puerta de la iglesia, para esa noche vi que ellos tenían imágenes de un accidente que había ocurrido en el Cerro de La Muerte”, recordó Ronald.
“Estuviese muerto”
Los medios de comunicación de la época comenzaron a informar lo que había sucedido y se enteraron que el bus que él debía tomar se había accidentado y había 11 personas fallecidas y 39 heridos.
El choque ocurrió en la zona conocida como La Estanquera, un kilómetro al sur de la entrada de San Gerardo de Dota.
“Yo estuviese muerto porque tenía el asiento número tres en el tiquete y del bus murieron las ocho personas que iban en los primeros asientos, los demás fallecidos era del microbús”, manifestó Ronald.
De acuerdo con el testimonio de ese entonces de una de las sobrevivientes que iba en el bus, llamada Lidiette Zúñiga Vega, en el bus solo viajaban 10 personas; le dijo a los medios de comunicación que primero casi chocan con un tráiler y luego fue inevitable y colisionaron con la microbús.
“El bus casi choca con un tráiler. Nuestro conductor al tratar de esquivar el tráiler se salió un poco de la carretera, al tratar de salirse de la cuneta, el bus entró en la curva y en eso apareció el microbús y chocaron. Ni sé cómo salí del bus”, señaló la mujer que se convirtió en una de las principales testigos de esta fatalidad de acuerdo con La Nación que le dio seguimiento a la tragedia.
El impacto fue tan fuerte que el techo del microbús fue arrancado
El bus era un Volvo, modelo 1979, placa CB-847 lo conducía Fernando Bonilla Garro, quien contaba con los documentos al día, él chocó contra una microbús placa SJB-1897.
Confusión y susto
Todos los medios de comunicación informaron sobre la tragedia, la familia de Ronald que vivía en Pérez Zeledón se enteró por medio de las noticias de la radio, ellos no tenían televisión, mediante la frecuencia dijeron los nombres de los fallecidos y el de Ronald lo dijeron completo, la familia estaba devastada.
“Hace 43 años no había televisión en mi casa, en la radio dijeron el nombre de los fallecidos y dijeron el mío.
“Donde yo vivo creían que yo había fallecido, pero mi hermana había llamado a la radio e informó que yo no había muerto, que estaba bien, pero siempre había duda de si estaba vivo o no”, detalló Ronald.
En ese momento el joven decidió viajar al día siguiente a su casa para que su familia no dudara de su existencia.
“Me vine al día siguiente y tomé todos los buses (de San José a Pérez Zeledón y luego otro bus hasta Platanares de San Isidro de El General), además tenía que caminar aproximadamente una hora para llegar al pueblo de Villa Argentina, cuando llegué a mi casa había un montón de gente reunida hablando de lo ocurrido”, recordó don Ronald.
El impactante accidente lo marcó sin haber estado presente, durante 15 años conservó el tiquete el cual recuerda era un papel blanco con letras rojas, pero por cosas de la vida con el tiempo se le perdió.
En este choque murieron: Nelly Gutiérrez Hidalgo, de 64 años; Dixie Hernández Herrera, de 5 años; María Herrera González, de 54 años; Marvin Mora Tencio, de 5 años; María Fonseca Ceciliano, de 68 años; Pedro Ramírez Briceño, de 39 años; José Mayorga Martínez, de 20 años; Eric Fernández Guyán, de 48 años; Hazel Monterrosa Fernández, de 25 años; María Solís Chaves, de 25 años y otra mujer de 25 años que no identificaron en los medios de esa época.