Una llamada anónima permitió que las autoridades ticas agarraran aquí el 13 de marzo del 2002 a Dominick Curra, el contador de “el Padrino Elegante”, líder de la mafia en Nueva York.
Antes de la detención, Dominick Curra andaba por nuestro país de lo más tranquilo. Pasaba totalmente inadvertido quizás gracias a que mantenía un perfil bajo y a que quienes conocían de su presencia aquí lo protegían.
Curra, un italiano nacido en Calabria, era considerado un mago para hacer crecer el dinero de la mafia.
Por algo era el contador del gánster John Gotti y esa relación “laboral” ya le había costado varios años de cárcel en los Estados Unidos. Había estado preso en 1986 por fraudes con tarjetas de crédito y en 1998 por apuestas.
Después, ya en 2002, el FBI lo buscaba por estafas electrónicas y por intentar vender obras de arte falsas de los pintores Pablo Picasso y Marc Chagall. Las estafas llegaban a los $30 millones.
Las estafa con las pinturas quedaron a la luz porque el FBI mandó a un agente infiltrado a comprar una.
Cuando las autoridades norteamericanas pusieron a Curra entre la espada y la pared aceptó los cargos por ese delito.
Gotti era considerado el capo de capos, comandaba uno de los cincos clanes de la mafia de Nueva York más poderosos que han existido.
Su fama llegó incluso al cine. John Travolta lo interpretó en la película “Gotti: El jefe de la mafia”, que se estrenó el 15 de mayo del 2018.
Gotti fue condenado en 1992 a 77 años de cárcel. Murió en prisión el 10 de junio del 2002 debido a un cáncer de garganta.
Lo sepultaron al mejor estilo de la mafia: en una ataúd con enchapes en oro.
El FBI grabó en Estados Unidos varios vídeos que probaron que Curra visitaba a Gotti en la cárcel para darle cuenta de sus negocios.
En Costa Rica
En 1998 las autoridades neoyorquinas habían informado que cuatro familias ligadas al crimen organizado operaban apuestas ilegales en Costa Rica; eran la familia Gambino (a la cual pertencía Gotti), la Bonnano, la Luchese y la Genovese.
Cuatro años después poco había pasado.
Un oficial de la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional (DIS) de cuando agarraron a Curra y que aún trabaja para un cuerpo policial del país nos habló de la captura y del alboroto que eso causó en el 2002.
Al oficial, quien tiene una trayectoria de 22 años, lo identificaremos solo como de apellido Castro, así lo solicitó él por la naturaleza de su trabajo.
“El FBI había alertado en aquella época del ingreso al país del contador y la conexión por negocios de la mafia italiana que estaba establecida en Nueva York y (alertó) que estaban moviendo millones por medio de apuestas por internet, ellos usaban Costa Rica para multiplicar sus millones”, dijo el oficial
Según Castro, el grupo a cargo de Gotti era conocido como clan Gambino. Lo resposabilizaban de delitos como fraudes, estafas y incluso homicidios.
“Era gente que controlaba Nueva York, eran muchos italianos y todos eran muy poderosos y violentos. Pagaban para que las cosas se hicieran a su estilo, era una mafia organizada” dijo.
Aunque Gotti estaba preso y condenado a cadena perpetua, todos sus negocios se seguían moviendo en manos de sus sucesores.
Por eso mismo Curra, de 57 años, andaba en nuestro país, pero la suerte se le acabó un día.
“Se recibió una llamada que daba la alerta de dónde andaba el italiano, las horas a las que salía y detallaba los negocios que manejaba aquí", explica Castro.
“Era una llamada con la intención de que se diera la captura, pero en la que también se percibía la intención de delatarlo pero con el fin de cobrarle algún error o de sacarlo definitivamente del negocio”.
Para el país era una captura muy importante y la DIS coordinó todos los detalles.
Según Castro ya en nuestro país había un agente del FBI tras la pista de Curra.
El italiano fue detenido a las 8 de la mañana cerca del edificio central del ICE, en Sabana Norte. Se alojaba en el Apartotel Cristina.
Iba hacia una empresa de apuestas por Internet que se encontraba en un oficentro a dos kilómetros de donde se hospedaba.
El hombre pasaba horas en esa empresa de apuestas.
Curra había llegado al país como turista el 24 de diciembre del 2001.
El 1 de febrero del 2002 salió del país y regresó como Pedro por su casa, no hubo registro en Migracion del día en que volvió a ingresar.
Aseguraba sentirse perseguido por los Estados Unidos y siempre sacaba pecho diciendo que sirvió como sargento y que ni por eso se le daba algún respeto.
“Los mafiosos italianos se caracterizan por su buen gusto por la ropa cara, no pasan desapercibidos porque su apariencia es intachable, pero en este caso no, Dominick Curra vestía normal, tenía un perfil bajo, se rozaba poco con la gente", recuerda Castro.
Curra hablaba y saludaba lo necesario, no salía más de la cuenta.
“Solo a comprar alimentos a un supermercado cercano y se movía a pie y tenía un chofer de confianza, se hospedada en un sitio modesto para sus posibilidades”, añadió el agente.
El oficial recuerda que cuando lo detuvieron no dijo una palabra.
“Se veía que era un hombre muy audaz e inteligente, en un momento dado negó los cargos por los que se le acusaba en los Estados Unidos y, si no recuerdo mal porque fue hace bastante tiempo, nos dijo que él era un apostador y que con eso él hacía crecer su dinero y mantenía con un buen nivel de vida a su familia”, dijo.
Al italiano lo pasaron a la cárcel de San Sebastián para coordinar la extradición y fue presentado ante las autoridades gringas.
En una entrevista que dio al periódico La Nación mientras estuvo en espera de la extradicción, Curra confirmó que era amigo de Gotti pero negó ser su contador.
Dijo conocer también a Joseph Caridi, otro jefe de la mafia italiana en Nueva York y acusado en Estados Unidos de manejar en Costa Rica una casa de juegos de azar por Internet, extorsión y tráfico de cocaína. Caridi y Curra eran vecinos.
“A la gente le encantan las apuestas, por esa razón ningún gobierno va a detener el juego. Es mucho más fácil controlar y regular este negocio que destruirlo, porque a todos les gusta apostar”, dijo el italiano a La Nación en aquel 2002.
Castro asegura que Curra hacía movimientos de dinero en efectivo para despistar ante las autoridades. Esos movimientos superaban entonces los ₡5 millones.
El italiano fue extraditado por orden del Primer Circuito Judicial el 27 de febrero del 2003 bajo estrictas medidas de seguridad. Pasó un año preso aquí por que se negaba a que lo mandaran a Estados Unidos.
“Se hizo un gran operativo para trasladarlo al aeropuerto, el FBI pidió que se hiciera el operativo de bajo perfil porque era un detenido de alta peligrosidad”, dice el oficial Castro.
Curra, que ahora tiene 75 años, fue sentenciado por un tribunal gringo. Después de eso no se le conocieron otros problemas judiciales.
“Recibió una pena de no menos de diez años y junto a él fueron presos varios italianos más ligados a la mafia.
“Aquí en el país se evidenció un problema que ya se venía analizando sobre las apuestas por internet, si hubiéramos tenido la tecnología de ahorita y los recursos quién sabe cuántas cosas más se hubiesen detectado sobre movimiento de dinero de la mafia, porque tampoco fue mucho lo que se hizo”, concluyó Castro.
La Teja consultó sobre este caso al ministro de Seguridad de ese momento Rogelio Ramos, pero aseguró que no recordaba mayores detalles del caso, en las notas publicadas en el 2002 también dio poca información al respecto.