El Novelón

Mujer sufrió cuatro atentados y ni siquiera con su asesinato lograron silenciarla

“Mimoys” sabía que la iban a matar, pero no aceptó la protección que le ofrecieron y su testimonio antes de morir fue clave para hacer justicia

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Dunia León

Una mujer fue atacada a balazos en cuatro ocasiones, hasta que finalmente su vida fue apagada. La causa fue que le cobraron por romper el silencio y delatar a unos asesinos.

“Mimoys” era como conocían a aquella mujer en los callejones más escondidos de Tejarcillos de Alajuelita.

Pese a imponer respeto por tener un carácter bien bravo, sus compinches no le perdonaban haber cantado a los responsables de cuatro homicidios.

Dunia León, de 48 años, fue asesinada de siete balazos el 27 de octubre del 2008, a las 8:40 de la noche. Ella estaba en la entrada al callejón que da al proyecto nuevo Don Omar cuando se escucharon los disparos.

Cuatro personas que estaban cerca de ella corrieron para protegerse, solo a uno de ellos, de apellido Mendoza, una bala lo impactó en el muslo de la pierna izquierda y lo mandó dos días al hospital.

“Cuando recibo el disparo, yo estaba a metro y medio de donde estaban disparando ellos. Los balazos estaban dirigidos hacia Dunia, porque cuando yo voy corriendo, el de sueta gris se le queda ceñido donde Dunia. Ceñido es que se quedo solo con Dunia. Yo tengo entendido que una bala la atravesó a ella y me pegó a mí. Cuando él disparó, yo estaba con ella, los dos íbamos corriendo, cuando yo paso por detrás el mae empieza a disparar”, dice la declaración del sobreviviente en el expediente, él estuvo 22 días incapacitado por el balazo.

Otra descripción suya sobre lo sucedido, aclara aún más la dinámica: “Cuando disparan, Dunia hace a correr y yo pego un brinco al lado de atrás de donde está ella y salgo corriendo, fue cuando sentí un disparo en la pierna. Yo recibo el disparo como a un metro de la esquina”, añade la declaración.

Aquella escena fue el resultado de una serie de amenazas que ella prefirió manejar a su manera durante más de un año. Ella firmó su sentencia de muerte al haber cantado con la ley a unos de sus exsocios, responsable de matar a cuatro personas.

“Era una testigo en riesgo. Ella no aceptó salir de esa comunidad, ni siquiera la presencia de custodios”, dijo el día del crimen el entonces director del OIJ, Jorge Rojas.

Dunia había descontado una pena por venta de drogas en San José, así lo detalla la sentencia 283-2010.

La mujer estaba harta de que la persiguieran y del mundo en el que se quedó atrapada porque sabía que tarde o temprano la iban a matar.

Asesinatos

El calvario de León empezó el 24 de octubre del 2007, cuando unos pistoleros asesinaron a balazos a Yeiner Aburto Ocampo, de 19 años, Carlos Araya Solano, de 23, y Luis Fernando Barret, de 19, dentro de una casa en la urbanización La Reserva en Tejarcillos, al ataque sobrevivieron dos personas.

Según el expediente criminal del OIJ, los hombres habían salido poco tiempo antes de la cárcel por asaltos muy violentos, Araya por intento de homicidio. Ellos dejaron Limón para protegerse y se fueron a tratar de recuperar terreno en el sur de la capital.

Un joven llamado Ariel Rodríguez Salas, también de 19 años, llegó a Tejarcillos un mes después del crimen, él vivía en Limón donde era conocido como “Piojo”.

Dunia León

“Mimoys” le tenía cariño y lo recibió en su casa, lo trató con el mismo amor que un hijo.

Pero para los amigos de los asesinados en el triple crimen, Piojo era el objetivo para vengar sus muertes, pues para ellos, él sabía quiénes eran los gatilleros.

El 13 de diciembre del 2007, llegaron a la casa de Dunia a las 7 de la noche y volaron bala a lo loco, logrando acabar con la vida de Ariel ante la mirada de dolor de la mujer. A ella le pegaron un balazo en el estómago, lo que la tumbó y los pistoleros pensaron que la habían matado ya que se quedó quedita, por eso se fueron.

Querían callarla

Dunia fue llevada al Hospital San Juan de Dios y cuando salió, los sospechosos empezaron a mandarle amenazas de muerte pues querían silenciarla para que nadie supiera quiénes apagaron la vida de Ariel.

Los sospechosos sabían que el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) la había interrogado no una, sino muchas veces, para que ella les contara lo que sabia sobre el crimen, les diera características de los asesinatos, cualquier dato que les ayudara a resolver el caso, eso a ellos los tenía inquietos.

Las amenazas no paraban pues los sospechosos se sentían intimidados, no sabían qué había dicho ella.

“Ella solo decía que no se iba a dejar, que no les tenía miedo”, dijo uno de los investigadores que participó en el caso.

Todo el tiempo la casa de León pasaba acechada por motos, ella no dejaba de andar en lo suyo y eso enojaba más a quienes la amenazaban.

Tres meses después del crimen de Ariel, en marzo del 2008, Dunia salió de su casa para hacer unos mandados y los pistoleros no la dejaron casi que ni avanzar, le pegaron dos balazos en las piernas.

“Cuando reportaron que ella había ingresado al hospital la fuimos a interrogar, ella sabía quiénes eran sus agresores, los conocía, pero tampoco quería protección, en aquel momento se le dijo que podíamos ponerle custodia, fuimos claros con ella de que su vida estaba en peligro, le dijimos que tenía que salir del barrio, dejar su entorno, pero no aceptó, ella era como una mujer de hierro, tenía una voluntad muy firme cuando decía algo”, dijo el investigador.

Las amenazas no cesaron, mucho menos las vigilancias de los pasos de la mujer a su casa para ver quiénes entraban y quiénes salían.

Dunia sufrió un nuevo ataque el 26 de agosto del 2008, cuando caminaba por San Felipe de Alajuelita a eso de la medianoche, la acompañaba su hija. Fueron varios hombres quienes las interceptaron.

A ella le pegaron un balazo en el hombro izquierdo y a su hija se la llevaron y la tuvieron privada de libertad por varias horas, luego la soltaron.

“Esa fue una manera vulgar de los sicarios de meterse no solo con ella sino con su familia, pensaron que así la iban a silenciar. La persecución que había contra ella era cada vez peor, pero seguía sin aceptar protección y seguían con su ilegal negocio”, dijo el agente.

La mujer creía tener en sus manos a los sospechosos de la muerte de Ariel y también del triple crimen.

Un mes después de la última agresión, una moto con dos sicarios vio a Dunia salir de su casa y le dispararon sin piedad, ella se hizo la muerta, cuando el atentado pasó se levantó como si nada, las balas levantaron polvo a su alrededor, pero no lograron herirla.

“Nosotros sabíamos que la iban a matar, la institución le ofreció darle ayuda económica para que se fuera de Alajuelita, pero ella no quería, siempre la respuesta era no, se mostraba enojada, rebelde, decía que la iban a matar, que ella iba a morir, pero que ella los iba a dejar presos y que para ellos, los narcos, el rato iba a ser más amargo, es por esa razón que ella decide declarar todo lo que sabe”, contó el investigador.

Dunia lo que hizo fue un anticipo de prueba, ahí contó quién mató a “Piojo”, no solo dijo el apodo sino el nombre, esa declaración ya era una prueba para ir a juicio, y se podía usar si ella estuviera viva o muerta.

“Era una mujer que parecía ser valiente, no se iba a dejar callar, y aunque para los delincuentes ella los estaba traicionando, ella decía que no eran familia de ella como para tener que protegerlos”, dijo.

El agente recuerda que el 27 de octubre del 2008 ellos recibieron una alerta en la que les decían que ese día iban a matar a la mujer, la orden ya estaba dada.

Los investigadores se desplazaron a la zona para montar un operativo y tratar de evitar el crimen, pero cuando llegaron lo que encontraron fue su cadáver en Tejarcillos.

La asesinaron a balazos y, según lograron indagar los agentes, la orden salió de la cárcel de San Sebastián, los dos pistoleros eran conocidos de la mujer y a cada uno le pagaron un millón y medio de colones.

“Cuando la silenciaron ya era tarde, porque ella había hablado, los asesinos del triple crimen fueron condenados y también su testimonio en el caso de Ariel permitió la condena de un hombre de apellido Guido”, dijo el investigador.

De los sospechosos de matar a Dunia, uno de ellos, de apellido Alvarado, fue condenado a 27 años de cárcel en mayo del 2010, pero al otro nunca lograron identificarlo.

Una amiga de León, quien no se identificó por temor, aseguró que en Tejarcillos la gente no olvida a la víctima.

“Algunos la recuerdan bien otros mal, ella paso sus últimos años esperando la muerte, era valiente porque sobrevivió a varios balazos. Yo le decía: ‘¿No te da miedo morir?’, y ella me miraba fija a los ojos y me decía que no. Al igual que todos los que se ligan al narco, Dunia se metió en esto por malas juntas y el que entra no sale, por dinero pierden la vida y la paz, a ella le dolió mucho la muerte del muchacho, y ella solo pensaba en su mente que no se iba a morir sin que hubiese justicia por él, han pasado muchos años y yo no la dejo de pensar, ella y yo tuvimos momentos felices en nuestra vida, cuando éramos jovencitas y trabajamos en un tienda. Los familiares de ella se fueron de aquí, no sabemos si protegidos o no, pero uno siempre los piensa y anhela que estén bien”, dijo.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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