Durante un tiempo mi misión de vida fue dedicarme por completo a la crianza de mis hijos y a mi hogar. Recientemente decidí incorporarme a la vida profesional, aunque mi nuevo empleo ha sido gratificante, me siento confundida con el interés personal que me mostró mi jefe y sobre todo, por los sentimientos que ha despertado en mí.
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Cuando tenía 16 años me enamoré perdidamente del hermano de una de mis amigas. Él tenía 18 años y era un “chiquito chineado y malcriado”, como decíamos en aquel tiempo: tenía carro, dinero y todos los amigos hacían lo que él les ordenaba. Tal vez todo eso me deslumbró cuando me dio “pelota”.
"Soy una mujer heterosexual, siempre me he sentido atraída por los hombres, y no quiero tener una etiqueta diferente. Sin embargo, me enamoré plenamente de un hombre no biológico; no puedo -ni quiero- decirlo de otra manera". Con esta carta iniciamos nuestra sección Perfil Anónimo.