Amnistía Internacional denunció que la joven modelo Intisar al-Hammadi es víctima del régimen de facto de los rebeldes hutíes en la República de Yemen. Fue secuestrada en marzo por esas fuerzas -que tomaron el poder de la capital del país en 2015- y tras sufrir abusos sicológicos y físicos, ahora será sometida a una “prueba de virginidad”.
Las “pruebas de virginidad” forzadas son una forma de violencia sexual y constituyen tortura según el derecho internacional.
Intisar al-Hammadi es actriz y modelo, tiene 20 años y es hija de un yemení y una madre etíope. Tras ser detenida por fuerzas de seguridad hutíes vestidas de civil, fue interrogada con los ojos vendados, abusada física y verbalmente. Además, fue sometida a insultos racistas y obligada a “confesar” varios delitos, entre ellos posesión de drogas y prostitución, reclama Amnistía Internacional.
La joven ha aparecido en algunas fotos que se pueden ver en las redes sociales sin un pañuelo en la cabeza, algo que va en contra de las extremas normas sociales en Yemen.
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Intisar al-Hammadi fue arrestada el 20 de febrero después de que las fuerzas de seguridad detuvieran el automóvil en el que viajaba en un puesto de control en Chamlan, Saná. Las fuerzas de seguridad alegan que uno de los pasajeros poseía cannabis. Según su abogado, la joven suele cuidar a su madre enferma, su padre anciano y su hermano de 12 años con discapacidad mental.
Su abogado también dijo que, durante su detención, las fuerzas de seguridad la despertaron en medio de la noche y la llevaron a varias casas, preguntándole si solía trabajar allí como “prostituta”.
Después de su arresto, estuvo detenida durante 10 días. Durante ese tiempo, estuvo incomunicada y sometida a repetidos interrogatorios con los ojos vendados. Dijo tanto al fiscal como a su abogado que la habían obligado a firmar una declaración escrita previamente, con su huella dactilar mientras tenía los ojos vendados, que sería su “confesión” admitiendo estar involucrada en delitos relacionados con las drogas.
Según su abogado, allí fue abusada verbalmente, sometida a comentarios sexistas y racistas por parte de los guardias de la prisión que también la llamaron “sirvienta” y “p…”.
El 21 de abril, fue llevada ante la fiscalía para ser interrogada en presencia de su abogado por cargos que incluyen “uso de drogas, promoción de drogas y prostitución”, todo lo cual ella niega rotundamente. Al final del interrogatorio, su abogado fue testigo de cómo el director de la prisión la abofeteaba.