Cuando uno piensa que ya lo ha visto todo, llega una historia bastante sorprendente relacionada con la colección de porno de un hombre.
Y es que la justicia condenó a una pareja de Grand Haven (Michigan, Estados Unidos) a pagar 45.000 dólares (cerca de 28 millones de colones) a su hijo y a su abogado por haber tirado a la basura su colección de pornografía. La denuncia se había puesto el año anterior, pero hasta hace una semana se dio la sentencia.
David Werking, de 43 años, demandó a sus padres después de que botaron lo que un juez calificó como “un tesoro de pornografía y una variedad de juguetes sexuales”, según cuenta Infobae.
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El juez federal de distrito Paul Maloney, ordenó a Beth y Paul Werking pagar 30.441 dólares (más de 18 millones de colones) a su hijo y 14.519 dólares (cerca de 9 millones de colones) a su abogado.
El juez denegó la solicitud del hijo por daños triplicados, que se pueden otorgar según el estatuto de conversión de Michigan.
Maloney dijo que Victoria Hartmann, una experta en valoración de pornografía, determinó que el valor de la colección destruida era de 30.441 dólares, exactamente la misma cantidad de dinero que se ordenó a los padres pagar.
Debido a la gran cantidad de contenido que tenía la colección, Hartmann no logró valorar 107 títulos de la lista del calenturiento coleccionista.
“Sin embargo, dada la amplia gama de valoraciones de piezas individuales y la incapacidad de Hartmann para estimar el valor de estas (107) piezas, el Tribunal se niega a utilizar un valor promedio para otorgar daños por estos títulos”, escribió Maloney en su sentencia.
David Werking valoró la colección en 25.000 dólares (más de 15 millones de colones), pero le pidió al juez que triplicara los daños por lo que su abogado, Miles Greengard, llamó la “destrucción sin sentido de la propiedad”.
Afirmaron que gran parte de la colección no se podía reemplazar y que eso representaba un golpe duro para el demandante.
David Werking se había mudado con sus padres, a finales de 2016, después de un divorcio. Cuando se volvió a mudar solo, esperaba que sus papás enviaran sus pertenencias a Indiana. Pero nunca aparecieron una docena de cajas de películas y revistas pornográficas.
En un correo electrónico, su papá le contó qué había pasado con todo el material.
“Francamente, David, te hice un gran favor al deshacerme de todas estas cosas”, escribió el decepcionado tata.
Ahora, por ese “favor”, deberá pagar miles de dólares, al igual que su esposa.