El miércoles 7 de julio se cumplirá el primer año de la muerte de la cantante nacional Jenny Castillo.
Ella falleció, a sus 55 años, por una infección tras realizarse una cirugía estética.
Jenny es recordada como una talentosa artista que desde chiquitilla deslumbró con su hermosa voz y su pasión a la hora de interpretar inolvidables temas como “Plegaria de una niña”, “Pobre gorrión”, “¿Por qué te fuiste?, entre otros.
En los setentas y ochentas fue un pegue y junto a su visionario padre, don Olman Castillo, marcaron la historia de la música en Tiquicia.
Ellos fueron los primeros que hicieron giras por todo el país, algo que ahora se ve normal, pero que en aquellos tiempos era toda una novedad.
Sin embargo, Jenny tuvo una particularidad: “era la cantante que no le gustaba cantar”. Incluso, sentía cierto recelo y arrugaba la cara cuando se lo pedían.
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Por eso, apenas cumplió la mayoría de edad, se alejó de los micrófonos, prácticamente para siempre, y se dedicó a estudiar y a chinear a los suyos.
“‘A mí nunca me gustó', decía ella”, cuenta su madre, doña Ana Cecilia Chaves.
“Ella para la música era quitadísima. Como comenzó desde tan chiquita, cuando cumplió la mayoría de edad dijo que no quería hacerlo más”, agregó su hermano Allan Mauricio.
Los larguísimos viajes, las incomodidades que se vivían en esos trayectos, así como la presión de su padre y del público, abrumaron a Jenny, quien tuvo una infancia muy diferente a la de la mayoría de niños.
“Era muy pesado para ella, llegar a un lugar donde había gente tomada y todo mundo quería saludarla y tocarla, era traumático, se sentía acosada, manoseada y quizás si ella no quería, mi papá hacía algo para que saludara. Era un medio muy difícil, la gente que se maneja en ese mundo se da cuenta lo complicado que es”, dijo Allan.
Cuando no era el montón de gente que quería conocerla, era el clima, el camino o hasta los animales los que hacían que muchas de las giras no fueran para nada fáciles.
“Nosotros siempre andábamos juntos y era difícil, había lugares en que hasta los congos se subían al carro a moverlo. Ir a playa Coyote, a Puerto Cortés o a San Carlos hace cuarenta años era algo difícil, pasar en medio de un pastizal para llegar a un salón de baile y ahí nos quedábamos a dormir, en algún cuartillo que nos habilitaban para pasar la noche”, señaló el hermano.
Todos esos factores hicieron que Castillo se enemistara con la música, al punto de que ni en las fiestas familiares quería cantar.
“Vieras cómo costaba, ella se echaba alguna cancioncita a veces, tal vez cuando llegaba un mariachi y se animaba, pero a regañadientes, nada más una. Hubo un tiempo que quiso volver, grabó un disquito para Navidad y quedó lindísimo, pero quedó ahí, no quiso hacerle mucha bulla”, añadió Allan Mauricio.
A pesar de que no cantaba profesionalmente hacía más de treinta años, cuando murió fue un golpe bastante duro para el mundo de la música en nuestro país. Tanto sus colegas, como las personas que la escucharon cantar, todavía recordaban con nostalgia su gran talento.
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“Donde quiera que íbamos, fuera un restaurante a almorzar o alguna cita médica, la gente la reconocía, le daba como entre pena y gusto que la recordaran”, dijo su mamá.
Castillo cambió el canto por el estudio y por eso se metió de lleno con la carrera de relaciones internacionales. Pasó por el INS, por los Bomberos y después se hizo directora de carrera en la escuela de Relaciones Públicas de la Universidad Latina.
Muy niña.
La historia de Jenny con la música inició desde que tenía un año.
“Una vez fuimos a Turrúcares, donde la bisabuela, y la chiquilla se paraba en una piedra a cantar y cantar, ya lo traía. Después, en la escuela en Santo Domingo de Heredia la ponían a cantar, todos los Días de la Madre o fechas especiales”, recordó doña Ana Cecilia.
Luego se vino el gran salto a la fama, en un concurso del programa Telegatunas en 1977, en el cual Jenny se dejó el primer lugar. Después fue parte, en muchas ocasiones, del programa Las estrellas se reúnen y un sinfín de espectáculos televisivos.
Su última aparición fue en el 2017, en la primera temporada de Tu cara me suena, cuando fue imitada por Vanessa González.
“Las canciones tenían una letra muy bonita, la voz era fuera de serie, más siendo una niña, entonces llamaba mucho la atención, la gente le ponía mucha atención. En ese momento el medio tampoco era rentable, ahora es un poco diferente, pero siempre teníamos agenda llena, íbamos por todo el país”, explicó su hermano menor.