Lo que comenzó como una aparente molestia digestiva terminó convirtiéndose en una batalla por la vida para Georgia Gardiner, una mujer de 28 años residente en Leeds, al norte de Inglaterra.
Durante el verano de 2024, Georgia empezó a presentar síntomas como náuseas frecuentes, calambres abdominales y dificultad para digerir alimentos. A pesar de consultar reiteradamente con médicos de atención primaria y servicios de urgencias, los síntomas fueron atribuidos en varias ocasiones a un cuadro leve de reflujo gastroesofágico.
Según su testimonio, Georgia fue rechazada en al menos nueve oportunidades por distintos profesionales de la salud antes de recibir un diagnóstico certero. Durante ese periodo, su estado físico se deterioró notablemente: perdió cerca de 13 kilos, tenía dificultades para alimentarse y el dolor abdominal se volvió permanente.
“Mi cuerpo lo rechazaba todo. El dolor era constante e insoportable. Me sentía invisible en las consultas”, relató.
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Diagnóstico tardío: cáncer gástrico
Después de varios meses sin respuestas claras, fue derivada finalmente a una unidad especializada en síntomas gastrointestinales inespecíficos. Allí se le practicó una endoscopia que reveló un diagnóstico grave: linitus plastica, una forma poco común y altamente agresiva de cáncer de estómago. La enfermedad ya se había diseminado a los ganglios linfáticos y otros órganos internos.
El 13 de junio de 2025, los médicos le informaron que el cáncer era incurable. El tratamiento, desde entonces, se enfocaría en cuidados paliativos para aliviar los síntomas y mejorar su calidad de vida durante el tiempo restante, estimado en un máximo de 12 meses.
“Cuando escuché el diagnóstico, quedé en shock. No salí de casa en tres días. Solo pensaba: ‘¿Me voy a morir? No puedo morir. Tengo un hijo de dos años’”, expresó, refiriéndose a su hijo Arlo.
“El médico que me derivó me dio una oportunidad. Pero hasta entonces, nadie me tomó en serio. Me dijeron que solo era reflujo”, agregó.
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Una historia que refleja un problema de salud más amplio
Georgia afirma que su caso pone en evidencia una falla frecuente en los sistemas de salud: la desestimación de síntomas comunes, especialmente en mujeres jóvenes. Su experiencia refleja una advertencia importante para la población general: molestias digestivas aparentemente benignas pueden ocultar enfermedades graves cuando se presentan de forma persistente, se acompañan de pérdida de peso, dolor intenso o cambios en el funcionamiento corporal.
“Conocemos nuestro cuerpo, y cuando algo anda mal, debemos insistir”, dijo.
Vivir para crear recuerdos
En medio de su lucha, Georgia ha encontrado un nuevo propósito: crear momentos significativos junto a su hijo y su pareja. Junto a su prometido, Callum, decidieron adelantar su boda para celebrar el compromiso familiar en el tiempo que les queda.
También participa activamente en una campaña de recaudación de fondos que tiene como objetivo financiar tratamientos alternativos, así como actividades familiares que le permitan dejar recuerdos tangibles para su hijo.
“Lo que más me duele es todo lo que me voy a perder en su vida. Él es mi propósito. Es por quien lucho cada día”, afirma.
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En una reciente actualización de su caso, señaló que participará en una prueba clínica: “Me han hecho algunas pruebas más en mis biopsias y resulta que soy elegible para un ensayo clínico. Da mucho miedo, pero he decidido intentarlo. Primero hay que resolver algunos detalles, pero mi primer tratamiento debería ser el 10 o el 17 de julio”.