El mundo católico enfrenta el dolor tras el fallecimiento del papa Francisco, quien murió este lunes a las 7:35 de la mañana, a los 88 años. Su partida trajo consigo la aparición de múltiples anécdotas que muestran su faceta más cercana, entre ellas, la costumbre de sorprender con llamadas telefónicas realizadas personalmente.
Durante los doce años de su pontificado, el argentino se tomó el tiempo de levantar el teléfono para saludar por cumpleaños, agradecer una carta o incluso cancelar un turno médico o una suscripción.
Desde un número privado, sorprendía a sus interlocutores que, al contestar, preguntaban desconcertados: “¿Hola? ¿Quién habla?”. La respuesta era directa: “Soy Francisco”. Ante la incredulidad de algunos, no dudaba en aclarar: “No es broma”.
La mayoría de las llamadas las realizaba alrededor del mediodía, dependiendo de la época del año. Sus conocidos sabían que ese era el momento en que podrían recibir su llamada. Las conversaciones eran breves, de apenas unos minutos, ya que Bergoglio no era de hablar extensamente. Su estilo mantenía la calidez, la picardía y la fina ironía, características de una generación acostumbrada a que cada palabra telefónica fuera valiosa.
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Llamadas que cambiaban el día
Ya fuera para saludar religiosamente en cada cumpleaños o para responder a un pedido de oración, Francisco lograba, con esos gestos, acercarse a las personas. Nadie tenía claro cuán extensa era su agenda, pero siempre encontraba espacio para un llamado que, para quien lo recibía, resultaba inolvidable.
La primera llamada como pontífice la hizo a su hermana María Elena, el mismo día de su nombramiento. Inicialmente pidió a un colaborador que la llamara para decirle que estaba bien, bromeando que no lo hacía personalmente porque “le iba a salir muy caro al Vaticano”. Al día siguiente, decidió llamarla directamente, sabiendo que “Malena”, su “hermanita menor”, esperaba con ansias su voz.
Un gesto que llegaba hasta un kiosco de diarios
Pocos días después de la elección papal, Francisco también se comunicó con su vendedor de periódicos en Buenos Aires. Al cuarto día de la fumata blanca, sonó el teléfono en el puesto ubicado en Hipólito Yrigoyen, frente a la plaza de Mayo en Buenos Aires. El hijo del dueño contestó la llamada y escuchó: “Hola, Daniel, habla el cardenal Jorge”. Creyendo que era una broma de un amigo, respondió: “¡Dale, Mariano!”. Pero del otro lado insistieron: “En serio, soy Jorge Bergoglio, te estoy llamando desde Roma”. Daniel Del Regno rompió en llanto: “Entré en shock, me puse a llorar, no sabía qué decirle”.
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El Papa le agradeció por el servicio brindado, le informó que cancelaría la suscripción por el momento y envió saludos a su familia. Antes de cortar, se lamentó: no podría devolver las banditas elásticas que ataban el diario los domingos, como solía hacer cada año.
El protocolo para recibir una llamada papal
Debido a su hábito de comunicarse a teléfonos fijos, el diario italiano Il Corriere della Sera elaboró, en tono de humor, un protocolo titulado “¿Qué hacer si te llama el Papa?”. En el texto se advertía: “El papa Bergoglio es quizá la última persona que llama a un número fijo. Por lo tanto, si suena el teléfono de casa, prepárense”.
También sugería: “Aunque el santo padre proponga el tuteo, agradézcanle pero manténganse en el clásico ‘usted’. Escuchar, antes de hablar. No introduzcan argumentos. No tengan miedo de ser normales: la ligereza es un don. Si el papa Francisco quisiera enojarse, hubiera llamado a un ministro. El papa Francisco tiene sentido del humor. Díganle que eso es una bella cosa, porque la ironía es hermana de la misericordia. No terminen ustedes la conversación. Dejen que sea el pontífice el que decida cuándo despedirse”.
Milagros que empezaron con una llamada
En 2017, la madre de Claudio Perusini atravesaba momentos de angustia: su hijo, que había sufrido un accidente cerebrovascular, se encontraba al borde de la muerte. Cuando sonó el teléfono, ella no quiso atender pensando que era una mala noticia hospitalaria, hasta que le dijeron: “No es del hospital, es el papa Francisco”. Durante media hora conversaron. El argentino, quien había conocido a Claudio durante su formación en la Compañía de Jesús, le prometió rezar por él.
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Milagrosamente, Claudio despertó días después y comenzó una recuperación que asombró a todos. Ese milagro fue el que se adjudicó a Mamá Antula, la primera santa argentina canonizada por Francisco el año pasado. En otra ocasión, Claudio, emocionado, contó: “Quería verificar en persona cómo me había recuperado. Le dije: ‘No me hagas ir a Roma. ¿Por qué no vienes a canonizar a Mama Antula a la Argentina?’”. Finalmente, ambos se reencontraron en el Vaticano.
El último gesto cercano
En los últimos tiempos, Francisco empezó a enviar mensajes de audio como una forma de mantenerse en contacto de manera más cercana, aunque sin reemplazar del todo sus tradicionales llamadas.
Así fue como en el verano de 2022 envió un mensaje al humorista cordobés José Luis Serrano, quien había viralizado un video sobre el cura Brochero (un santo argentino). El audio del Papa decía: “Gracias por lo que hace”. Francisco agregó: “Acabo de ver y escuchar su reflexión sobre Brochero. Cuánto sentido común y cuánto amor hay en eso. Gracias por mantener el sentido del humor, que lo necesitamos todos”.