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Aunque no existe certeza sobre el origen de esta fiesta, lo cierto es cada 20 de agosto se celebra en cada rincón del orbe el Día Mundial de las Papas Fritas, este delicioso alimento, que -sin distinción- es el favorito de grandes y chicos, y que puede ser parte de un plato de fondo o bien, un snack para ser disfrutado solo o en compañía.
Es que la popularidad de esta deliciosa preparación es indiscutible. No en vano, según estimaciones de la Comisión del Medio Ambiente en su Guía de Prevención y Control de la Contaminación en el rubro de comidas rápidas, en Chile hace dos décadas se consumían 29,9 toneladas de papas fritas al año y el 80% de ellas era en Santiago.
En Estados Unidos, en tanto, se estima que el consumo promedio por persona es de 13,2 kilos por persona al año.Así no es de extrañar que exista acuerdo sobre la importancia de homenajear a este alimento el mismo día en todo el mundo, aun cuando el origen de la versión “bastón” sea disputado por Francia y Bélgica.
Mientras quienes aseguran que la papa frita nació en el Pont-Neuf, el puente más antiguo de París (Francia), a finales del siglo XVIII, en unos carritos ambulantes, otros aseveran que vienen de Namur, en la Bélgica francófona, donde los lugareños eran fanáticos del pescado frito.
Pero, durante el frío invierno de 1680, cuando el río Mosa se congeló, la gente se vio obligada a freír papas en lugar de los peces pequeños a los que estaban acostumbrados, dando origen así a las amadas papas fritas, que hoy, junto con los mejillones, forman el plato nacional belga.
Precisamente en ese país, en la ciudad de Brujas, existe el Friet Museum -Museo de la Patata Frita-, que narra la historia desde los orígenes del tubérculo en América del Sur hasta cómo llegó a consumirse frita.
Tras recorrer el museo, ubicado en el edificio Saaihalle, uno de los mejor conservados de la ciudad, en el sótano se puede degustar una gran variedad de platos acompañados, obviamente, de una buena porción de papas fritas.
