Desde hace tres años un maestro de taekwondo, quien también es pastor evangélico, visita Costa Rica con una misión: enseñar este arte milenario a jóvenes y adolescentes de zonas donde dominan las drogas, los problemas familiares y la pobreza. Eso acompañado de las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Su nombre es Kibong Lee, reverendo de la Iglesia Presbiteriana de Miami, quien viene al país por una semana en los meses de enero y agosto.
La iglesia del pastor apoya con uniformes y materiales de entrenamiento a los jóvenes de entre 14 y 19 años que se apuntan a las clases.
“Algunos vienen del territorio indígena de Paso Marcos en Turrialba, otros de Cariari, Concepción de Tres Ríos, Tirrases de Curridabat, Tejacillos de Alajuelita. Todas son zonas donde las oportunidades son pocas para estos jóvenes”, explicó la pastora Alis Campos, parte de la organización del proyecto que se realiza en la Comunidad Rey en Tirrases y en otras iglesias.
El pastor Lee, como le dicen acá en Tiquicia, llegó al país en una gira misionera con el ministerio Misión Omega Mundial, en ese viaje dijo que Dios le tocó el corazón al ver los problemas sociales en los que viven muchos niños y jóvenes, los cuales afectan su carácter.
“Estos muchachos no son malos solo necesitan alguien que les ayude a formar su carácter, para sus familias y comunidades pueden que sean adolescentes rebeldes, pero para nosotros son almas que podemos rescatar”, aseguró el taekwondista.
Por eso propuso la idea a su iglesia en los Estados Unidos y consiguió el financiamiento para comprar todos los implementos que se necesitan para entrenar como en una escuela profesional.
Los chicos no pagan ni un cinco por las clases, pero tienen que demostrar con acciones que son dignos de un cinturón en cada uno de los niveles que van avanzando. Esto lo hacen cumpliendo con los ejercicios y recitando versículos de la Biblia.
Lee tiene 50 años practicando y enseñando este deporte e, inclusive, fue campeón nacional en Corea, por lo que no sorprende que a los 60 años tenga gran habilidad para realizar los ejercicios con los muchachos y de paso motivarlos a no rendirse.
Toda esa experiencia le vale el respeto de sus estudiantes ticos, uno de ellos es Porfirio Céspedes, un indígena cabécar que camina 8 horas desde su territorio indígena hasta Grano de Oro en Turrialba para participar de las clases.
“Venimos siete personas de la zona de Chirripó, nos enteramos de esto una vez que entraron a la zona indígena y nos contaron", explicó.
Porfirio dice que quiere aprender porque cerca de sus comunidades creció el consumo de drogas, alcohol, el maltrato contra a las mujeres y los homicidios, así que es una buena misión aprender de Dios y enseñarle a la gente a defenderse.
Este programa, que se llama Misión, Visión y Palabra, es una gran motivación para el reverendo Lee y los demás pastores involucrados, ya que enseñando a los jóvenes disciplina y valores, los mantienen alejados de las calles.
Luego de tres años de trabajo, este sábado 13 de enero graduaron a los primeros taekwondistas de cinta negra. Ahora esperan seguir incorporando a más iglesias y muchachos para enderezar su camino.