Hace 14 años, una hermana de Liliana López Esquivel compró un farol hecho con platos desechables que formaban la figura de un niño con un sombrero, “un chinito”, dice ella. Esa compra fue el inicio de un proyecto especial: crear faroles 100% con materiales de reciclaje.
Liliana tomó de ejemplo el farol y con la ayuda de varios familiares hicieron 22 iguales, con los tres colores patrios. ¡Fue demasiado el éxito! En menos de una hora los vendieron todos, a quinientos colones cada uno, en una sodita que tenía en el centro de San Rafael de Heredia.
En ese momento supo que la cosa podía dar para más. Al año siguiente, se mandó fuerte con más faroles, pero esta vez, con varios diseños, siempre con la idea de hacerlo a puro reciclaje. Así fue como nació Faroles doña Juanita.
“El primer año nos salió la espinita de que el año siguiente haríamos más y así me fui perfeccionando. Ya en la familia teníamos la idea de iniciar con un proyecto de manualidades”, contó Liliana, quien hoy tiene 67 años.
“Con los faroles de platos desechables, de esos de estereofón, fue un vacilón, no se imagina. En aquel momento todavía se usaban candelas, entonces, por más que intentábamos se nos quemaron un montón. ¡Vieras qué torta!”, recordó entre carcajadas.
Esa experiencia le permitió aprender cada vez más, al punto de que ahora hace faroles con todo tipo de figuras. Desde los más tradicionales como el fortín herediano, casas típicas y carretas, hasta otros como el Rayo Mcqueen, ambulancias, buses y mariposas.
Nada se desperdicia
En el taller que Liliana tienen junto a su casa, nada, absolutamente nada se desperdicia. Los vecinos y amigos le llevan materiales para que pueda hacer los faroles.
Además, tiene una gran ventaja. Esta abuelita de 4 nietos es la dueña de la pulpería Corazón de Jesús, en Concepción de San Rafael. Eso es una salvadota para ella, pues los agentes de ventas le pasan regalando papeles y cartulinas promocionales.
“Cuando las promociones se terminan y les queda papel, siempre me lo regalan. Aquí en el negocio recojo las tapas de los recipientes, las de frescos, colados y cajas de leche. La gente por aquí también pasa a cada rato con tapas de esas, porque saben que yo las usaré”.
¿Pero, en qué las usa?
“No se imagina lo que me sirven para hacer las ruedas y luces a las ambulancias, carros y camiones de bomberos. Además, hace poco comenzamos a usar el plaśtico de las botellas para ponerles el parabrisas y que parezca más real”, respondió.
En su taller la creatividad no tiene límite. Resulta que este año también están haciendo naves extraterrestres. Para eso usan los recipientes plásticos en los que venden postres o panes.
“De las botellas plásticas de tres litros salen unos faroles lindísimos. Se hacen de yigüirros, lapas y tucanes. Las cajas de helados que vienen troqueladas las usamos para hacer las casitas y las carretas”, explicó.
Todos ayudan
La breteada con los faroles comienza unos días antes de Semana Santa, prácticamente desde marzo, o sea, un arduo trabajo de poco más de 6 meses que Liliana no hace sola.
Ella recibe la ayuda de dos tías y un tío materno, quienes llegan al taller para recortar papel, pegar figuras y pintar las piezas que se necesitan.
Su nieta Daniela le pega el gran empujón de mantener activa la página en Facebook.
“Me lleva las redes sociales y también la contabilidad, ella me saca las cuentas, el Facebook y contestar los mensajes”, explicó esta comerciante.
Por año, calcula que confeccionan, al menos, 150 faroles, de los cuales, si acaso le quedan cincuenta para vender en estos días antes de los desfiles del jueves por la noche que tienen un precio entre 2 mil y 3 mil colones, más 250 colones de la lucecita.
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Este emprendimiento ha permitido a la familia de Liliana salir de algunos apuros, porque siempre invierten muy bien la platita de las ganancias. Por ejemplo, un año compraron una computadora que le urgía a una de sus hijas.
Otra vez adquieron una máquina de coser que Liliana usa para hacer trabajitos cuando no está en la pulpería o en el taller. Este año piensan remodelar los servicios sanitarios de la casa.
Si usted desea comunicarse con ella, puede llamarla al teléfono 2268-3643. Aunque queda poco tiempo, de repente le puede pegar una salvada.
“Algunas maestras siempre piden las tareas de llevar farol, a veces 8 días después de los faroles. Los papás andan en carrera buscando faroles y les salvamos la tanda porque saben que siempre nos quedan algunos y vienen a llevaŕselos”, relató.