Con tan solo 11 años Manuel (no es su nombre real) sufría de una severa adición a la tecnología. Desde pequeño y hasta los 17 años que salió del colegio, pasaba hasta 10 horas seguidas frente a una pantalla.
Y si bien, en un inicio, su debilidad eran los videojuegos, poco a poco, fue migrando al teléfono, incluso llegando, en algún momento, a coquetear con la pornografía.
Lastimosamente, su adicción llegó a tal nivel que durante las clases no se desconectaba del celular y cuando un adulto intentaba quitárselo, se tiraba al suelo, hacía berrinche, lloraba y hasta tiraba manazos.
Su caso es particular por el peculiar trasfondo familiar (un divorcio complicado y una madre ausente) pero, así como Manuel, millones de personas sufren de este mal.
Para que se haga una idea de lo terrible que es la situación, según un estudio de la Universidad de Hong Kong, el 6% de la población mundial (unos 435 millones de personas) son dependientes a la tecnología.
Si hablamos de drogas en general, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, un 5,8% de la población mundial está enganchado.
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Eso quiere decir que hay más adictos a la tecnología que a las drogas.
Por eso, conversamos con la psicóloga María Ester Flores, para conocer cuáles son esas señales que muestra una persona adicta a la tecnología.
Fuera de la señal más evidente, que es que el individuo se aísle para pasar muchas horas conectado, es importante que esté alerta de los cambios emocionales, en especial, las chichas espontáneas.
También, es común ver un deterioro en el rendimiento académico, ya sea en la escuela, universidad o trabajo.
En los casos más extremos, se pueden ver cambios físicos como delgadez, fatiga y falta de aseo, así como actitudes sospechosas, como mentiras constantes y hasta escapadas de la casa.
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Tratamiento
El tratamiento es similar al de cualquier otra adicción, se debe visitar a un especialista para que se encargue de dosificar el uso.
Por ejemplo, a Manuel se le estableció que tenía que pasar al menos una hora al día sin estar frente a una pantalla. Luego subió a dos horas y así poco a poco.
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Eso sí, el proceso de abstención no es igual al de las drogas, donde hay alteraciones químicas que los llevan al límite para conseguirlas.
Un adicto a la tecnología va a sufrir de ataques de ansiedad, enojo, miedo, temblorina y hasta ataques de ansiedad.
En caso de ser un padre, recuerde que usted es la persona que tiene el poder y quien le provee la tecnología, así que amárrese los pantalones y no chineé a su hijo.
Hoy en día muchos papás prefieren darles el teléfono a sus hijos para desentenderse y evitarse chichas; en esos casos, depende de usted si le evita un problemón a futuro a su pequeño.
A lo largo de seis años Manuel pasó por un duro proceso de terapia y sufrimiento, pero logró salir adelante y hoy, ya es todo un adulto hecho y derecho.
Es por eso que le recomendamos que si usted o una persona que conoce pasa más tiempo del que debería frente a una pantalla, que acusa a un especialista y reciba la ayuda necesaria.