María Jimena Chavarría Mena, quien tiene 15 años y vive en Aguas Zarcas de San Carlos, recibió el sacramento de la confirmación en la parroquia San José de Aguas Zarcas el viernes 4 de setiembre.
Para confirmarse usó mascarilla, se sentó en la iglesia únicamente con su padrino y el sacerdote la ungió con con el santo Crisma utilizando un algodón odontológico para hacerle la cruz de aceite en su frente.
La Iglesia católica y sus celebraciones sacramentales no se escapan a la realidad mundial que se vive por la pandemia del covid-19. Por eso, una vez que el Ministerio de Salud aprobó los protocolos para reabrir las iglesias, también lo hizo con los lineamientos para vivir cada celebración religiosa.
María, se confirmó únicamente con otras quince personas, quienes llegaron con su padrino o madrina y se sentaron en un solo sector de las bancas de la parroquia de Aguas Zarcas, del otro lado estaban los papás y nadie podía romper su burbuja.
Las últimas clases de la catequesis que recibió la jovencita fueron por medio de la plataforma Zoom, ya que por la pandemia no pudo continuar con las lecciones presenciales. El proceso de preparación lo vivió durante 4 años.
"Tuvimos una larga espera de cuatro meses para poder hacer nuestra confirmación, fue un tiempo de reflexión y agradecimiento a Dios, a la parroquia, a nuestras familias y a las catequistas, porque nos guían y aconsejan con temor de Dios, valores y principios, ya que, en muchos lugares del país y el mundo, los jóvenes no tienen el derecho y el privilegio de recibir este sacramento.
“Gracias a esto recibí los dones del Espíritu Santo, para dar frutos, defender mi fe y transmitirla a todos los que me rodean a lo largo de mi vida”, nos comentó María, quien estudia en el Colegio Técnico Profesional de Aguas Zarcas, está en noveno año.
“Antes de que finalizáramos el proceso de la confirmación, la parroquia nos pidió que realizáramos un acto de contrición perfecto (un arrepentimiento profundo y sincero de los pecados, al no poder darse el sacramento de la reconciliación con un sacerdote), para estar libres de los pecados y comprometernos a acercarnos al sacramento de la confesión lo más antes posible”, explicó la sancarleña.
Primera comunión
Este sábado 12 de setiembre, a las nueve de la mañana en la parroquia de Nuestra Señora de Luján, en San José, hizo la primera comunión Santiago Araya Watson, quien tiene 12 años y la noche del viernes alistó sus zapatos, pantalón, camisa blanca, la candela y la mascarilla.
Doña Karen Watson, la mamá, nos contó que su hijo se sintió un poquitín triste por no haber podido celebrar este día en grande con toda la familia y amigos. Al mismo tiempo, tenía nervios y alegría por completar el sacramento para el que comenzó a prepararse hace tres años con clases presenciales y que en los últimos cinco meses fueron virtuales.
"Se levantó muy emocionado por alcanzar una meta que le ha costado, porque cuando comenzó la pandemia y tuvo que dejar de ir a las clases, comenzó un proceso de aprendizaje con los libros y a distancia que fue un cambio muy fuerte de la noche a la mañana.
“Además, le ha costado porque tres veces le cancelaron la fecha de la primera comunión, por las restricciones del Gobierno, entonces la llegada definitiva del día lo alegró mucho”, comentó la mamá.
Tiempos de virtualidad
El padre Mario Segura Bonilla, director del Centro Nacional de Catequesis y cura párroco de la parroquia de Nuestra Señora de la Merced, en Betania de Montes de Oca, celebra el regreso de las primeras comuniones, las confirmaciones, bautizos y matrimonios.
"La Iglesia católica entiende perfectamente el cuido profundo que hay que tener en la salud de todos los feligreses, por eso se cumplen todos los protocolos. Ningún sacramento se celebra con la iglesia por encima del 75% de su capacidad, por eso, en el caso de las confirmaciones y primeras comuniones, por ejemplo, solo se permiten 20 niños o jóvenes, sus padrinos y sus papás, y solo se celebran en las parroquias.
“Al ser tan pocos los confirmandos que se permiten por celebración, hay confirmaciones varios días seguidos, eso motivó a que cada obispo permitiera a los vicarios episcopales ayudarles en la celebración de los sacramentos. Pasamos de una gran celebración a varias pequeñas”, explicó el padre Segura, quien hace ocho días tuvo fiesta de primeras comuniones en su iglesia.
La nueva realidad no detiene los sacramentos, por eso el sacerdote aclara que las catequesis de todo tipo se seguirán dando virtualmente, por Zoom, para que el próximo año también haya celebraciones.
Adaptarse al mercado
Como para las celebraciones de los sacramentos es obligatorio el uso de mascarillas y muchas de las que hay en el mercado no tienen diseños adaptados al ambiente religioso, dos amigas, Mariamalia Campos y Mónica Murillo, quienes tienen una pequeña empresita de diseños personalizados de camisetas y ropa deportiva, se adaptaron a las nuevas necesidades y sacaron una línea de cubrebocas para primeras comuniones y confirmaciones.
Incluso, personalizan para matrimonios y así los novios, familias e invitados van con una mascarilla adaptada a la boda.
La empresita se llama Serendipia y la mascarilla con un bolsito para guardarla vale 5.500 colones. Si son varios los pedidos, le hacen precio, puede llamarlas al 7012-5881.