Para la Iglesia católica la Cuaresma es un tiempo de reflexión, penitencia y preparación para la pascua.
Durante 40 días los fieles ofrecen sacrificios y reflexionan sobre su vida para corregir lo malo y así llegar a la Semana Santa con un corazón renovado y listo para celebrar la resurrección del Señor.
Como parte de esa preparación, los sacerdotes recomiendan que durante la Cuaresma los fieles se confiesen para que así lleguen a esos días tan especiales, sin pecado, con un corazón dispuesto y en paz con Dios.
“El sacramento de la confesión es el sacramento de la misericordia, es para celebrar el gozo de sentirnos perdonados y amados por Dios, ese que nos demostró su amor en la cruz al permitir que su hijo se diera en sacrificio por nosotros, por nuestra salvación”, explicó el sacerdote German Rodríguez, rector de la catedral Metropolitana.
“Que bonito es preparar una fiesta como lo es la Pascua, reconciliado con Dios. La reconciliación nos pone en paz, nos libera, nos llena de entusiasmo para seguir adelante, porque la reconciliación es reconocer que somos pecadores y fallamos, especialmente en el amor a Dios y al prójimo”, agregó el religioso.
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Perdón infinito
El cura dice, además, que no importa qué tan graves son los pecados que carga cada quien, el Señor, en su infinita misericordia, sabe perdonar cualquier corazón arrepentido.
“Que hermoso es saber que Dios no se cansa de perdonarnos, nos ofrece su misericordia para levantarnos de nuestras caídas, para fortalecernos en las debilidades.
Pero, ¿de dónde nacen las confesiones?
El padre German detalla que el sacramento de la reconciliación o confesión, como se le llama, se ve instituido en el capítulo 21 de san Juan cuando dice Jesús: “lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desate en la tierra quedará desatado en el cielo”.
“San Pablo tiene un pasaje aún más claro cuando nos dice que todo es obra de Dios, es decir, el que reconcilia es Dios, pero nosotros (los sacerdotes) somos embajadores de Cristo, es como si Él les hablara por nuestra boca y san Pablo dice: en nombre de Cristo les ruego reconcíliense con Dios”.
Hombres comunes y corrientes
El cura les mandó un mensaje a aquellas personas que aseguran que no se confiesan porque los sacerdotes son hombres comunes y corrientes.
“Tienen razón en pensar que los sacerdotes son simples seres humanos, somos hombres, pero hombres puestos para servir a los demás en las cosas de Dios.
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“Podemos entender a ignorantes y extraviados porque entendemos la debilidad, yo puedo entender al pecador porque también yo soy pecador”.
El religioso finalizó diciendo que ojalá que los fieles entiendan esta riqueza que se ofrece en el sacramento de la confesión, para que estando en paz con Dios y con los hermanos, puedan vivir intensamente la resurrección del Señor.