Carlota y Guadalupe son las dos nuevas campanas que alegrarán las convocatorias a misa en la catedral de la diócesis de Ciudad Quesada a partir del próximo 12 de diciembre.
Ese día inicia al Año Jubilar que oficializó monseñor José Manuel Garita Herrera, con motivo de los 25 años desde que se creó la Iglesia Particular.
Una de las campanas se llama Carlota en honor al santo patrono de la parroquia, San Carlos Borromeo, la otra Guadalupe en honor a Nuestra Señora de Guadalupe, la copatrona.
Carlota tiene un diámetro casi un metro y pesa 482 kilos; Guadalupe es más pequeña, tiene un diámetro 73,4 centímetros y pesa de 241 kilos.
Fueron fabricadas por la empresa Eijsbouts de Asten, Holanda.
Cada una de las campanas tienen inscrita, en latín, la fecha 4 de noviembre de 2019, en razón de que era la fecha original en que debieron sonar por primera vez en la Catedral.
Sin embargo, la empresa holandesa contratada para el corte con láser de los materiales sufrió un incendio y eso fue lo que provocó el atraso.
Las campanas llegaron por barco hasta Panamá, y luego por tierra hasta una agencia aduanal en Heredia y posteriormente a Ciudad Quesada, donde llegaron el martes 26 de noviembre.
Será este martes 3 de diciembre, cuando arranca su colocación en la torre, con una grúa especial, a partir de las 7 a.m.
“Las campanas revisten en la tradición católica un profundo significado que encierra precisamente la voz de Dios que nos llama.
“Las campanas nos acompañan desde el siglo V y eran de uso común en la Edad Media. Se usaban especialmente en las comunidades monásticas para llamar a los monjes a reunirse para orar en la capilla. Luego, la costumbre se extendió en las iglesias para llamar a la Eucaristía, principalmente. Igualmente, es tradición darles el nombre de un santo o de la Virgen”, explicó monseñor Jose Manuel Garita, obispo de San Carlos.
La diócesis de Ciudad Quesada explica que el ritual romano tiene una bendición muy solemne para las campanas, el cual ayuda a comprender su simbolismo espiritual y sacramental.
“Para que siempre que oigamos la voz de la campana nos acordemos de que formamos todos, una misma familia y obedientes a su voz, nos reunamos todos, como signo visible de nuestra unidad en Cristo”, dice una parte del ritual.