Un hombre que se ganó la lotería en el 2010 y al que solamente llamaremos Steven cuenta qué fue lo que pasó para que se le acabara poco menos de mil millones de colones en ocho años. Hoy no tiene dinero.
El hombre nos atendió por teléfono y contó detalles desde su vida como millonario hasta lo que haría si volviera a pegar.
-¿Con qué número ganó y cómo fue que obtuvo ese entero?
Con el 41, con la serie 744, un 19 de diciembre de 2010. El entero no lo compré, trabajaba en una compañía grande y como incentivo le dieron un entero a aquellos vendedores que cumplieran la cuota de ventas. Una compañera de apellido Casafont fue quien me dio el 41 con la 744 de los enteros que la Cervecería compró ese año en Novacentro.
- ¿Cómo fue ese 19 de diciembre?
- Mi supervisor me dijo, ‘aquí está su entero, ¿dónde está para llevárselo?, ¿por qué no lo ha recogido?’. Él estaba en Alajuela y yo en el Walmart de Curridabat y le dije que me lo dejara debajo de la computadora. Me respondió que ahí se podía perder y se vino desde Alajuela hasta Tres Ríos (ya había avanzado en su ruta) para entregármelo. Estaba en el Palí. Tenía a la par a un display que me ayudaba mucho y arranqué un pedacito y se lo di. Le dije: ‘a lo mejor salimos de pobres’.
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- O sea, ¿no pegó el entero completo?
- Después me topé a la administradora del Palí (qdDg) y le regalé un pedacito, siempre con mi jefe a la par. Esa señora fue asesinada años después en Cartago. El hombre se mató inmediatamente .
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-Ya son 38 pedazos
- Luego me despedí del jefe, a él no le di porque también le dieron un entero, pero sé que fue impactante para él haber tenido el entero en las manos. Seguí mi ruta, el carro estaba sucio (era de la cervecería), vivía en Concepción de Alajuelita y lo llevé a un lavacar que queda como a 100 metros del Megasúper.
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- ¿Qué sucede allí?
- Cuando están lavando el carro, (ya en la noche) quitan las alfombras y ven el entero. Lo había dejado allí y se me había olvidado. Arranqué un pedacito y le dije al muchacho: ‘tome, tal vez salgamos de pobres’, eran tres tipos y uno dijo, pero ya se jugó y salió ese número. Tenía 37 pedazos extendidos en el carro. En eso recibí una llamada del display, estaba llorando, me dijo que ganamos y le tocaron ¢25 millones. Pero yo no estaba seguro, cuando corté me llamó el jefe y al mismo tiempo vi a los tipos del lavacar pegando brincos y diciendo ‘vamos para Managua’. El jefe me dijo, ‘Steven, ¿dónde está, usted tiene el entero verdad?’.
Nunca más Alajuelita
-¿Qué pasó?
-Tenía el entero en un lavacar y había una fila de taxistas informales. No me sentía cómodo, el carro tenía jabón, ‘démelo así’, les dije. Lo hice un rollo y lo metí en la cajuela. La gente se quedó impactada, llevaba novecientos y resto de millones. Manejé a Curri, pero sin rumbo, vivía a 500 metros del lavacar y nunca más volví. Llamé a mi hija que estaba en el avenidazo. Después pensé que me podían estar siguiendo, entonces lo hice un rollo más pequeño y me lo metí en la media. Desde esa vez, no dormí más en Alajuelita, ya era vox populi, al día siguiente en primera plana La Nación decía que un vendedor de la Cervecería se había ganado mil millones de colones.
- ¿Cuándo pasa ese primer momento, cuál fue su primera reacción?
- Dormí en Casa Conde, en Paso Ancho, por seguridad porque toda Alajuelita sabía, me conocían, la gente sabía donde vivía y podían llegar por mí, pero vieras que estaba tranquilo. El primer sentimiento era ir saldar la deuda de la tarjeta de crédito de cuatro tejas que no podía pagar. Sentía que me iban a embargar el salario.
-¿El lunes qué pasó?
- Fue gracioso porque me llamaron del trabajo y me dijeron, ‘¿dónde está?' Había salido a trabajar con la computadora y el equipo, me presenté normalmente, tenía claro que no me podía volver loco. La gente de la cervecería me envió custodios de la empresa y otro vendedor para que siguiera la ruta. Me dijeron que era peligroso y me recibió en el trabajo Ramón Mendiola (gerente general de la Cervecería de Costa Rica) y me peguntó que cómo me sentía, dijo que me iban a ayudar.
El martes fui a la Cervecería, andaba el billete entre las bolas, en las medias, lo veía cada diez minutos. Me metía al baño, lo tocaba, lo olía. El miércoles llamé a la Junta, les expliqué quién era y les dije que no quería que me viera la prensa. Me pasaron por una puerta diferente, me hicieron firmar unos papeles en una oficina y mientras firmaba llegaban personas a vinear, a ver quién era yo. Fue impactante. Adentro hay un banco, fui, me metí a la ventanilla y la muchacha me dio un depósito de ¢925 millones en mi tarjeta de débito.
- ¿Qué fue lo primero que se compró?
- Ropa, tenía dos pares de zapatos, uno del trabajo y unas tenis para luego del brete o los domingos. Llegué a tener 136 pares y me compré medias, calcetines, de niño las medias se me perdían o estaban sucias. Siempre estaba en carreras. Compré como 200 pares.
- ¿Y cosas grandes?
- Entre las primera cosas, yo estaba mal con la mamá de mi hija, convivíamos juntos, pero no revueltos, porque no tenía los recursos para irme de la casa y ella tampoco. Eso nos obligaba a vivir juntos.
Pensé en resolver esa situación, me compré una casa y otra a ellas. No era justo vivir juntos. Mi casa la compré en cien millones de colones y la de mi hija costó ¢80 millones.
- ¿Y qué pasó en la Cervecería?
- M reuní con Mendiola y Rolando Carvajal (director regional de Negocios de Bebidas y Alimentos de la Cervecería), y me ofrecieron cómo invertir el dinero. Me llevaron con ejecutivos de muchos bancos, pero mi banco era el BCR. Me sentía con más confianza, me quedé en ese e invertí en la bolsa.
Pero yo era vendedor, no estaba familiarizado con cosas de bolsa y mi corredor de bolsa del BCR me empezó a pedir plata para pagar una deuda con tarjeta y me ofreció una finca en Sarapiquí en cien millones. A mí me cuesta decir no, no tenía la valentía de decirle. En una de esas, Rolando me llamó preguntándome que cómo estaba y le dije que quería pasar el dinero al Nacional. (Al final no compró la finca).
- ¿Fue cuando tuviste un problema de salud?
- Fue por la ansiedad, me dio una crisis, no sabía qué hacer con el dinero, tenía que hacer negocios, ya había comprado casas, varias cosas y escuchaba a las personas decir haga esto, compre apartamentos, compre esto y lo otro. Muchos me buscaban para que los ayudara, no podía con tanto. Era gente que no conocía, con problemas económicos. Me dio un infarto, me operó el doctor Jorge Araúz.
- ¿Qué recuerda del paro cardíaco?
- Entré infartado al Hospital La Católica y para estar allí tenía que dar un depósito de cinco millones. Llegaron al otro día con los electrodos y un datáfono. Llamé al banco para que me autorizaran la tarjeta. Cuando salí se me olvidó el depósito. Años después, me llamaron y me dijeron que había un cheque para mi.
Cuando regresé a la cervecería me dijeron que tenía cara de estresado y que me fuera de vacaciones seis meses, ‘viaje, haga cosas que nunca ha hecho’, me dijeron. Nunca me llamaron ni yo llamé. Tenía que devolver el carro y me compré un Toyota Prado de 45 millones y a mi hija le di un Audi para sus 18 años. Me dediqué a viajar y a despilfarrar el dinero.
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-¿Esa fue la debacle?
- Digamos que sí. Iba a los carnavales de Brasil, a Estados Unidos, a todo lado. No sabía cuánto dinero tenía. Me depositaban intereses, pero no era por mes, algunos son a plazo de tres meses, depende. Como a los cinco años me pregunté cuánto tenía y quedaban como ¢400 millones. Fue impactante, me había comido la mitad. Me habían estafado, hice negocios fallidos y eso me dio miedo. Uno fue en bienes raíces y un abogado me estafó y otro fue en el negocio de descuentos de factura con una señora a la que le dio cáncer y no podía cobrarle a una persona así. Ya tenía obligaciones, la familia, mi hija mayor, con una colegiatura altísima y seguía gastando. Me afectó que mi exesposa me pidieran una pensión para ella, era mucha plata mes a mes.
-¿Qué parte le salió bien?
- He viajado mucho y aprendí a hablar inglés, todo eso que gasté en Estados Unidos, ir a Disney, a Las Vegas, a Los Ángeles, me dejó un segundo idioma, y también lo soñaba, tuve la oportunidad de ver a mis hermanos y madrastra que estaban allá y habían quedado mal.
-¿Y de qué se arrepiente?
- Comprar la casa donde vivo actualmente, de 200 metros cuadrados en un condominio con vecinos delicados, no haberme comprado una finca. Excesos en licor, fui a Ibiza (España) y no me arrepiento de haber ido, pero sí de llegar a pagar 14 euros (casi diez mil colones) por una cerveza. Puede ser insignificante, pero vieras como me duele. Yo trabajaba en una cervecería y uno aprende cierta tolerancia. Podía tomarme tal vez 15 cervezas. Quisiera haber gastado más en mi madre, en mi familia, pero nunca me han reclamado. Es la mejor familia.
- Si hoy tuviera ese dinero otra vez, ¿qué haría?
- En primer lugar, gastar más tiempo con mi familia, hijas y madre y si me habla de negocios, compro una finca muy grande al norte de California para dedicarme al cultivo de marihuana (un estado donde es legal). Es lucrativo y divertido. Siento que podría ganar otra vez.
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- ¿Contratarías a un asesor financiero?
- Con el conocimiento que hoy tengo no, pero a un sicólogo sí. El problema con los asesores es que también quieren ganar dinero y entonces hacen negocios riesgosos. Claro, la plata no es de ellos.