Don Ernesto Julián Navarro González acaba de cumplir 70 años y desde los 10 empezó en el noble oficio de limpiabotas, el cual, según nos dice con dolor, “está muy cerca de desaparecer porque a los jóvenes de ahora no les interesa”.
Nació y se crio en la zona de Los Santos, en San Marcos de Tarrazú. Tiene casi 40 años de vivir en Purral de Guadalupe; está casado y tiene tres hijos ya grandes, hechos y derechos.
Al preguntarle cuándo comenzó a limpiar zapatos se le fue la mirada al pasado, lo perdimos por un par de segundos y después nos respondió: “Tenía yo 10 años, imagínese que en cada limpiada de zapatos cobraba 20 céntimos.
LEA MÁS: Con juegos de mesa y hasta bingos profe de religión enseña el amor a Dios en las aulas
“De esos 20 céntimos, pasamos a cobrar 50 céntimos, después 75, siguió un colón, un colón con cincuenta y ahí fue subiendo y cambiando hasta el día de hoy que se cobra mil colones y después de ahí lo que la gente me quiera regalar, es bien aceptado”, dice con orgullo.
Es que don Ernesto vive muy orgulloso del oficio que aprendió chiquillo, por eso le duele tanto verlo agonizar.
“San José llegó a tener 80 limpiabotas, solo en el parque Central había más de 30 y todos ganábamos, ahora no quedamos ni cinco. Es un hecho que el oficio desaparece dentro de poco y es una lástima porque es un trabajo muy noble”, advierte.
Lindos recuerdos
Revolcó su cajón de los recuerdos y con alegría nos contó que cuando la limpiada de zapatos valía un colón los limpiabotas se peleaban los gringos que llegaban porque al terminarles el trabajo daban dos colones y eso se veía muy poco porque en aquel entonces, hablamos de mediados de los sesentas, dos colones era buena platica.
“Eran épocas en las cuales el turista venía con sus buenos zapatos de cuero, no andaban en chancletas, entonces nos buscaban y nosotros en el parque Central la pulseábamos duro por atender un gringo. Gringo dice uno, eran turistas de todos lados”, comenta muy alegre.
LEA MÁS: Chef profesional cambió de clientes, ahora le cocina a perros
Este purraleño es el limpiabotas con más años en el oficio en todo San José y el de más edad. Usted lo ve y, la verdad, parece que tuviera media teja, jamás imaginaría uno que tiene 70 añitos bien vividos.
Volviendo a los lindos recuerdos, comenta que a finales de los noventas todavía limpiar zapatos era un oficio de muchos, tanto así que hasta formaron un sindicato del cual don Ernesto fue presidente.
“Claro que sí, en aquel entonces decidimos unirnos para defender nuestros derechos y realmente fuimos escuchados por la municipalidad de San José. No solo fuimos escuchados sino apoyados, tanto así que nos dieron sillas para trabajar.
“Vea usted, esta silla es una de esas que nos dio la muni…ya solo esta queda en todo el país, es un lindo recuerdo de épocas muy buenas para los limpiabotas josefinos”, aseguró.
¿Se muere el oficio?
“Sí. Con dolor tengo que aceptar que los limpiabotas tenemos los días contados. Ya nadie lo quiere seguir. Hoy en día la juventud es muy diferente a la de cuando uno se crio. Uno joven pensaba en ganar dinero honestamente en lo que fuera, ahora los jóvenes tienen otra mentalidad.
LEA MÁS: Este es el horario en que la electricidad es más barata
“Tengo que aceptar que el limpiabotas que va falleciendo, va dejando un hueco profundo porque con él se va esa parte del oficio. Así pasará conmigo. Yo no tengo pensión, por eso trabajo todos los días de 7:30 de la mañana a casi las 4 de la tarde, si no llueve. Cuando ya yo no esté, mi espacio no lo ocupará otro limpiabotas y eso es doloroso. Seguiré aquí hasta que Dios me llame”, nos responde con la mirada perdida en la nostalgia.
Para que aprendamos, don Ernesto nos explica que los limpiabotas no solo limpian zapatos de vestir negros o cafés, también limpian tenis, así que si usted anda por San José puede hacer las mismas que hizo don Alberto Gutiérrez de Aserrí, quien se sentó en la silla de don Ernesto para que le chaneara las tenis.
“Todas las semanas vengo para que don Ernesto me limpie las tenis, para mí es ya una tradición de años, algo que me enseñó mi papá. Sea el zapato que ande, aquí termino para que queden bien limpios”, comenta don Alberto, quien incluso llegó con un buen desayuno para don Ernesto.
LEA MÁS: Director del OIJ a Rodrigo Chaves: “Ahora los delincuentes pueden dormir más tranquilos”
“Gracias a Dios el oficio de limpiabotas siempre me ha dado para comer y en mi casa jamás ha faltado el plato de comida. Tengo clientes de años e incluso tengo clientes que mes los heredó mi papá y hasta mi abuelo.
“Mis hijas crecieron a punta de limpiar zapatos. Amo este oficio y, le repito, me moriré feliz porque moriré limpiando zapatos”, nos confirma el purraleño ya cuadrado con las tenis de don Alberto.