El farmacéutico Daniel Castillo y su sobrina Mariel Castillo, vivieron el pasado 2 de agosto una experiencia única al estar cara a cara con el papa Francisco y decidieron hacer al padre Sergio Valverde parte de esa historia tan especial.
Ellos fueron a la reciente Jornada Mundial de la Juventud que se llevó a cabo en Lisboa, Portugal y habían mandado a traer un solideo, que es como un gorrito blanco que el papá se pone en la cabeza, para llevarlo al viaje con la fe de cuando tivieran cerca al papa, dárselo para que él se lo pusiera.
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Ellos planearon el viaje con un año de anticipación para ahorrar y durante todo ese tiempo esperaron con mucha ilusión.
“Existe la tradición de comprar un solideo y si uno se acerca al papa, ya sea en una audiencia o algo así, él tiene la costumbre de hacer ese gesto, de usarlo y devolverlo. Yo ya tenía esa idea, desde marzo había mandado a traerlo y lo llevamos a la Jornada. Lo logramos, en un momento en el que estábamos esperando que el papa Francisco pasara por una calle.
“No estábamos seguros de que se pudiera dar, tuvimos que rezar mucho y pedirle a la Virgencita de los Ángeles porque era su día, también le rezamos mucho a San José para que nos echaran una manita y el papa quisiera parar. Cuando vimos el carro acercarse y que redujo la velocidad el corazón se nos aceleró, ese momento fue muy especial porque paró, agarró el solideo, se lo puso y nos lo devolvió”, contó Daniel.
El farmacéutico dice que tener el papa tan cerca lo conmovió mucho al punto de las lágrimas, era demasiada la felicidad. Cuando lo tuvieron cerca ellos le dijeron al santo Padre que eran de Costa Rica y él les dijo que aquí estaba el mejor café del mundo.
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Le dio la mano al papa
Mariel tuvo la oportunidad de darle la mano al papa Francisco y aún hoy se emociona mucho cuando recuerda la bella experiencia.
“Yo estaba temblando, llorando, fue demasiado emocionante, es inexplicable ese sentimiento, no hay palabras que expliquen lo que yo sentí cuando le di la mano al papa”, relató la joven de 16 años.
Mariel dice que incluso siente que ese episodio le cambió la vida.
“Tocar a la persona que está más cerca de Dios en la tierra, es como: ¡Oh por Dios! De alguna manera cambié mis hábitos, hago cosas que antes tal vez no hacía, siento que me acerqué un poco más a Dios.
Daniel y Mariel, en un acto de amor y solidaridad, tomaron la difícil decisión de desprenderse del solideo que tanto significa para ellos y donarlo a Obras del Espíritu Santo para que sea subastado y así la plata que se recaude sirva para llevar alimentos a los niños que tanto lo necesitan.
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“No queríamos que esto quedara ahí, el papa Francisco es una inspiración que trasciende incluso la religión y al querer ayudar a los más necesitados tuvimos la idea de ver si por acá, por medio de Obras del Espíritu Santo, se puede subastar el solideo.
“En Obras del Espíritu Santo uno ve que sí, que las solicitudes de donaciones que hace la obra como tal, llegan a las personas que más lo necesitan realmente, eso nos motivó a donar el solideo”, expresó Daniel.
Subasta será pronto
El padre Sergio Valverde, fundador de Obras del Espíritu Santo, no ocultó su emoción y agradecimiento ante el gesto de los jóvenes y este domingo 10 de setiembre, recibió el solideo en una misa muy especial.
“Convergen la fe y la solidaridad en esta entrega, es un milagro que ellos hayan sido los elegidos por el papa. Pudieron haber decidido dejarse esto tan especial para ellos, para su familia y eso está bien, pero el gesto de que ellos quieran desprenderse para una causa tan justa como lo es alimentar a los niños lo hace más grande y estoy seguro de que Dios lo ve con agrado”, dijo el religioso.
El padre Sergio dice que sabe que muchos coleccionistas estarán interesados en adquirir este bien tan único y especial y con tanto valor.
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“Esperamos que mucha gente participe cuando hagamos la subasta que será en estos días, en el mismo mes de setiembre, mes de los niños, la abriremos por redes y de las formas correspondientes para que mucha gente nos pueda ayudar y ojalá que la persona que se lo lleve lo valore enormemente y pueda sentirse muy feliz de que compró una pieza de gran valor, histórico, espiritual y para darle de comer a los niños”, agregó el cura.