Por culpa de las presas que azotan varios puntos de la capital, Ingrid Quirós y su esposo, Luis Eduardo Jiménez, no llegaron a tiempo a la misa de 8 a.m. en la Catedral Metropolitana, para participar de la celebración del Miércoles de Ceniza; sin embargo, esto no fue motivo para disfrutar de esta fiesta religiosa.
Este matrimonio junto con su hijo Saúl, de 1 año y 9 meses, viven en San Antonio de Escazú y tenían la fe de llegar a tiempo para celebrar la eucaristía, pero el caos vial los hizo llegar tarde. Aún así, decidieron quedarse en el templo y esperar a que se iniciara la misa de 11 de la mañana, para recibir la imposición de la ceniza y pedirle al Señor por la salud y la paz del mundo entero.
“Nos topamos con una presa muy grande, sobre todo por La Sabana. La fe es lo que nos motiva a quedarnos a esperar la siguiente misa y queremos inculcarle a nuestro hijo la fe.
“Apenas llegamos al templo vimos que ya era tarde, pero no pensamos en devolvernos a la casa, en este tiempo esperamos celebrarlo asistiendo a las diferentes actividades, colocaremos la cruz y elementos alusivos a la Cuaresma”, comentó Ingrid.
Su esposo, quien trabaja en mantenimiento de jardines, aseguró que desde el domingo pasado les pidió a sus jefes el día libre, para asistir a esta celebración y contó que es su abuela, doña Aydeé, quien les hace mantener viva la fe.
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“Ella tiene 85 años y siempre nos dice ‘primero la misa y luego lo demás’. Ella practica con todo su fe y nosotros seguimos su ejemplo.
“En este tiempo es importante mantener la fe, pedir por los niños. A veces me vacilan, me dicen ‘diay usted se hará santo’, porque me gusta ir a misa, pero prefiero hacerlo y orar por todos porque, actualmente, hay muchos problemas en el mundo”, comentó.
Luis Eduardo expresó que de la misa, lo que más disfrutaron fue el llamado de los curas a practicar la caridad y no olvidarse de ayudar a quien lo necesita.
Con humildad
En la misa de 8 a.m., el sacerdote Francisco Morales invitó a los fieles, a vivir estos 40 días de preparación con humildad y sin olvidarse de quienes lo necesitan, pero a la vez dijo que es importante participar de este tiempo de conversión sin la necesidad de que los demás se den cuenta, que sea algo muy personal.
“Con un corazón sincero, con humildad, con un verdadero espíritu de conversión, acojamos la invitación a cambiar de rumbo.
“La Cuaresma es un reflejo de nuestra vida, nos estamos preparando para la Pascua y a lo largo de la vida, nuestro destino es encontrarnos con Cristo Muerto y Resucitado en la Pascua que nunca tendrá fin”, afirmó.
Empezando la celebración, la Catedral no lucía llena, como habitualmente está, pero conforme avanzaban los minutos, más personas de todas las edades se acercaban al templo, con el objetivo de recibir la imposición de ceniza en sus cabezas y no en la frente, como se hace en algunas iglesias, desde el 2022.
Alexis Barquero vive en Desamparados y antes de irse a trabajar en el Condominio Las Américas hizo una parada obligatoria para participar en la misa.
Barquero llegó acompañado de su esposa Jenny y ambos suelen participar a viva voz de las celebraciones. Durante el día tratan de tener espacios de oración y, por lo menos, una vez a la semana acuden a la misa.
“Es el inicio, en donde comenzamos una etapa para celebrar lo más grande que tenemos los cristianos, que es la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Él dio su vida por nosotros y, tal como lo dijo el sacerdote, este es un espacio para cambiar nuestra forma de vida, para llegar al Sábado Santo”, manifestó.
A las aulas
El inicio de la Cuaresma fue el momento ideal para que cerca de 1.000 estudiantes guanacastecos reflexionaran sobre cómo ser mejores cristianos.
El diácono Luis Fernando Aguilar participó de esta celebración con sus alumnos, en el Colegio Técnico Profesional 27 de abril, en el Liceo de Santa Cruz y el Liceo Experimental Bilingüe de Santa Cruz, en donde imparte clases de religión.
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“Deseamos impulsar la promoción humana y el reconocimiento de la dignidad de los jóvenes. De que sí tienen una vida para disfrutar; pero de la mejor manera; o sea, acompañarlos para despertar en ellos ese sentido de identidad, de fe, de encuentro con el Señor”, compartió el diácono sobre su misión en tiempos cuando se arrincona el derecho a profesar la fe hasta en las aulas.
“Mi servicio es en la Diaconía Ambiental de acompañamiento a los jóvenes de colegio; este año buscamos desarrollar talleres para trabajar habilidades y destrezas para la vida; hábitos saludables y, por supuesto, la fe en nuestros jóvenes”, agregó el servidor, parte del clero de la Diócesis de Tilarán-Liberia.