En medio de las celebraciones del Día Internacional de la Enfermería, ese gremio se tiró a la calle para realizar lo que llamaron una marcha por la vida, en la cual se lamentaron del decreto que quitó el uso obligatorio a la mascarilla. “El temor es que pasemos a ser la primera línea, pero de contagiados”, afirmó Fernando Chamorro, fiscal del Colegio de Enfermeras de Costa Rica.
“Le llamamos la caminata de la vida, de la esperanza, porque consideramos que la lucha más dura contra la pandemia ya se dio, sin embargo, no bajamos la guardia y nadie debe de bajarla. Estamos convencidos que la mascarilla debe ser obligatoria, lamentamos que se haya cambiado esa obligatoriedad con un decreto que no llega en el momento indicado”, asegura Chamorro.
¿Será que tiene razón el fiscal del Colegio de Enfermeras o como muchos piensan ya el covid-19 es cosa del pasado? Para responder esta pregunta hablamos con doña Luz Solano Calderón, enfermera vecina de Tres Ríos, quien se considera un milagro viviente.
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Después de las fiestas de diciembre del año pasado, hubo muchas personas que enterraron la pandemia y aseguraron que ya el covid-19 había desaparecido del país, que usar la mascarilla era una gran tontera, algo que para doña Luz es todo lo contrario.
“Imagínese que yo me contagié en enero del 2022, así como lo escucha. No fue en el 2020, ni en el 2021. Trabaja en el Hospital San Juan de Dios desde hace 29 años y para enero pasado todo era obligatorio, o sea, las protecciones estaban al máximo y aun así me contagié.
“Si me pregunta cómo me fue después de contagiarme en tiempos en que mucha gente bajó la guardia, le puedo decir que estuve con ventilador, me hicieron una traqueotomía, estuve en Unidad de Cuidados Intensivos 19 días y hospitalizada casi dos meses. en verdad hubo momentos que creí que no saldría, que me moriría.
“Por cierto, había desaparecido tanto el covid-19 como dicen algunos que, siendo enfermera del San Juan de Dios, no encontré cama ahí de lo lleno que estaba, me tuvieron que mandar al Calderón Guardia donde me trataron como una reina y no me dejaron morir”, recuerda la enfermera quien fue la dedicada de la marcha.
Considera doña Luz que el decreto que quitó la obligatoriedad de la mascarilla se tuvo que haber esperado un poco más, sobre todo porque el país está en la quinta ola de contagios.
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“Sabe que es lo que pasa, que muchas personas no se contagiaron o no tuvieron un familiar que vivió al borde de la muerte. Muchos no creen que el asunto es tan serio hasta que, lamentablemente, les toca. Personalmente considero que la mascarilla debe seguir siendo obligatoria, este virus te contagia en cualquier momento y lugar”, aseguró doña Luz.
En la marcha estaba doña Ann Salmon Hanson, enfermera limonense desde hace 22 años y para quien los dos últimos años fueron muy difíciles por culpa de la pandemia, la cual ha provocado un desgaste enorme en las enfermeras de todo el país.
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“El enfermero tiene muy claro que la prioridad es el paciente y la atención integral. Hemos avanzado, ya superamos cuatro olas y arrancó la quinta, por eso no podemos bajar los brazos. Es preocupante que se le quite lo obligatorio a la mascarilla y no es que uno crea que la mascarilla es la solución total, pero al menos es una gran protección, especialmente a nosotros que estamos en la primera línea…si las enfermeras se enferman, quién atiende a los enfermos. Eso debe entenderlo muy bien la población para que se protejan por el bien de todos”, advirtió doña Ann.
Doña Lisbeth Ledezma, supervisora regional de enfermería en Pérez Zeledón, estuvo en la marcha con el objetivo de alzar la voz para que el pueblo comprenda que debe cuidarse porque es un deber ciudadano.
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“También es un deber del Gobierno el cuidarnos a todos. Las medidas que toma el gobierno es para protección general, cuando dejo de ser enfermera paso a ser ciudadana e igual me toca cuidarme en todo momento.
“Más personas sin mascarilla aumentan el riesgo de contagio para nosotros los enfermeros. Nosotros en los hospitales sabemos, desde que inició la pandemia, debemos cuidarnos y a nuestras familias para evitar contagios y así no faltar al trabajo porque la pandemia no ha terminado.
“Es difícil ver que el pueblo en general no recuerda el gran daño de los últimos dos años, en los cuales se perdieron familiares, compañeros, vecinos, amigos. Hay quienes no perdieron a nadie y por eso no ven el covid-19 como nosotros que vivimos con el dolor propio y ajeno las 24 horas”, dijo Ledezma.