Enrique Jara tiene 72 años y la tarde de este martes 30 de noviembre se convirtió en el último paciente atendido en el CEACO, creado para ver a personas contagiadas de covid-19.
Con su salida, en ambulancia, hacia su casa en Aquiares de Turrialba, cayó el telón del centro médico que durante 20 meses le puso bonito para salvar la mayor cantidad posible de vidas. Y de veras que lo lograron con 2.195 de los 2.840 atendidos.
A don Enrique lo esperaban en casa su hija Yorleny Jara y su nieto Dylan Aguilar. Le tenían música, globos y mucha emoción luego de que permaneciera mes y medio hospitalizado y en algunos momentos con pronóstico muy reservado.
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Según nos contó su hija Yorleny, don Enrique fue llevado el 18 de octubre al hospital William Allen, en Turrialba, porque tenía problemas para respirar y un día después les avisaron que lo enviarían al CEACO.
Desde que salió de su casa, don Enrique iba desorientado y el viernes 23 de octubre una doctora llamó a los parientes para decirles que probablemente habría que intubarlo y que tenían dos horas para tomar la decisión.
“Le dije que yo no le quitaba sus derechos, pero que le creía al médico por excelencia, que era el Señor y que autorizaba, pero seguía creyendo y confiando en Él de que pronto saldría de ahí”, recordó la hija.
Dylan, el nieto, agregó que a como les pintaron el panorama, si lo intubaban, su abuelito moriría.
“Quedamos como en shock y de inmediato hicimos una pequeña reunión familiar con mi mamá, mi tío y tres nietos y decidimos dar el visto bueno para que lo intubaran confiados en Dios y en el equipo médico del CEACO que todo iba a estar bien”, recordó el joven.
Dylan dice que fue un mes y medio muy duro, porque todos los días a las 7:30 a.m. sonaba el celular de su mamá o el suyo para darles noticias sobre la salud de don Enrique.
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“En la familia se creó un temor cuando sonaba el celular, podía ser que nos dijeran que había fallecido. Su situación era difícil porque mi abuelito era obeso, hipertenso y diabético”, añadió Aguilar.
Para colmo, don Enrique se complicó porque unos coágulos de sangre se le fueron a los pulmones y estos se le llenaron de agua. Además contrajo una bacteria que, por fortuna, no se extendió por su organismo.
“Le agradecemos al personal del CEACO porque ellos son increíbles, no tenemos cómo pagarle a cada uno de ellos”, dijo Dylan.
Cumpleaños diferente
Don Enrique cumplió 72 años el 13 de noviembre mientras estaba internado y le llevaron un queque, globos, fotos de la familia y lo “acompañaron” desde afuera, cantándole, mediante una videollamada.
Los médicos le admitieron a la familia que si don Enrique no hubiese tenido sus dos dosis de la vacuna, muy probablemente no habría sobrevivido dado lo mal que se puso.
Ahora, más unidos que nunca, los Jara podrán disfrutar el cafecito con tamales junto a su ser querido que regresó sin secuelas del virus.
“Dios sabe por qué nos puso esta prueba y nos permitió sanar mental, espiritualmente y de corazón”, dijo Dylan.
En el hospital josefino permaneció don Enrique internado hasta este martes, cuando entró a la historia de la batalla contra el covid-19 como el último paciente en recibir la salida y con ello puso el punto final a una experiencia cargada de emociones tanto para los funcionarios de salud como para los pacientes y sus familiares.
Agradecimiento de autoridades
En horas de la mañana, el ministro de Salud, Daniel Salas; el viceministro Pedro González; el presidente de la CNE, Alexander Solís, y el director del CEACO, Marco Vargas, agradecieron a los trabajadores del centro médico por la labor tan gigantesca que llevaron adelante.
El presidente Carlos Alvarado, que también fue al CEACO, dijo: “El país tiene que agradecer el esfuerzo que realizó todo este personal. A todos ellos tenemos que agradecerles porque salvaron miles de vidas junto a otros hospitales del país. Ellos hicieron que en los momentos más difíciles de la pandemia pudiéramos resistir”.
La enfermera Ismene Chavarría nos dijo que era muy bonito que les reconocieran el trabajo a todos los profesionales que estuvieron en la batalla.
“Sería muy importante que tomen en cuenta que muchos de nosotros nos estamos quedando sin nombramiento, ni trabajo, pero nos dimos cuenta que la CCSS, para atender a todos los asegurados, sí necesita más personal. Si nos están agradeciendo, se dan cuenta de que somos importantes y ojalá pudieran arreglar nuestra situación”, dijo Chavarría.
Otra muy agradecida fue Rosemary Antón, encargada de limpieza que se alegró por que los tomaran en cuenta.
“Normalmente al personal de aseo algunos como que nos ven debajo del hombro, pero en esta pandemia también fue clave la limpieza y desinfección que nosotros hicimos”, dijo con toda razón.
El enfermero Johnny Perlaza nos contó que tuvieron una comida de despedida después de las 4 p.m., todos le entraron al bocadito con la satisfacción del trabajo bien hecho.