El espíritu de la Navidad llenó este domingo Costa Rica y la prueba fueron las miles de caritas felices que se vieron desde Shiroles, en Talamanca, hasta el Estadio Nacional de La Sabana y en barrio Cuba, en San José.
En Shiroles, 89 niños indígenas disfrutaron a más no poder regalos, confites y actividades artísticas que les llevaron los miembros de la Fuerza Pública de Cartago gracias a la organización de Kenneth Mayorga, guardacostas limonense y miembro de la comunidad bribri.
Este es el segundo año que Kenneth se empuncha para hacer la actividad pese a la pandemia; en el 2020 llevó alegría a 56 chiquitos y ahora logró conseguir más padrinos en todo el país y hasta muy lejos porque uno vino desde Nueva Zelanda
Mayorga contó con el apoyo de los compañeros de la Región 3, de Cartago, que aportaron su talento en la figura de Carlos Cerdas, que representó a Bombetín, un payaso que además de lo material, también llevó un mensaje educativo a los niños para que mantengan sus valores.
Los pequeñines llegaron desde todos los rincones de Talamanca hasta la plaza de Shiroles, donde los esperaba su regalito, una bolsita y hasta una piñata con forma de patrulla de la policía con la que, por cierto, pasó algo muy lindo.
A los chiquitos les gustó tanto que pidieron que le sacaran los confites y los tiraran para que no destruirla. Y dicho, y hecho: la piñatica quedó intacta y para el recuerdo en la escuela local, a 84 kilómetros del centro de Limón.
“Cuando yo era niño no recibía regalos de Navidad, por eso sé lo importante que son estas actividades para los chiquitos de mi comunidad, aquí hay cabécares y bribris”, explicó el oficial Mayorga, de 29 años.
Explotó de alegría
A Bombetín Arreola Mata colaborar con estas celebraciones le llena de felicidad, le encanta.
“Me alegra cómo se ilusionan ellos y cuando se acercan a agradecerme, eso es lo mejor para mí”, dijo el payaso, quien visitó Shiroles por primera vez, pero de fijo volverá.
Otras apuntadas fueron María Auxiliadora Orozco y Yessenia Vargas, las colachas azules (en alusión a la fuerza azul, como se les conoce a los miembros de la Fuerza Pública por el color de su uniforme).
Ellas fueron las encargadas de chinear a los niños indígenas con granizados y palomitas de maíz, que les encantaron.
Auxiliadora tiene cuatro años de vestirse de colacha y como ya tenía dos trajes, este año invitó a Yessenia e hicieron un gran equipo.
“Es un privilegio estar aquí, los niños hasta quieren tomarse fotos con nosotros y podemos darles la oportunidad de tener una Navidad diferente”, comentó María Auxiliadora.
Esta linda actividad nos deja ver, de nuevo, que siempre hay corazones solidarios que tienden la mano cuando se trata de compartir la alegría.
Pachangota
Y como ya es tradición, este domingo fue la fiesta que las Obras del Espíritu Santo les hace a miles de niños en el Estadio Nacional.
Esta vez, debido a la pandemia, la pachanga fuera para 10.000 chiquitos, no para los 35.000 de años pasados.
En la Casa Hogar San Lázaro, en Río Azul, 320 niños recibieron un regalito gracias al esfuerzo de los integrantes de la Asociación Costarricense de Motoclubes, quienes salieron en caravana desde Santa Ana hasta barrio Cuba, donde entregaron 30 regalitos.
Cuando muchas manos se unen la alegría puede llegar hasta los rincones más apartados de un país, como quedó demostrado este domingo.