Gerixon Calvo Carrillo, un ayudante de panadería puntarenense, tiene razones para estar orgulloso: consiguió el lugar 17 de las mejores notas de admisión a la Universidad de Costa Rica para el curso lectivo 2022. Fue nada menos que 771,11 de 800.
Ese logro brilla más cuando sabemos que estudió en el colegio nocturno La Cuesta, en Corredores. Durante el día trabajaba para ayudar con los gastos de la casa y la noche la dedicaba a los estudios.
El título de sexto grado lo sacó en la escuela Juan Lara Alfaro, en La Cuesta. Arrancó la secundaria en el colegio de Finca Naranjo (en Laurel de Corredores); el segundo año fue en el Colegio Técnico La Cuesta y de tercero en adelante tuvo que pasarse al nocturno por un problema de salud y porque se necesitaban sus manos ayudando en la pequeña panadería que tiene su mamá, doña Jeanette Carrillo Valencia.
“En casa somos tres hermanos y mis papás (don Diego Calvo Brenes es el papá) y cuando iba para tercero de colegio se vio la necesidad de que ayudara en la panadería, yo hago pan y mi mamá, quien también hace, sale a venderlo todos los días a eso del mediodía”, cuenta.
“Mami se levanta como a las cuatro de la mañana y empieza a trabajar, nosotros nos levantamos como a las 5:30 a.m. y le ayudamos. En otros momentos yo salía a vender con ella, ahora no lo estoy haciendo”, explica.
A puro celu
En medio de una familia trabajadora está este estudiante de muy buenas notas colegiales.
“Uno no tiene obstáculos, las barreras están en nuestra mente, todo es cuestión de actitud y el esfuerzo que se les ponga a los sueños. Desde que comencé quinto año le dije a mi familia que iba por un buen examen de admisión en la UCR y en casa todos me apoyaron”.
Eso lo inspiró más.
“Uno siempre se encuentra con gente que lo quiere detener en sus metas, a mí me decían que para qué estudiaba tanto, que no valía la pena porque en el examen de admisión de la UCR solo la gente millonaria de colegios privados saca buenas notas. Por dicha no les hice caso”.
Gerixon tuvo un gran amigo que nunca lo abandonó, el celular. Como la computadora que tiene es muy viejita, no le quedó más que estudiar, practicar y buscar explicaciones en su celu, el cual también le sirvió para alumbrarse en las noches para hacer prácticas del examen de admisión.
“Prácticamente todo lo que estudié fue a través del celular, pero nunca lo vi como un obstáculo, más bien estaba, y estoy, muy agradecido de que al menos tenía una herramienta para estudiar y entonces no la desaproveché, le saqué todo el jugo que pude”, comentó.
Buen arranque
Cuenta el joven que el día del examen de admisión se sintió nervioso al ver a tanta gente. Estaba acostumbrado a estudiar en aulas con un máximo de 10 compañeros y le impactó verlas tan llenas (la prueba fue el mismo cole, pero de día).
“¿Sabe qué me ayudó bastante?, que las cuatro primeras preguntas las respondí rapidito, las sentí muy fáciles y eso me dio mucha confianza. Perdí los nervios y entendí que habían valido mucho la pena las desveladas, las estudiadas con el celular y todas las noches que me alumbré con la luz del cel. Después de la cuarta respuesta me dije ‘ok, estoy en el camino correcto, siga así'”.
El 10 de enero recibió una alegre llamada desde la UCR en la cual le informaron de su buena nota de admisión.
“Al principio no podía hablar, no sabía ni qué decir. Me costaba creer que entre los miles de estudiantes que hicieron el examen yo logré la 17 mejor nota, fue una alegre sorpresa”, explica.
Una vez le dieron la nota recordó el esfuerzo de toda su familia para que él estudie, todas las tardes en que su mamá sale a vender el pan que ambos preparan con la ayuda de sus hermanos Robinson, Jefferson y Jarinneth.
¿Medicina?
¿Qué sigue ahora?
“Espero en Dios que siga medicina. Ojalá pueda entrar y hacerme doctor, esa ha sido mi meta toda la vida, desde pequeñito se lo dije a mi mamá, siempre jugué a ser doctor y estoy convencido de que nací doctor”, afirma.
“Por eso luché por prepararme bien, yo sabía que debía superar cualquier obstáculo, cualquier prejuicio, incluso el de estar en un colegio nocturno, porque cuando uno dice que es de un colegio nocturno de inmediato se cierran casi todas las puertas. Mucha gente piensa que de un colegio nocturno no puede salir nada bueno.
“Me encanta y me alegra haber logrado una buena nota en el examen de admisión de la UCR porque soy un representante de los colegios nocturnos en donde hay mucha gente valiosa, estudiosa, que la lucha muy duro todos los días porque trabaja y estudia”, dice.
“Sí. Desde un colegio nocturno sí se puede, cuesta el doble, pero créanme, todos los que estamos en un nocturno sabemos que debemos esforzarnos el doble y lo hacemos con amor por nosotros y por nuestras familias”, sostiene Gérixon.
“Que entre a medicina o no, pues eso es otra cosa, lo que ya quedó claro es que en los nocturnos también forman con excelencia y calidad”, explica lleno de orgullo el --ojalá-- futuro doctor Calvo Carrillo.