Los alumnos del Salesiano Don Bosco Zapote vivieron este 14 de junio un día que jamás olvidarán.
Desde las aulas fueron testigos de la clasificación de la Sele al Mundial de Catar y para ellos fue una fiesta.
Desde que llegaron a clases, a las 7 de la mañana, se notaban el optimismo y la emoción. Les dieron permiso de ir con ropa particular y lo aprovecharon muy bien, los pasillos se llenaron de rojo y de espíritu futbolero.
El horario fue especial, los más pequeños (preescolar y primaria) pasaron un día entre juegos y música de la Sele en los recreos y salieron antes del mediodía para que estuvieran en su casa cuando empezara el partido.
Los de secundaria se quedaron a verlo en el cole. El personal administrativo acondicionó las pantallas que hay en las aulas con antenas de televisión para que agarraran señal y todos pudieran estar conectados con la Tricolor.
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También les pusieron música alusiva al equipo nacional, les dieron granizados y les llevaron pintacaritas; todos se apuntaron y vivieron un martes que no olvidarán.
A ellos se les adelantó el tiempo de almuerzo a las 10:50 a.m. para que ya a las 12 estuvieran listos para ver el partido.
Cuando se inició el encuentro los muchachos estaban con la emoción por las nubes, en el colegio se escuchaban el “oe, oe, oe, ticos, ticos”, cornetas y tambores. La buena vibra sonaba por todo lado.
Estalló la alegría
El gol de Joel Campbell llegó sorpresivamente temprano y levantó a todos los muchachos de sus pupitres. Los gritos se apoderaron del Salesiano y el espíritu futbolero llegó a todos los rincones.
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Conforme fueron pasando los minutos se vivieron momentos de angustia. Las jugadas de peligro de Nueva Zelanda hicieron que los muchachos se llevaran las manos a la cabeza, pero las tapadas de Keylor Navas daban seguridad y el porterazo se ganaban los aplausos de los colegiales.
Llegó el gol de Nueva Zelanda y muchos se quedaron en silencio. Los más impactados se llevaron las manos a la cara y la preocupación entró a las aulas del colegio, que por primera vez quedó en silencio.
Pero entonces apareció “san VAR”, no se dio por válida la anotación de los rivales y los muchachos volvieron a estallar en gritos de alegría. Celebraron como si la Sele hubiera hecho otro gol.
Volvió el alma al cuerpo y el partido continuó. Algunos adolescentes comían cosas de picar, como para calmar la ansiedad, y otros no dejaban de gritarles a los jugadores ticos para que no se dejaran.
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Recreo con tambores y cornetas
Cuando terminó el primer tiempo los muchachos tuvieron un recreo para estirarse. Las banderas, las cornetas y los tambores se veían y se oían por todo lado.
Al empezar la segunda parte algunos colegiales se veían nerviosos, pedían otro gol (que nunca llegó) y contaban los minutos para que el árbitro diera por terminada la mejenga y dejar que la congoja diera paso a la celebración.
La expulsión de un jugador de Nueva Zelanda, de nuevo gracias al VAR, dio un poco de paz, pero no duró mucho porque en los últimos diez minutos el equipo rival le puso para tratar de empatar.
Cuando terminó el tiempo reglamentario y empezaron los cuatro minutos de reposición, los estudiantes no aguantaron más y se levantaron de las sillas. Le gritaban al árbitro que diera el pitazo final, nadie quería que a la Sele se le quemara el pan en la puerta del horno.
Y cuando al fin sonó el pitazo final todos se volvieron locos
Llegaron los abrazos, los brincos, los gritos. Salieron de las aulas para unirse en un solo coro en los pasillos con el “oe, oe, oe, ticos, ticos”.
Ahora solo les queda que llegue noviembre, cuando ya el curso lectivo vaya terminando, para poder mandarle toda la buena vibra a la Sele, que no la tendrá fácil contra España, Alemania y Japón.
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