Este viernes 1 de diciembre, en Costa Rica se celebra uno de los acontecimientos más importantes en la historia del país y con el cual somos ejemplo en el mundo entero.
En 1948, José Figueres Ferrer, quien era el presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República abolió el ejército, en el antiguo Cuartel Bellavista.
Meses antes de este acto heróico, don Carlos Chacón --actualmente de 87 años-- defendió, como un combatiente, los ideales de don Pepe en la Guerra Civil que se llevó a cabo en marzo y abril del mismo año.
En ese entonces, Chacón era un chiquillo de 14 años. Por su corta edad, no servía en el ejército manejando armas, pero lo hacía trasladando municiones y haciendo cuanta cosa le pidieran. En ese momento, Figueres lo nombró cabo y luego de la abolición siguió aliado al servicio a la Patria, pero con la reserva de la Fuerza Pública.
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Allí aprendió a perfeccionar el uso de las armas, en la Academia Militar que se ubicaba en Guadalupe y también defendió a don Pepe en enero de 1955, cuando fuerzas opositoras intentaron derrocar a Figueres, con el apoyo de militares de Venezuela y Nicaragua.
“A mis hermanos y a mí nos crió mi abuelo Aristides Montero, que era abogado. Él no estaba de acuerdo con la política de Rafael Ángel Calderón, pese a que eran amigos. Mi mamá Fanny escuchaba la radio Alma tica, en donde se transmitían los mensajes de don Pepe y mis hermanos se fueron para San Ramón, con Francisco Orlich y con Frank Marshall.
“Era estudiante del Colegio Los Ángeles, pero en el momento de la guerra me movía por La Lucha y por El Empalme. Un día, en Santa María de Dota me encontré a don Pepe y le dije que le estaba sirviendo. Él me dijo: ‘pero eres un chiquillo’ y yo le respondí que era bastante rápido corriendo, que no me daban un arma, porque si la disparaba iba a dar a Puntarenas, era muy bajito, medía 1.60 metros”, recordó entre risas.
Lo más duro
Para don Carlos, la existencia de una fuerza militar es importante, pues para él, les enseña disciplina a quienes se meten al ejército. Sin embargo, no escondió que a causa de la guerra civil vio morir gente que apreciaba mucho.
“Mi participación no fue tan activa como la de otros hombres de más edad, pero supe lo que era soportar el fuego, nunca me hirieron, era un chiquillo, pero me respetaban.
“Tuve un amigo en el colegio, creo que era de apellido Sobrado, no lo recuerdo, pero a él lo mataron en la guerra. También era difícil ver que uno estuviera hablando con un compañero y saber, cinco minutos después, que lo habían matado. A otro amigo, que fue a hacer una investigación en la plaza de El Tejar, en Cartago, le pegaron un balazo en la pierna y lo mataron, fuimos muy amigo”, manifestó.
El feriado. La conmemoración de tan importante fecha, que aparece en los libros de historia de Tiquicia, se convirtió en feriado en mayo del 2020.
En el Día de la Abolición del Ejército, don Carlos lamenta que el fin para el que se acabó con las fuerzas armadas en el país, no se cumpla.
“Se dijo que la plata del ejército se usaría para la educación, pero todos los días vemos escuelas que se están cayendo.
“Ahora, los hijos irrespetan a sus padres, a los profesores, a las autoridades. Una formación militar no obligatoria formaría mejor a las personas, porque acá hacen falta valores y eso se ha perdido con el paso de los años”, afirmó.
Orgullo
Don Carlos reconoce que tuvo el placer de conocer, lo que son para él, a los hombres más grandes y brillantes en la histori del país.
“Don Pepe es lo más grande. Además de Monseñor Víctor Manuel Sanabria, Manuel Mora Valverde, Rafael Ángel Calderón Guardia.
“Ellos con Francisco J. Orlich y José Joaquín Trejos serán de esos personajes que nunca volverán a la vida política del costarricense, lamentablemente. Fueron personas que defendieron sus ideales, su forma de pensar y construyeron un gran país”, añadió.
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Este apasionado hombre siempre defendió sus creencias y se siente orgulloso de lo que logró.
“Toda mi familia vivió defendiendo sus ideales, sus creencias. Siempre dijeron que teníamos fama de valientes, porque todavía, hasta el día de hoy, si me mandan a defender al país, lo hago.
“Me siento muy orgulloso de haber participado en la Guerra Civil. En 1979 fui a apoyar al panañemo Hugo Spadafora en la revolución de Nicaragua. Ya acá no había ejército, pero me fui con unos amigos. Tenía un espíritu aventurero”, afirmó.