Fernando Zumbado fue ministro de Vivienda de Óscar Arias entre 2006 y 2010 y es hoy vocero en temas del mismo campo de José María Figueres, aspirante presidencial del PLN.
A raíz del nombramiento, hecho el 21 de enero, a don Fernando lo buscamos porque no se nos olvida cómo el 29 de mayo del 2007 pasó la noche con una linda familia de Pavas que vivía en un tugurio.
Él quería conocer de cerca la realidad de miles de familias del país, pero se armó un escandalazo nacional. Por un lado le llovieron críticas y le decían que aquello era una movida política populista, por otro le aplaudieron porque vivió en carne propia la dura experiencia que pasaban (y pasan aún) miles de personas de recursos muy escasos.
“Estoy con José María (Figueres) porque él buscó gente con experiencia para hacer un planteamiento serio en el tema de vivienda con miras al próximo gobierno. En eso he estado. He andado por los barrios para empaparme de la realidad actual y me duele que las zonas con tugurios han crecido, quienes viven ahí cargan con cruces pesadas”, dice.
Antes de entrar a recordar la famosa noche del 2007, nos contó lo que ha visto recientemente.
“En un encuentro que se dio en días pasados en la ciudadela León XIII (Tibás), una señora comentó: “si usted va a buscar trabajo no diga que es de aquí, es mejor inventar otra dirección. Otra vecina, señalando que ahí no había colegio y los muchachos tenían que asistir al centro de estudios en otra localidad, dijo que estos se sentían discriminados por su lugar de origen”, afirmó.
La realida de la León XIII es tan difícil como la que don Fernando vio en Pavas en 2007.
“Viven unas veinte mil familias, ocho mil de las cuales habitan en precario. Y la verdad es que no se ven en los alrededores terrenos adecuados para resolver la situación de esas ocho mil familias, habría que buscar otra zona.
Ahora sí, le entramos a las preguntas.
¿Volvería a ser ministro de Vivienda si José María Figueres se lo ofrece?
Si de alguna forma la experiencia que he tenido sirve para colaborarle al país, sobre todo a los que tienen menos recursos, pues bienvenido sea. Eso sí, entendiendo que se le debe meter mano a la situación de los precarios con mayor compromiso para las más de 80 mil familias que viven en los 400 precarios que tiene el país. Es fundamental desde el punto de vista de los derechos humanos.
Claro, si mamá (doña Gilda Jiménez) estuviera viva me diría que ni se me ocurra volver por lo complicada que es la política ahora. Ella siempre se preocupaba.
¿Recuerda la noche que pasó en un tugurio en Pavas?
Claro, jamás la olvidaré. La familia que me recibió me trató demasiado bien y pese a que hubo comentarios negativos, se cumplió un lindo objetivo porque a esa familia, y a otras más de esa misma zona, se les construyó una vivienda digna en el lote en el cual vivían. No se les arrancó de raíz para llevarlos a otra zona, se mantuvieron en el lugar en donde estaban acostumbrados a vivir.
¿Solo compartió la noche con esa familia y luego si te vi no me acuerdo?
Jamás. Esa familia ahora es parte de mi familia: seguimos en contacto, nos chateamos por WhatsApp, los visito; en fin, hemos pasado varios momentos lindos más después de aquella noche.
Ahora que anda en zonas con precarios, ¿alguna le ha impactado más que otras?
Me golpeó el desalojo que hubo el año pasado en Pavas en un terreno de la Junta de Protección Social (asentamientos La Bendición 1 y La Bendición 2, en los cuales había 137 familias, o sea, 645 personas. Fueron desalojadas el 12 de octubre del 2021).
Ya estaban instalados ahí, los chiquitos iban a la escuela, entonces uno dice, si se desalojan esas familias, ¿a dónde van a parar?, lo más seguro a una cuartería o a otro precario. Se desarraiga a los niños de la escuela. Uno debe analizar bien estos desalojos, buscar soluciones más humanas. Se debería tener la solución antes del desalojo. Eso me golpeó mucho.
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¿Tugurios y cuarterías son el principal problema hoy?
También hay otro, el del mejoramiento de viviendas. Las casas que ya hay están muy deterioradas; según los números que manejo, hay como 500 mil casas que necesitan mejorarse; es un tema delicado y hay que meterle mano, sale más económico y ayuda demasiado.
Gran asesora
Como en La Teja queríamos conocer la otra parte de la historia, es decir, la de la familia con la cual don Fernando pasó aquella noche del 2007, fuimos a buscarla.
El miércoles 26 de enero llegamos a Finca San Juan, en Pavas. Nos atendió muy amablemente doña Ingrid Ríos Álvarez y al igual que con el entonces ministro Zumbado, lo primero fue un buen vaso de café.
Compartimos el cafecito también con Génesis, quien tenía 4 años cuando llegó el entonces ministro a dormir a la casa de la familia. También estuvimos con Johan Andrei Alvarado, el hijo de Adriana Morales, la otra hija de doña Ingrid que estaba aquella noche del 2007 y tenía 14 años.
Doña Ingrid nos respondió algunas consultas que le hicimos entre el cafecito y el pan.
-¿Volvió a saber de don Fernando Zumbado después de que durmió en su casa?
Claro. Hasta el día de hoy somos amigos. Mi hija Génesis solo tío le dice, nunca le ha dicho de otra forma. Él nos llama, nos reunimos, nunca hemos perdido el contacto, él siempre está pendiente de nosotros.
Si vuelve a ser ministro de Vivienda, ¿le aconsejaría algo?
Conozco sobre problemas de vivienda, sobre tugurios y familias honestas y honradas que ocupan ayuda. Yo puedo ser buena asesora de don Fernando, le diría que tiene que meterle mano ya mismo al problema de los tugurios, eso urge porque desde el 2007 a hoy más bien han aumentado.
Tiene que volver a meterse a los precarios, dormir en otro, ojalá en otra provincia, para que vea lo duro que la pasan muchas familias.
Cuando don Fernando se quedó con ustedes, le regaló un peluchito a Génesis, ¿todavía lo tienen?
Por supuesto, ya se lo traigo. Este peluche es de la familia y jamás saldrá de aquí. Recuerdo que para aquel 2007 la gente de Teletón nos llamó y nos ofreció comprar el peluche, pero les dije que jamás, que no tenía precio, vale demasiado para nosotras.
¿Le gustaría asesorar a don Fernando?
Soy de Pavas, comprendo lo que pasan muchas familias, es más, ¿usted vio la calle de esta alameda? Tiene ocho años de que la dejaron a medio palo. Yo ya me caí y mi nieto (Johan) ya se quebró un bracito por el estado de esa calle. Eso es lo que vive uno día a día: abandono, desinterés. Me gustaría colaborar con mi experiencia.
¿En verdad le gustaría que don Fernando duerma otra vez en un precario?
En el 2007 hubo mucha atención de la prensa y eso sirvió para que muchas familias como la mía tuvieran su vivienda digna, por eso creo que es importante que él visite otra familia.
Aquella vez compartió la cena (espaguetis) y también el desayuno (gallo pinto), incluso tocó acordeón. Mi familia ganó un amigo y durante días se habló del tema del problema de vivienda; bueno, vea que catorce años después usted está aquí hablando del tema.
Panorama terrible
En el 2019 en La Teja publicamos una nota titulada: “El Gobierno combate los precarios a ojos cerrados” en la cual informamos que no hay una sola institución que tenga los datos reales de cuántos precarios hay en el país.
Y en este 2022 la cosa no ha cambiado mucho.
No es la cifra oficial, pero se tienen registrados unos 679 precarios en toda Costa Rica; de esos, 545 están en la Gran Área Metropolitana y 83 de cada 100 personas que viven en esos lugares son costarricenses; solo 17 de cada 100 son extranjeros (hay nicaragüenses, haitianos, dominicanos, entre otros).
Un dato del ministerio de Seguridad Pública dice que hay 593 cuarterías en todo el país, distribuidas así: 301 en San José, 26 en Cartago, 55 en Heredia, 102 en Alajuela, 34 en Puntarenas, 67 en Guanacaste y 8 en Limón.
Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en los datos del 2021 de la Encuesta Nacional de Hogares, registró 1.681 cuarterías (944 en zona urbana y 418 en zona rural).
La misma encuesta del INEC informó de136.506 viviendas en condiciones inaceptables para vivir y 12.601 sin servicios básicos de agua, luz, teléfono o internet.