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"Déjate mirar por Jesús", ese es el nombre del disco que los seminaristas del Seminario Nacional Nuestra Señora de Los Ángeles (donde se forman los futuros sacerdotes), lanzaron esta semana.
El material discográfico cuenta con 12 canciones, ocho de ellas originales, las cuales son interpretadas por la Schola Cantorum, conformada por 30 jóvenes de todo el país.
Esta no es la primera vez que el talento vocal y musical de los futuros sacerdotes es puesto al servicio de Dios, pero ya habían pasado 17 años desde la última vez que lanzaron un disco.
La presentación oficial se dio en las instalaciones del seminario en Paso Ancho y en la producción los muchachos expresan la alegría de ser llamados por Dios. La actividad se da en el marco de la llamada Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, la cual se celebra este domingo.
“Para nosotros la producción fue todo un reto, una experiencia de crecimiento, es poner los dones al servicio de Dios, para poder llegar a mucha gente por medio de la música, que es un lenguaje universal. Esperemos que todas las personas que escuchen las canciones las disfruten tanto como nosotros”, dijo José Joaquín Solano Ramírez, coordinador de la Schola Cantorum y seminarista de la arquidiócesis de San José,
“La experiencia de la grabación del disco ha sido única, ha conmovido nuestros corazones. Ha sido un regalo de Dios por medio de su misericordia. Ojalá que llegue a mucha gente que verdaderamente quiera encontrarse con Cristo”, expresó por su lado José Joaquín Bolívar Flores, de la diócesis de Tilarán – Liberia, quien es parte del coro.
La producción tiene un año de trabajo, entre los ensayos, la selección de canciones y toda la preparación previa a la etapa final que fue la grabación.
“Es un regalo de Dios y un medio de difusión del Evangelio, porque ese es nuestro principal objetivo”, destacó el sacerdote Carlos Coto Loría, quien acompaña a la Schola.
El disco cuesta ¢5 mil y lo venden en las librerías católicas Fides, San Pablo, Katholikos, en el Seminario Nacional y por medio de los seminaristas, quienes sirven en las distintas parroquias a lo largo del país.
Sacrificios valieron la pena
Los jóvenes no dejaron de lado sus responsabilidades, por eso debieron combinar la grabación de las piezas con el estudio de entre ocho y nueve materias universitarias (de Filosofía o Teología), que les toca llevar por semestre.
"A parte del cansancio por la grabación, me daban miedo las cámaras, porque los compañeros estaban haciendo unos videos y a uno le da cosilla, pero todo salió adelante. A veces hacíamos piruetas, pero era parte del trabajo, para disfrutar lo que hacemos”, contó José Eduardo Bolívar Flores, otro de los integrantes.
José Joaquín, el coordinador del grupo, nos dijo que el trabajo en el coro no afectó el rendimiento académico, solamente los obligó a organizarse mejor o a veces quedarse sin recreo.
“Por el espacio en que estábamos, yo dirigía subido en una mesa, sobre un trapo, y un día me resbalé después de muchas horas de grabación (unas 14 horas), casi me tienen que juntar, pero gracias a Dios salió el disco”, contó el padre Coto.
