Eduardo Calderón Obaldía trabajó durante 14 meses, junto con un grupo de profesionales, en la creación de varios ventiladores mecánicos que le ayuden a respirar a los pacientes con covid-19 más delicaditos de salud.
El proyecto, llamado Respira UCR, empezó en marzo del 2020 y cinco meses después el investigador de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Costa Rica (UCR), de 43 años, recibió la noticia que nadie quiere escuchar: tenía coronavirus.
Aunque asegura que el diagnóstico le pegó uno de los sustos más grandes de su vida, también lo ayudó a ver de diferente forma el plan en el que trabajaba.
“Contagiarme de covid-19 me hizo entender de mejor forma la urgencia de un ventilador. A las cinco de la mañana me llegó el mensaje, después de hacerme la prueba, de que era positivo y eso me asustó mucho, en verdad que uno no está preparado para este tipo de noticias.
“Me asusté demasiado por mí, por mi esposa y mi hija, y porque días antes yo había ido donde mis papás y mi abuelita. Si bien es cierto fui con mascarilla y respetando protocolos, uno siempre piensa que los pudo haber contagiado, eso me asustó mucho más”, relató don Eduardo después de la presentación, este viernes, de ventiladores mecánicos que la UCR le donará a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
El investigador reconoció que por dicha no sufrió tanto con el virus, ya que tuvo calentura, perdió el sentido del olfato y el del gusto, pero nada más.
Durante la cuarentena hizo 40 minutos de ejercicios diarios con el fin de analizar cómo afecta la enfermedad la respiración, pues sabía que ese pequeño estudio personal algo podía aportarle a la investigación para el ventilador.
Eso sí, su cabeza nunca dejó de pensar en lo peor.
“Uno se asusta porque no sabe cómo va a reaccionar su cuerpo, uno asume que está bien de salud. Uno hace poquito deporte, trata de comer bien, siempre da esa angustia de cómo reaccionará el sistema inmunológico de uno. Pensando en la familia, esposa, papás”, añadió.
El experto tenía mucho conocimiento del virus para cuando se contagió, por lo que eso le ayudó no solo a superarlo, sino también a tener mucha más empatía con los pacientes de alto riesgo, como los hipertensos, diabéticos o con obesidad.
“Me hizo sentir una necesidad mayor de terminar los ventiladores y ponerlos al servicio del país”, reconoció.
Gran ayuda
Año y dos meses después los expertos finalizaron un lote de diez ventiladores mecánicos, que cumplen con todos los requisitos de calidad establecidos a nivel internacional para un dispositivo de alta tecnología.
Además, estos 10 aparatos le ahorrarán una millonada al país, porque cada uno cuesta, en el extranjero, un platal.
Estos dispositivos biomédicos fueron fabricados por la UCR, con el apoyo de distintas empresas como Roche, Fedefarma, Elvatron y Servimetal, entre otras, asimismo, gracias al apoyo de las embajadas de China, Corea, Alemania y Suiza.
También pusieron su granito de arena instituciones gubernamentales y profesionales de diferentes disciplinas, que se constituyeron en aliados estratégicos de la iniciativa.
Estos instrumentos tienen pantallas táctiles, son portátiles y de fácil uso para los profesionales de la salud.
Don Ralph García Vindas, coordinador del equipo de investigadores, dice que los ventiladores utilizan baterías de litio, lo que garantiza su funcionamiento sin estar conectados a la electricidad y permiten su uso en el traslado de pacientes, algo esencial en estos días de saturación en las camas UCI.
“Este ventilador es igual en cuanto a medidas de seguridad que un ventilador mecánico comercial de gama 3. Cuenta con todas las alarmas necesarias, sonoras y visuales, y monitorea todos los parámetros, como lo hace un ventilador mecánico de cuidados intensivos”, aseguró García.
Los dispositivos pueden usarse para la atención de pacientes estables y críticos.