Octavio Zambrana Espinoza es un tico-nicaragüense que por estos días está celebrando el haber sacado un título académico, sin olvidar que el camino para ese triunfo de vida comenzó cuando el padre Sergio Valverde, de la Asociación Obras del Espíritu Santo, le abrió las puertas de la institución a su familia para que se ayudara a salir adelante.
Si bien Octavio nació en Costa Rica, su mamá, doña Damaris Espinoza, quien vino al mundo y se crió en Granada, Nicaragua, llegó a Tiquicia en el 2002. Al año siguiente fue que tuvo a su hijo, quien mantiene muy vivas sus raíces nicaragüenses, como ejemplo, les decimos que es un fiel seguidor del poderoso y ganador Indios del Bóer (o solamente Bóer), el que se considerar el mejor equipo del béisbol de aquel país.
“Obras de Espíritu Santo ha sido una gran bendición para mi familia. Desde pequeñito estoy aquí y la ayuda ha sido siempre para mi mamá y sus hijos: alimentación, cuido y estudios. Puedo decir que el amor de Dios en Costa Rica rescató a mi familia de una difícil situación de pobreza que habría sido casi que insuperable”, explica.
Doña Damaris le puso bonito al trabajo y a sus hijos los cuidaban en la Asociación. A Octavio siempre le dejaron claro que debía estudiar y bastante para salir adelante, por eso superó con éxito el kínder Omar Dengo, la escuela Omar Dengo y el Liceo del Sur, en barrio Cuba.
Enfocado
“Aprendí a estar siempre enfocado en metas positivas, a crecer en los estudios, por eso recién me gradué en el Instituto Cosvic en Administración de Empresas (a inicios de este mes de mayo). También me llama la atención el diseño gráfico, por eso estoy haciendo todas las vueltas para entrar a estudiarlo.
“Gracias a Dios tengo habilidad para el dibujo y quiero unirlo con las nuevas tecnologías para poder algún día aportar mis propios proyectos a diferentes empresas. Dibujar es algo que traigo en la sangre y quiero explotar al máximo”, comenta.
¿Sin Obras del Espíritu Santo? “Qué va. Si me pone a pensar en eso, qué difícil. Mamá me cuenta que cuando llegó de Nicaragua tocó muchas puertas, pero ninguna se abrió, fue el padre Sergio el que le abrió su puerta de par en par y ahí comenzó la gran ayuda para una familia nicaragüense que se vino sin nada a luchar por un futuro mejor.
“Por eso el día que me gradué, hace pocas semanas, pensaba mucho en mi familia y en la gran oportunidad que tuvimos y aprovechamos.
“Tengo amigos a los que también les abrieron las puertas de Obras del Espíritu Santo, pero decidieron no aprovecharlas, eso es muy duro porque uno sabe que es lo mejor que le puede pasar a uno”, respondió.
Gran ayuda
- ¿Qué se le viene a la mente cuando ve a los niños que hoy día están donde el padre Sergio?
“Mi niñez. Yo crecí aquí, en uno de los albergues, pasé por las guarderías de aquí y ahora vivo en un albergue de jóvenes de aquí, de hecho, estoy en el proceso de lograr un trabajito aquí en Obras del Espíritu Santo”.
- ¿Qué piensa de los niños nicaragüenses que se atienden?
“Cuando los veo, estoy convencido que cada uno será una historia de éxito. Mi mamá me dice que a ella le ayudaron justo en lo que necesitaba, trabajo, comida y cuido de los hijos, eso por sí solo sirve para alcanzar el éxito.
“Los niños de aquí tienen todo para ser exitosos tal y como yo lo tuve, nada más es tener ganas y esforzarse”.
Que aprovechen
Octavio es también amante del fútbol, le encantan las mejengas ya que dice es un muy buen delantero goleador y también le gusta el béisbol, además el fútbol americano, aunque no lo practica.
El béisbol entiende que es su herencia nicaragüense porque le encanta y disfruta mucho cuando puede ver un partido y todavía más cuando puede jugar su posición, de pitcher.
Doña Damaris tuvo cinco hijos y todos han pasado por Obras del Espíritu Santo. “Yo siempre les recuerdo que deben aprovechar la oportunidad que se les está dando.
“Nosotros somos del barrio Cristo Rey en donde uno puede desviarse muy fácil del camino, por eso siempre estoy encima de mis hermanos y de todos los chiquitos en Obras, para que se mantengan estudiando y con mentalidad positiva”.
Otra de las grandes pasiones de Octavio es la fotografía. Siempre que puede anda con su cámara tirando fotos a la naturaleza o eventos, como la gran fiesta de diciembre que organiza el padre Sergio para los niños.
“También me ha tocado fotografiar los viajes del padre a Guanacaste, Limón, Isla de Chira y aquí en Obras en Cristo Rey.
“La fotografía me encanta, es una pasión que alegra ponerla en práctica. Estoy convencido que también podría dedicarme a la fotografía, en algún momento la estudiaré.
“Estoy seguro que todavía comienzo en mis sueños y estudios. Ya aprendí que es solo ver para adelante y positivo.
“Aquí en Obras no importa la nacionalidad, hay oportunidad para todos y toda mi familia nicaragüense ha podido aprovechar esa oportunidad”, comenta Octavio, quien desde pequeño fue monaguillo y ahora es coordinador de ese grupo.