Este 11 de abril se cumplen 166 años años de la gesta heroica de Juan Santamaría contra los filibusteros en Rivas, Nicaragua.
La Campaña de 1856 tuvo varios capítulos duros. El primero fue el 20 de marzo, cuando los soldados ticos vencieron por primera vez a los filibusteros en la hacienda Santa Rosa, en Guanacaste; sin embargo, William Walker logró escapar y el peligro de una nueva invasión seguía vivo.
En ese primer enfrentamiento ocurrió algo poco conocido. Los ticos capturaron a 24 filibusteros a quienes, por ser enemigos, fusilarían en Liberia... pero uno se salvó.
Ese hombre, de 19 años, se identificó como periodista y corresponsal de guerra, con lo cual logró que Juan Rafael Mora Porras, el presidente del país, le perdonara la vida.
“Don Juanito valoraba a la prensa, a los periodistas. Defendía la libertad informativa que tenían que desarrollar y no importaba que ese corresponsal de guerra fuera de la tropa filibustera. Él valoraba al profesional en periodismo”, explica el historiador Vladimir de la Cruz.
Pero aquel hombre pagó mal y luego habló pestes de Costa Rica. Después se entendió por qué.
Tomás Federico Arias, profesor de la cátedra de Historia del Derecho de la Universidad de Costa Rica, agregó algunos otros detalles.
“Él mintió, luego se conoció que fue una patraña suya para salvar la vida porque el presidente Mora le firmó el indulto por ser periodista y por su edad, pero se descubrió que no lo era y que se volvió a enrolar con los filibusteros”, dijo Arias.
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Otra muestra de la importancia que don Juanito daba a la prensa fue que durante la guerra contra William Walker, nuestro ejército llevó periodistas encargados de sacar un boletín en el cual se informaba lo que ocurría y que se publicaba en alemán, francés, inglés y español. Se hacía así porque había filibusteros de distintas nacionalidades.
“Don Juanito, como Simón Bolívar, consideraba que la imprenta era tan importante como las balas, los cañones y las armas porque era una guerra también de ideologías”, dijo don Vladimir.
Sangrienta
La Batalla de Rivas fue una de las más duras que lucharon los soldados ticos, duró casi 16 horas, fue desde la madrugada hasta la noche.
“Tuvo casi mil muertos, casi que uno por minuto. Rivas se tiñó de rojo, había cadáveres por todo lado”, rememoró de la Cruz.
El general Juan Rafael Mora estuvo en la primera línea de combate, acompañando a sus soldados.
“Walker se había metido en el mesón, que era una casa grandota que tenía cuatro salidas, lo que era estratégicamente muy importante para él, porque tenía escapatoria por todos los lugares y empezaron los combates”, explicó don Vladimir.
Antes de Juan Santamaría se hicieron dos intentos fallidos para quemar el mesón. El primero fue de un oficial del ejército costarricense llamado Luis Pacheco Bertora, quien era de Cartago. Luego lo intentó Joaquín Rosales, un soldado nicaragüense que peleaba con nosotros y cayó en combate.
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Otro detalle curioso que se dio en aquella batalla fue la defensa que se hizo de un cañón que dejamos tirado y hubo que ir a recoger.
“Esto se consideró luego tácticamente equivocado porque se peleó por mucho tiempo ahí. Hubo muchos muertos peleando por un cañoncillo que a la larga no tuvo un gran significado para la guerra”, dijo de la Cruz.
El enfrentamiento del 11 de abril cerró la primera parte de la Guerra de 1856-1857, pues la peste del cólera que mató a diez mil personas (10% de la población de entonces) nos obligó a regresar a casa y poner en pausa la meta de capturar a William Walker.
Años antes
“En lo que se llama la primera campaña, que va desde finales de 1855, cuando el presidente Mora llama a prepararse para la guerra, luego la salida de la tropa a principios de marzo rumbo a Liberia, para afrontar la batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo, y ahí inicia la ofensiva para seguir hacia Nicaragua persiguiendo a los filibusteros por todo el territorio nacional”, explicó don Vladimir.
El 29 de marzo llegaron a la frontera con Nicaragua y el presidente Mora hizo un llamado a los pinoleros para que se sumaran a la guerra y se les adelantó que se defendería su soberanía y serían liberados de la opresión que sufrían sin dejarnos ni un milímetro de su territorio.
Un día antes de la batalla de Rivas, (10 de abril) hubo otra de la que se habla poco: la de Sardinal. Allí nuevamente los soldados ticos vencieron a los filibusteros en suelo nacional (Sardinal de Sarapiquí), luego de aproximadamente una hora de lucha. Murieron 20 soldados nacionales y algunos invasores.
Inmediatamente después, sin descansar, comer o dormir, la tropa costarricense siguió su camino hacia Rivas, adonde llegó en la noche y en la madrugada comenzó la batalla que terminó con la quema del mesón por parte de Juan Santamaría, nuestro héroe nacional.
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“Esa tropa, aunque estaba cansada de combatir, fue movilizada en la madrugada a Rivas. Eran verdaderamente heroicos esos soldados, con una abnegación y un gran espíritu de combate y de identificación nacional”, afirmó de la Cruz.