En un rincón del sur de Costa Rica, en la comunidad indígena Boruca, una mujer con manos de sabiduría ancestral tejió algo más que una prenda.
Tejió historia, cultura, tejió fe. Higinia González Maroto, de 58 años, bordadora desde niña, fue la encargada de crear una estola sacerdotal completamente hecha a mano que llegó nada más y nada menos que a manos del papa Francisco.
“Cuando me dijeron que era para el papa, sentí una emoción que no le puedo explicar. Pensé en mi comunidad, en nuestras raíces, en lo que representa nuestro tejido. Y le puse alma, corazón y fe”, cuenta esta vecina de Boruca, del territorio indígena Brunca.
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Doña Higinia, a quien con cariño le dicen China, aprendió el arte del tejido en cuarto grado de la escuela, gracias a una maestra llamada Ángela González, quien era pagada por el Estado para que las tradiciones no se perdieran. Y ella, con ese amor por lo suyo, se convirtió en guardiana de un legado milenario que se transmite de generación en generación.
100% artesanal
Todo comenzó con la semilla. Higinia sembró algodón blanco y tocolote (cafecito), como lo han hecho sus ancestros. Lo cuidó con esmero hasta que las motas reventaron en verano. Luego vino el proceso artesanal: desmotar, hilar con un aparato, que llaman uso, un palito hecho de madera de pejibaye, además, una pieza hecha de hueso de vaca para formar las madejas (puñitos del hilo).
Pero lo más sagrado fue teñir.
“No pintamos cualquier día ni a cualquier hora. Cada color tiene su luna, su raíz, su elemento. Vamos al mar a buscar la concha múrice, que da un líquido lila que es especial para nosotros. Soplar la concha, sin matarla, es sagrado”, explica con respeto.
El color lila, que predomina en la estola, tiene un significado profundo: en la cultura Boruca solo la gente importante lo usaba.
“Y ahora lo usó el papa. Imagínese”, dice con una sonrisa que no le cabe en el rostro.
Amor y fe
La estola se la encargó Álvaro Núñez, un diseñador que conoce a Higinia desde sus tiempos universitarios.
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Él debía enviar un presente para el nuevo embajador de Costa Rica ante el Vaticano, Federico Zamora, quien le entregaría al papa sus credenciales, y pensó en una pieza única, pura, natural.
“Me mandaron las medidas, los colores: blanco, tocolote, amarillo y púrpura. El blanco porque es tradicional de la pureza, el amarillo por la Iglesia católica, el púrpura por nuestra cultura y el tocolote porque es algodón puro, sin teñir, Diosito lo mandó así”, explica.
Con todo listo, Higinia tejió en su telar de cintura, hecho solo con palos. No hay máquinas, no hay químicos, solo manos indígenas haciendo arte. Durante el proceso enviaba fotos del avance.
“La estola no tiene precio. Lo hice con todo el cariño. Es una forma de honrar a nuestros ancestros”, asegura.
Bendición papal
Cuando finalmente el papa Francisco recibió la estola, a doña Higinia se le salieron las lágrimas.
“Me mandaron fotos del momento. Ver mi trabajo en manos del papa... no tengo palabras. Mi corazón se hizo chiquito de alegría. Yo sentí que toda la comunidad Boruca estaba ahí, que él nos bendijo a todos”.
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Para doña Higinia, católica de fe profunda, fue como tocar el cielo.
“Ya con solo que el papa la haya tocado, nuestra tradición está bendecida. Las mujeres que vivimos del textil, las que seguimos sembrando, tiñendo, tejiendo, fuimos bendecidas por él”, dice.
Y aunque no conoció al papa en persona, lo sintió cerca. Lo vio en la televisión durante el domingo de resurrección, poco antes de su fallecimiento.
“Lo vi triste, como que se estaba despidiendo. En nuestra creencia, cuando alguien enfermo se levanta, come, habla... es porque ya se va. Él se levantó ese domingo solo para despedirse del mundo”, explica con emoción.
Les recordamos que tendremos un compañero de La Teja en Roma durante el cónclave. Ricardo Silesky, periodista de nuestra familia teja, le tendrá todos los detalles oficiales y lo que usted no vio desde el Vaticano. Siempre con el estilo teja que nos diferencia.
Legado eterno
Para China, su trabajo no terminó con la estola. Sigue bordando, sigue enseñando a sus hijas, sigue cuidando sus tintes naturales y sus lunas.
“Esto es lo que somos, y ver que nuestro arte llegó al Vaticano me llena de orgullo. Sé que nuestros ancestros están felices en el cielo”.
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“Le encantó”
Fue el 7 de enero del 2020 que don Federico Zamora le presentó sus cartas credenciales al papa Francisco y le entregó la estola.
“Fue muy apreciada por el papa. Le gustó muchísimo porque él valoraba mucho los trabajos artesanales.
“Le gustó mucho, le encantó que fuese hecho por manos de mujeres indígenas. Pensé en qué podía llevarle al papa que fuese diferente e identificara a Costa Rica y su cultura.
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“Fue así como se nos ocurrió lo de la estola hecha por nuestros indígenas”, nos contó don Federico quien se mantiene en su puesto en el Vaticano.