Con un profundo agradecimiento en el corazón Ernesto González trataba de explicar, ya en la basílica de los Ángeles, cómo llegó a sus manos ese especial apoyo que le sirvió de mucho mientras peregrinaba el sábado desde Pérez Zeledón.
El bastón que le regaló el señor desconocido es ni más ni menos uno de los 400 que hizo don Francisco Zúñiga para regalar. Él es vecino de La Lima de Cartago y se los presentamos el pasado 7 de julio en una nota en la cual él mismo explicó que el sacrificio de los peregrinos lo conmueve demasiado y por eso les hizo esos bastoncitos gratis, para que se ayudaran.
Don Francisco también hizo otros seiscientos para vender a tres mil colones cada uno y donar la plata recogida a la reconstrucción de una pequeña capillita que había en el aeropuerto de Pérez Zeledón y que unos ladrones después de robarla, para no dejar evidencias, le prendieron fuego. En total este solidario amigo hizo mil bastones.
Cuando publicamos la nota sobre don Francisco todavía no había comenzado a regalar los bastones, pero sí tenía muy claro que sería para la gente que hiciera la romería desde Pérez Zeledón. No falló don Francisco, Ernesto es fiel testigo de cómo de la nada le apareció alguien que jamás había visto para meterle un empujoncito en su recorrido.
En la propia plazoleta de la basílica fue donde ubicamos a Ernesto, quien este 2017 peregrinó por primera vez en su vida. “Salí de División con tres compañeros desde el jueves a medianoche, llevamos más de 25 horas de caminar, es la primera vez que hago la caminata por varias promesas”, nos comentó mientras sujetaba el bastón regalado con una mezcla de amor y devoción.
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El último fin de semana antes del 2 de agosto, muchas familias aprovechan para hacer la romería. Por ejemplo, el grupo de 10 personas que salieron de Zarcero el sábado a las tres de la mañana y a quienes encontramos en la basílica este domingo 30 de julio.
Las paradas que hicieron eran para alimentarse y en la noche para descansar y dormir un poco en San José. Peregrinan desde hace siete días, agradeciendo por tantas bendiciones recibidas y por la devoción que le tienen a la Virge. Otros lo hacen por milagros concedidos, como en el caso del organizador del grupo, Henry Paniagua, quien está seguro que Nuestro Señor Jesucristo y la Virgencita el sanaron una hija de leucemia.
Otro de los integrantes de este grupo de zarcereños, Félix Durán, contó que a él le fueron concedidos tres milagros: le salvó al hijo mayor de un soplo en el corazón, a otro lo sanó del asma y durante el embarazo de la esposa le fueron detectadas piedras en la vesícula y pudieron salvarle a la bebé.
“Desde que tengo uso de razón he venido aquí, uno debe agradecer primero que nada el milagro de la vida. Vine a agradecer porque hace un año tuve un problema con la mamá de la chiquita y ella se la llevó lejos. Yo vine con mi corazón destrozado, pero con tantísima fe, a pedirle a la Virgencita que la volviera a tener cerca porque mi hija y yo somos muy unidos. Fue un golpe muy duro… en menos de dos meses de hacerle la petición, ya la tenía otra vez conmigo”, aseguró.