Una tarde como cualquier otra Paula Vargas se encontraba jugando con su gato Koko, cuando este se le paró en su seno izquierdo y le produjo un dolor tan fuerte que en su momento ella no entendió el porqué le dolió tanto.
El dolor continuó por varios días y decidió autoexaminarse y fue cuando se sintió la pelota.
“Estaba acostada en una posición muy incómoda porque, normalmente, no se hubiera palpado y casi me muero, era de cinco centímetros y yo soy de mama pequeña. Ahí sí no tenía opción más que ir al médico”, recordó.
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Para entonces tenía 51 años y nunca se había hecho una mamografía, porque le tiene miedo a los doctores y sus diagnósticos, pese a que se recomienda hacérsela junto al ultrasonido de mamas a partir de los 40 años.
“Yo prefiero evitar los doctores por susto, alguien hablabla del tema y yo decía que sí, pero a los cinco minutos lo bloqueaba porque me daba miedo”, afirmó la ejecutiva de ventas en telecomunicaciones.
Da gracias a Dios por que le ayudó a descubrirlo de esa manera.
“Creo que como en mi caso hay un montón de mujeres que por miedo, porque no tienen dinero, porque no le dan prioridad a la salud creyendo que a ellas no les va a pasar o cualquier otra excusa, pero en mi caso aprendí que de haber acudido antes a hacerme los exámenes me habrían atendido más pronto y tenido un proceso más corto y no hubiese perdido toda la mama”, explicó la vecina de Ciudad Colón.
Todo esto ocurrió en plena pandemia, en julio del 2020.
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Ahí entró en una carrera por salvar su vida. Tuvo una mastectomía, una operación para extraer ganglios de la axila, un tratamiento de 16 quimioterapias y 25 radioterapias. Ahora, a inicios del 2023, espera su implante mamario mientras sabe que debe continuar con los chequeos regulares y la medicación durante un tiempo.
Factores de riesgo
Paula no tenía antecedentes familiares, pero es una mujer soltera y sin hijos, y estaba en la menopausia, factores de riesgo que hay que tomar en cuenta.
Pese al temor, Paula tenía claro que solo tenía dos opciones, o se echaba a morir por lo que venía o lo tomaba con positivismo y salía adelante.
“Cáncer tiene una connotación muy fuerte, pero no quiere decir que a todas las que le da se van a morir”, recalcó la sobreviviente.
Ella piensa que ha sido dichosa, ya que los efectos secundarios de los tratamientos y la medicación han sido leves con ella, pese a que también siente el impacto sobre su cuerpo, el cansancio y el malestar siempre vienen. Es algo con lo que ha aprendido a vivir.
“La disposición con la que quise ver todo, desde la gratitud fue importante. Nunca me enojé con Dios y le doy gracias porque pude contar el cuento. Todo el mundo ha sido ángel en mi proceso, ha sido una bendición y a mí nadie me dio tanta guía, por eso me habría gustado que alguien me dijera, mire Paula, la quimio no duele, prepare los brazos de esta manera, por eso quiero ser esa guía para otras mujeres que estén pasando por esto”, explicó la mujer, hoy de 53 años.
Vargas también se encuentra muy agradecida con la empresa para la cual trabaja, pues la noticia de que tenía cáncer le llegó cuando apenas tenía cuatro meses de trabajar ahí y nunca recibió presiones por saber cuándo se incorporaría o quejas por ampliar la incapacidad.
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“Mis amigas se organizaron para llevarme y recogerme al hospital y ser mi red de apoyo, porque yo no estoy casada; había terminado recientemente con mi novio, mi mamá está en silla de ruedas, mi tía es una adulta mayor. Uno no sabe cómo le va a ir después de la quimioterapia”, recordó Paula.
Ese factor también es clave para una recuperación exitosa.
Ayuda a otras mujeres
Cuando una persona compra productos seleccionados dentro del catálogo de Avon, durante el mes de octubre, el 100% de las ganancias recibidas será donado a FUNDESO para apoyar a mujeres en condición de pobreza y que ellas puedan realizarse mamografías, ultrasonidos o recibir atención médica de un especialista que evalúe sus casos particulares, sin costo.